“El 31% de las mujeres con discapacidad han sufrido o sufren violencia de género y cada vez son más jóvenes”

12 de Septiembre de 2018
Actualizado el 02 de julio de 2024
Guardar
Teresa Palahí 3
En España hay 2,5 millones de mujeres con discapacidad  y sin embargo apenas las vemos o sabemos de la doble tarea a la que tienen que enfrentarse cada día por su doble condición. Gracias al trabajo incansable de instituciones como la Fundación Once, todo es más fácil para ellas. Teresa Palahí, su secretaria general, sabe bien lo que significa unir dos palabras como la de mujer y discapacidad, dotarlas de sensibilidad y fuerza y hacer todo lo posible para ayudarlas. “Somos un colectivo que necesitamos que se nos vea y se nos escuche porque tenemos los mismos anhelos que el resto de las mujeres. Es necesario visibilizarnos para no correr riesgos importantes como la discriminación o la falta de oportunidades”, explica en su entrevista en el programa #MujeresDeFrente11.Si a este binomio sumamos otros factores como los de ser inmigrante o tener una orientación sexual diferente, las dificultades que tiene este colectivo acaban haciendo que sus vidas sean más complicadas aun. “Todas estas situaciones se interrelacionan y dan lugar a una discriminación múltiple. Por eso hay que poner un foco especial sobre todas ellas y trabajar de forma incansable para que esto no pase”, añade Palahí.
“El maltrato provoca discapacidades como trastornos mentales, pérdidas de audición, motricidad y visión o afecciones orgánicas internas varias”
Unos aprietos que saltan a la vista con datos como la tasa de actividad del 33,1% frente al 72% de las mujeres sin discapacidad o la del empleo “del 22,8% y la de paro, del 31,1%, frente al 55,1% y el 23,5%, respectivamente, de las mujeres sin discapacidad. A esto se añade la enorme dificultad de acceder a la justicia o al ocio”, recalca la directiva.557 mujeres ayudadas a salir de la violencia de géneroPor si todos estos aprietos fueran pocos, estas mujeres hacen frente, en absoluto silencio, a situaciones cotidianas de violencia de género. “Un 31% de las mujeres con discapacidad han sufrido o sufren violencia de género. En la Fundación Once en este último año hemos identificado y ayudado a 557 mujeres. Por eso es básico no solo concienciarnos de esta dura cifra, sino trabajar por su inserción social y laboral junto a otras entidades como la Fundación Integra, Cruz Roja o Afamer. Gracias a esta colaboración podemos acompañar a estas mujeres, les damos recursos y les ponemos en manos de expertos”, describe Palahí.Para lograr este fin la Fundación cuenta con un protocolode actuación que va desde el momento en que detectan estas situaciones hasta que las insertan y logran que se independicen con vida plena. “La mayoría de ellas vienen muy tocadas. Una vez se saben acompañadas demuestran la resiliencia que tienen, salen adelante con mucha fuerza, son felices e incluso ayudan con su ejemplo de superación a otras mujeres que viven las mismas situaciones”, recalca.Una actuación que se hace aún más especial en la detección y seguimiento de las mujeres que están a cargo de diversas instituciones. “Tenemos que trabajar para que denuncien, sobre todo las que están institucionalizadas y que son un 68% de estas mujeres. A ninguna de ellas se les escucha y tienen además que sufrir violencia de género no solo de sus parejas o exparejas sino también de sus cuidadores. Todas ellas son un cero a la izquierda y sus palabras no tienen ningún valor”, añade.Además Palahí pone negro sobre blanco acerca de otra realidad poco conocida: la de las mujeres que adquieren algún tipo de discapacidad a causa de la violencia de género y cuya edad cada vez es más joven. “Estas situaciones generan en ellas desde trastornos mentales, pérdidas de audición, motricidad, visión o afecciones orgánicas internas. Todas tienen la necesidad imperiosa de ser escuchadas. A veces lo difícil es verbalizarlo. A nosotras se acercan a buscar trabajo y cuando vienen sucede que es el momento en el que por primera verbalizan todo. Es justo en ese momento donde tenemos que poner todas nuestras capacidades para que esas mujeres se atrevan a abrirse y culminar el camino con ellas”, comenta.Una asistencia, que si algo causa tanto en Teresa como en toda la cadena humana que trabaja en la Fundación, es la de afanarse aún más en su tarea. “Cada caso te rebela por dentro, nunca te acostumbras. Sientes indignación y rabia y la necesidad de trabajar con más fuerzas para ayudarlas. Por cada mujer que salga adelante, todo esto merece la pena. En esta sociedad reina el machismo por eso hay que levantarse y luchar, para que todo cambie. Lo que me acaba enfadando es lo que me hace crecer y avanzar. La injusticia y ver que las cosas no son como deberán ser, me da fuerza para superarme”, recalca.Y es que esta mujer comprometida tiene claro que solo hay un modo de luchar contra esta triste realidad: con feminismo. “Me siento fuerte como feminista y con todas las ganas del mundo de poner mi grano en una sociedad igualitaria. Una sociedad machista no favorece a nadie, ni siquiera al hombre. Se pierden demasiadas cosas. Por eso necesitamos activar todos los recursos posibles y desarrollarnos en otros sentidos porque lo malo no es no ver, lo malo es no tener visión”, finaliza.[related:galleries:1:{orientation:vertical}] 
Lo + leído