Una campeona del mundo de fútbol como es la madrileña Jenni Hermoso está disputando estos días, inmediatamente posteriores al que posiblemente fue el más bonito de su vida, el partido más duro y decisivo, el de la revictimización. Más de una semana después de los lamentables hechos que se produjeron en el acto de entrega de medallas del Campeonato del Mundo de Australia y Nueva Zelanda y pese a las contundentes pruebas evidenciadas, que han desencadenado una apabullante ola de solidaridad con esta deportista a nivel mundial, la duda de la sospecha sobre la víctima de un presunto caso de agresión sexual vuelve a dejar claro que el verdadero foco se desvía de nuevo hacia la víctima y no se pone sobre el agresor como siempre debería ser.
El calvario de la revictimización de la jugadora de la selección nacional no ha hecho más que empezar y el escandaloso discurso negacionista del ya ex presidente de la Real Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales, sólo fue un episodio más de la cascada de hechos que pretenden hacer dudar del testimonio de una víctima de violencia machista. Consciente de que la FIFA ha articulado los resortes de protección de la jugadora de forma adecuada al ordenar a Rubiales y a sus allegados que “se abstengan, mediante él mismo o terceros, de contactar o intentar contactar con Jenni Hermoso o su entorno cercano”, el ex presidente de la RFEF optó desde un primer momento por desacreditar a la futbolista utilizando para ello todos los mecanismos a su disposición, incluidos los de la propia Federación Española de Fútbol pese a que ya ha sido apartado por la FIFA.
Irene Montero denuncia que la “cultura de la violación” busca “culpabilizar” a la víctima y perseguirla para eludir poner el foco en lo más importante: “el límite entre la libertad sexual y la violencia sexual es exclusivamente el consentimiento”
A esto se suma el encierro de la madre de Rubiales en una iglesia de Motril o las declaraciones de familiares contra la jugadora. El comunicado de la FIFA dejó suficientemente claro que el objetivo que se persigue es “garantizar el bienestar de la jugadora española, así como para preservar sus derechos fundamentales”, una directriz que se hace extensiva al resto de los empleados y directivos de la Federación Española.
Un dato revelador que explica el daño que se hace con la revictimización de una mujer víctima de violencia machista está, sin ir más lejos, en el elevadísimo número de mujeres asesinadas por sus parejas o ex parejas que no habían presentado denuncias previas contra ellos. De las 39 mujeres asesinadas por violencia de género en lo que va de 2023, ya incluida la mujer asesinada en la localidad salmantina de Béjar este mismo miércoles, 23 no habían presentado denuncia, lo que representa el 58% del total.
En esta misma línea, también es sintomático el elevado porcentaje de mujeres víctimas de violencia machista que denuncian y posteriormente se acogen a la dispensa de la obligación legal de declarar contra sus agresores. En 2022, este porcentaje se mantuvo muy similar al del año anterior, ya que un total de 16.839 víctimas, el 9,5 % del total (frente al 9,86 % de 2021), renunciaron a prestar declaración contra sus agresores. De este modo, se evidencia el trauma que para estas víctimas de la violencia machista supone mantener hasta el final una denuncia contra sus agresores, con el estigma de no ser creídas siempre pendiendo sobre ellas como una espada de Damocles.
Acabar con las “reacciones machistas”
Jenni Hermoso ha sufrido este proceso de revictimización desde el minuto uno del caso, pese a las múltiples evidencias de la existencia de un posible caso de agresión por el beso no consentido que le propinó Rubiales en Sydney. Pese a las incontables muestras de apoyo y cariño recibidas por la jugadora a todos los niveles, desde compañeras de equipo a otras deportistas y personajes famosos, así como desde el mundo de la política y otras entidades, Jenni Hermoso también ha sufrido el desprecio o el silencio cómplice de otros estamentos negacionistas de la violencia ejercida contra la mujer.
La ministra de Igualdad en funciones, Irene Montero, ha pedido este miércoles que “acabemos con esas reacciones machistas ante la lucha por la libertad sexual y por el derecho a la libertad sexual”. La ministra ha puesto el foco en “un sector minoritario de nuestra sociedad, vinculado a la extrema derecha y los sectores más reaccionarios, que despliega toda una reacción machista que intenta culpabilizar a la víctima, señalarla”.
Montero subraya que siempre hay una reacción machista que se llama “cultura de la violación” para “culpabilizar” a la víctima y perseguirla para eludir poner el foco en lo más importante: “el límite entre la libertad sexual y la violencia sexual es exclusivamente el consentimiento”.