Ese primer día nunca se olvida. No tanto cuando comenzó el infierno de la violencia machista, sino aquel en el que la mujer superviviente decidió poner al fin punto y final a una indescriptible vorágine de dolor, sumisión y degradación personal provocada por su maltratador habitual. Aquel día señalado en rojo en el calendario, decidió dar un decisivo e irreversible paso adelante y ponerse en manos de profesionales para que la asesoraran y le indicaran el camino de baldosas amarillas hacia un nuevo mundo ajeno al terrorismo machista sufrido prácticamente en silencio y sin apenas complicidad en el seno familiar durante mucho, siempre demasiado tiempo. Es aquí donde comienza el trabajo de mujeres como la psicóloga Isabel Muñoz, la asesora jurídica Ivana López, la auxiliar administrativa Antonia Moncayo o la trabajadora social Rosario Castro, grupo coordinador del la red de Centros Integrales de Atención a las Mujeres (CIAM) del Ayuntamiento de Sevilla, un servicio público, municipal y gratuito para atender las necesidades planteadas por las mujeres a todos los niveles, constituyéndose en una red cercana y fundamental para la atención personalizada e integral.
Además de información y atención en materia de igualdad a mujeres residentes en la capital andaluza, la red de CIAM de Sevilla ofrece actuaciones específicas en relación con aquellas situaciones de desigualdad o discriminación por razón de género. Las destinatarias de este servicio son aquellas personas víctimas de violencia de género con identidad femenina, a partir de 16 años de edad, sin importar su orientación sexual, estado civil o situación laboral y jurídico-administrativa. Pero no queda aquí la labor multidisciplinar incansable de estas profesionales expertas en igualdad, ya que también ofrecen información a mujeres que demandan asesoramiento en recursos sociales y de carácter jurídico y psicológico desde una perspectiva de género, sin olvidar la atención a las mujeres víctimas de la violencia intrafamiliar o las que se encuentran en situación de riesgo de prostitución o trata y otras formas de explotación sexual. El asesoramiento va más allá y también se da cobertura a mujeres en situación de crisis personal o familiar y a las mujeres transexuales víctimas de violencia de género.
Un total de 33 profesionales repartidos por ocho centros en toda la ciudad de Sevilla prestan una atención integral sobre cualquier tipo de asesoramiento que necesite la mujer, no sólo relacionado con la violencia machista
“El Ayuntamiento de Sevilla hizo un esfuerzo importante en la creación de estos centros de atención a la mujer a finales de la pasada legislatura tras la aprobación en pleno municipal, que posibilitó tener ocho centros y 33 profesionales”, señala la teniente de Alcalde Delegada del Área de Igualdad y Recursos Humanos, Clara Isabel Macías. “Es una atención integral sobre cualquier tipo de asesoramiento que necesite, no sólo relacionado con la violencia machista”, añade. Estos ocho CIAM están repartidos por todos los barrios de la ciudad hispalense, desde Triana y Los Remedios, a Nervión-San Pablo, Macarena, Casco Antiguo, Cerro-Amate, Este-Alcosa-Torreblanca, Sur-Bellavista-La Palmera o CIAM Norte. Esta distribución de cercanía por distritos municipales permite que las mujeres sepan ubicar perfectamente estos centros y conozcan los servicios que ofrecen.
Desde el primer momento en que la mujer necesitada de asesoramiento para sus problemas decide llamar a las puertas del CIAM, el equipo multidisciplinar articula una red de atención perfectamente engrasada en función de las necesidades particulares de cada caso. Tras concertar una primera cita, se la pone en situación y recibe por parte de la auxiliar administrativa las primeras indicaciones para poder plantear su caso a las distintas profesionales especializadas por parcelas técnicas. La trabajadora social es la primera que atiende la demanda inicial de la mujer que acude al CIAM en auxilio. Realiza una entrevista holística de carácter general que trata de abordar “el mapa completo de la mujer en sus distintas parcelas: cómo se encuentra, su situación sociofamiliar, económica, si tiene red de apoyo, si viene de una situación de extrema vulnerabilidad, si son mujeres inmigrantes o víctimas de trata aunque hayan superado ya esa fase y aunque se encuentren en una situación administrativa irregular”, explica la trabajadora social Rosario Castro. Desde este primer encuentro, la mujer que requiere los servicios del CIAM es la que marca el ritmo de atención que necesita para resolver su caso particular. En caso de estar en situación crítica, se aborda desde un punto de vista psicosocial y se pone a la mujer en contexto con los recursos que existen en caso de intervención de urgencia. “Si hay una huida inmediata del hogar familiar hay que proyectar una casa de acogida”, especifica la trabajadora social. Además, se la pone en contacto con recursos de prevención y protección como es la teleasistencia. A partir de aquí se canaliza la atención a otra compañera. Normalmente, es derivada a su vez en casos de violencia tanto a la asesora jurídica como a la psicóloga al unísono.
Esta atención integral es precisamente la que caracteriza a estos centros CIAM. “La atención siempre es interdisciplinar”, explica la psicóloga Isabel Muñoz. “No trabajamos los casos por parcelas, se canalizan, pero no significa que cada una trabaje su parte individualmente, sino que después nos reunimos y coordinamos para que todas vayamos en la misma línea, siempre respetando los momentos que marque la mujer demandante”. Es muy importante en este contacto de las profesionales con la mujer necesitada de ayuda “no forzar nada” la situación, ya que “son ellas las que deben tomar las decisiones, con nuestra orientación, nuestro apoyo y asesoramiento, eso sí”, especifica la psicóloga.
Desde el primer momento en que la mujer necesitada de asesoramiento para sus problemas decide llamar a las puertas del CIAM, el equipo multidisciplinar articula una red de atención perfectamente engrasada en función de las necesidades particulares de cada caso
Desde el punto de vista psicológico, la experta asegura que es decisivo el momento concreto en que la mujer llega solicitando ayuda al CIAM. “Antes nos venían desde el desconocimiento y ahora ya llegan directamente con la denuncia puesta”, especifica la psicóloga. “Pese a todo, aunque hayan puesto la denuncia, aún no se reconocen como víctimas de violencia machista, les cuesta entender, porque creen que no cumplen con el perfil que se supone que tienen que tener estas víctimas”, concreta Isabel Muñoz. “Es importante hacerles ver que es normal que ellas aún no se reconozcan como víctimas, lo que no es normal es lo que les ha ocurrido”. Esta máxima general es una decisiva primera aproximación a la mujer víctima de la violencia machista por parte de la experta. A continuación, también es clave trabajar la denominada “dependencia emocional”. “Aunque le pongamos el apellido ‘emocional’ no es más que como cualquier otro tipo de dependencia a cualquier sustancia. Para ellas, su objeto de dependencia es su pareja”, explica la psicóloga del CIAM de Sevilla. En aquellos casos no relacionados con violencia de género sino sólo sobre separación de pareja, reciben asesoramiento sobre cómo deben abordar el tema con los hijos.
Los problemas principales que deben solventar a diario estas profesionales con cada caso particular coinciden en muchas ocasiones con el hecho de que los recursos no están disponibles precisamente en el momento que más los necesitan estas mujeres. Por ello, aunque las expertas dejan a las mujeres que marquen el ritmo que más necesitan en cada caso particular, también demandan de ellas que participen en un grupo, en una intervención concreta. Y lo que es más decisivo aún: los tiempos que requieren estas víctimas no se corresponden con los tiempos judiciales.
“Un juicio llega después de dos años. Si nosotras, tantos las profesionales como la denunciante, hemos hecho bien nuestro trabajo, ellas se encuentran muy recuperadas, pero en ese momento no cumplen el perfil de víctimas”, detalla la psicóloga. “En el ámbito judicial, les cuesta mucho entender los plazos, los tiempos, las resoluciones, no entienden por qué se mantienen las visitas, e incluso hay una extraña publicidad en la que se asegura que, de entrada, la mujer se lleva a los niños con ella. Hay que explicarles la realidad en el ámbito judicial, que es complicada, y tienen que ser conscientes de ello, de ahí que les cueste entenderlo, pero es la realidad y no se les puede mentir”, explica la asesora jurídica Ivana López.
Estas profesionales que dan un primer apoyo y asesoramiento interdisciplinar a estas víctimas de violencia machista dejan muy claro que en ningún caso “convencen” a las mujeres para que den el tortuoso paso de la vía judicial, sino que “asesoran”. “Se las informa, se las asesora, se las acompaña, pero la decisión final es de ellas”, concreta la asesora jurídica.
“Es importante hacerles ver que es normal que ellas aún no se reconozcan como víctimas, lo que no es normal es lo que les ha ocurrido”
Estas profesionales consideran “un riesgo” que las mujeres víctimas de violencia machista hayan denunciado a sus agresores sin estar convencidas del paso dado e incluso de que son realmente víctimas de una situación de violencia de género. “Si no lo han interiorizado siempre pueden dar un paso en falso y nosotros lo contemplamos como un indicador de riesgo para ella”, explica la trabajadora social Rosario Castro. Como muchas de ellas son mujeres y madres, precisamente cuando perciben que el riesgo afecta directamente a sus hijos es cuando se dan cuenta de la situación real en que tanto ella como sus hijos se encuentran inmersos. Es en ese instante concreto cuando deciden salir de ese hoyo en que están sepultadas sin que hasta ese momento hayan sido conscientes de ello personalmente. “En todos estos casos hay un clic que las despierta: pueden ser los hijos o una infidelidad en la pareja”, apunta la psicóloga. Precisamente aquí es cuando se destaca la importancia que tienen muchos clichés falsos en las actuaciones erróneas de estas mujeres en el proceso de acudir a uno de estos centros especializados para denunciar su caso concreto. Es el caso específico de la figura del “abandono de hogar”. “Muchas mujeres llegan diciendo que no se pueden ir porque las va a denunciar su agresor por ello”, explica la trabajadora social del CIAM sevillano. “Debemos desmontar muchos mitos e informarlas de sus derechos para que puedan sentirse verdaderamente apoyadas”, añade. “Es un camino muy largo”.
Otro aspecto importante es el tratamiento que tienen los menores en estos casos de violencia machista. “El padre sigue teniendo potestad para decidir sobre ellos y él no va a permitir que se les atienda como víctimas de violencia que son y como recoge la ley”, apunta la psicóloga, quien mete el dedo en la llaga cuando señala que aún la justicia permite que un maltratador pueda ser reconocido como “un buen padre”, aunque la ley actual lo descarte ya por completo.
“Sería ideal que en colegios, servicios sociales o centros de salud, entre otros, existiera una capacidad de detección más precoz y así cada mujer víctima llegara a nosotras antes del estallido final”, señala una trabajadora social del CIAM
Para que estas mujeres den este decisivo primer paso debe haber existido antes un proceso informativo sobre la cobertura de estos centros, aunque las propias profesionales del CIAM sevillano confirman que es el boca a boca el modelo que más eficientemente actúa para poner este servicio público de expertas en la materia en la órbita de estas mujeres. La situación de desconocimiento en general que hace años estas mujeres vulnerables evidenciaban en sus primeros contactos con las profesionales del CIAM ha tornado en una nueva dimensión del proceso y actualmente ya son muchas las mujeres que llegan para recibir asesoramiento después de haber interpuesto una denuncia de violencia machista en los juzgados. “Esto supone un avance pero también un riesgo, porque algunas mujeres se dan cuenta que no han denunciado todo lo que deberían”. Es aquí donde la trabajadora social lanza una voz de ayuda para que exista un mayor grado de implicación y compromiso en todas las instituciones y organismos implicados directa o indirectamente en la lucha general contra la violencia de género. “Sería ideal que en colegios, servicios sociales o centros de salud, entre otros, existiera una capacidad de detección más precoz y así cada mujer víctima llegara a nosotras antes del estallido final”, apunta Rosario Castro, quien añade que la parte positiva de estos momentos es que exista mucha más información y divulgación. “La mujer se siente ya más fuerte y concienciada para poner una denuncia, aunque siempre es más interesante trabajar la prevención”, señala. Porque aún hoy existe una confusión generalizada entre las mujeres que creen que para acudir a recibir ayuda a los CIAM debe haber interpuesto con anterioridad una denuncia contra su agresor y esto no es así. “Sea cual sea su situación legal en España se las atiende a todas”, confirma la auxiliar administrativa Antonia Moncayo. “Nuestra puerta de entrada siempre está abierta”.
Clima regresivo y negacionista
El avance imparable de la concienciación y lucha contra todo tipo de violencia contra la mujer se está viendo enturbiado de un tiempo a esta parte por un clima regresivo y negacionista que está llegando incluso a los estratos más jóvenes de la sociedad. Pese a ello, estas profesionales que viven día a día con esta dramática realidad y palpan todos sus vaivenes no decaen en su estusiasmo y afán por ver la parte positiva a tanto dolor que trae consigo la violencia machista. “En el feminismo, cada vez que se supera un obstáculo encuentras el siguiente”, sentencia Rosario Castro. “Ahora se habla mucho del negacionismo, pero es algo que viene sufriendo el feminismo desde que nace”, añade la trabajadora social. “No hay que darle más importancia de la que tiene para no otorgarle mayor protagonismo. La pena es que cala en las propias mujeres y te lo puedes encontrar en algunos discursos de ellas”.
Las profesionales destacan que deben hacer una labor ímproba en la concienciación de estas mujeres cuando llegan a sus manos porque acuden con una “publicidad engañosa” repleta de clichés falsos de tinte negacionista que ataca directamente sus derechos más fundamentales como presuntas víctimas de violencia de género. “Ser víctima de violencia de género no es que te haya tocado la lotería, no te llueven ayudas del cielo, ni te montan un piso”, aseveran tajantes al unísono las expertas del CIAM. La realidad siempre es dura y contundente a la vez: un juez que mira para otro lado, las visitas a los hijos las mantienen los denunciados, el progenitor no pasa la pensión de alimentos… “Acudir a una comisaría para denunciar un hecho terrible no es de buen gusto para ninguna mujer. ¿Cómo se puede dudar de ellas?”, se pregunta la psicóloga. Se da incluso el caso de chicas jóvenes que acuden al CIAM convencidas de que el agresor “no les ha hecho nada malo”, según sus propias palabras, aunque las evidencias del maltrato sean palpables. No son pocos los casos de mujeres que intentan a toda costa ocultar su situación a los propios hijos y son después “desacreditadas” por su entorno familiar en el tortuoso proceso judicial.
Dar el primer paso
En el decisivo y valiente primer paso de dar la voz de alarma, ese momento que nunca ya tendrá vuelta atrás, siempre hay una chispa, un motivo que lo clarifica todo. “Si no lo dan morirían. En un ciclo de violencia, cuando desaparece la conciliación y la esperanza del cambio es cuando dan ese paso, porque ellas siempre mantienen la esperanza de que ellos van a cambiar”, señala la psicóloga de este centro sevillano. El agresor controla la situación en todo momento y sabe cómo hacerlo para separar a su víctima de su entorno social más cercano y aislarla poco a poco hasta convertirla completamente en un ser totalmente sometido a su designio. Y lo peor de todo es que las víctimas van normalizando una situación que no lo es en absoluto.
“Ser víctima de violencia de género no es que te haya tocado la lotería, no te llueven ayudas del cielo, ni te montan un piso”, aseveran tajantes al unísono las expertas del CIAM
Una vez que la venda se les ha caído de los ojos y las mujeres acuden al CIAM, reciben asesoramiento jurídico en todo momento y un acompañamiento de principio a fin del caso, “tanto si quieren como si no quieren denunciar” a sus agresores. “No pasa nada porque no quieran denunciar, hay que respetar los tiempos”, subraya la jurista del grupo. “Se les aclaran muchas dudas, porque el proceso judicial es muy farragoso y llegan con una idea totalmente equivocada en muchos casos”, apunta Ivana López.
Pese al concienzudo trabajo multidisciplinar que se realiza por parte de estas profesionales, también hay casos de mujeres que acuden a ellas y se van sin haber dado paso alguno, con el mismo problema a cuestas y sin solucionar nada. “Profesionalmente es una gran satisfacción comprobar, en algunos casos que hemos llevado desde el inicio hasta el final, que vemos a una mujer nueva”, explica la jurista. “Siempre algo queda en ellas”, añade la trabajadora social.
Nuevo perfil de mujer víctima de violencia machista
Entre las mujeres que acuden para recibir ayuda a los CIAM, se está percibiendo un nuevo perfil de mujer víctima de violencia machista muy joven. Las profesionales perciben con claridad que el papel de las fakes news está actuando claramente de forma muy negativa en esta lucha. “En las chicas jóvenes todo es mucho más rápido. Lo que puede tardar años en una situación de violencia habitual, en las víctimas más jóvenes la dependencia es inmediata, a los pocos meses de iniciada una relación”. La psicóloga confirma que se hace “mucho más difícil llegar a ellas” para desmontar todos los clichés que han asumido sin dudarlos. “Trabajar con jóvenes es más complicado, porque me lo está diciendo una señora mayor sentada en el despacho, piensan”, ironiza Isabel Muñoz. “No tienen muy claro qué es la violencia de género y no se sienten identificadas con lo que es una víctima. Se las puede definir con el término de ‘princesas guerreras’. Hemos criado a niñas y mujeres muy empoderadas, pero que cuando te cruzas en tu vida con un agresor corres mucho riesgo, porque ellas se defienden y responden a la agresión”. Alertan estas profesionales sobre “un mensaje muy distorsionado de lo que es la igualdad”, donde el empoderamiento se confunde con la propia violencia que ejercen los agresores para someter a sus víctimas desde un autoritarismo patriarcal de libro. Estas trabajadoras por la igualdad advierten: “La desinformación y la distorsión de la misma son más peligrosas incluso que el propio mensaje negacionista”.
Cuando surge el debate en torno a la palabra maldita de “chiringuito”, espoleada por la ultraderecha negacionista de la violencia machista para referirse a centros públicos donde se lucha por la igualdad y contra la violencia sobre la mujer, el mensaje desde el CIAM es taxativo: “La lucha contra la violencia de género está contemplada en la declaración de derechos humanos. En España el estado del bienestar está protegido y, por tanto, es responsabilidad de las administraciones públicas prestar esta atención desde el punto de vista integral”, señala Rosario Castro.
La auxiliar administrativa del CIAM explica que ha trabajado en muchos servicios públicos de todo tipo, pero que sólo desde que entró a trabajar en este centro de atención a la mujer ha sido cuando ha necesitado dar explicaciones del trabajo realizado “incluso a amigos”. “Esto existe y yo lo veo a diario, no se trata de creer o no creer”, añade Antonia Moncayo.
Tras las últimas olas de feminicidios de diciembre y enero pasados, el equipo de gobierno del Ayuntamiento de Sevilla llevó a pleno municipal nuevas medidas para implementar la lucha contra estos crímenes, divididas en tres bloques, basados en la sensibilización, formación y atención. Sólo Vox se opuso, explica la directora general de Igualdad del consistorio sevillano, Teresa García. El argumento esgrimido por la ultraderecha para oponerse es que, tras dos décadas de lucha desde las instituciones públicas, “la violencia de género no ha parado”. “Para responderle hay que ponerle ejemplos absurdos: el mismo tiempo llevamos en las campañas contra los accidentes de tráfico y siguen ocurriendo”. “Cualquier euro que se dedica a esta lucha salva vidas”, sentencia la directora de Igualdad.
Por último, estas profesionales lanzan un mensaje de colaboración a la inmensa mitad de la población global del planeta que representan los varones. “Nosotras podemos hacer muchas cosas a favor de la lucha por la igualdad, pero os necesitamos a vosotros los hombres”, reclama Teresa García. “Los hombres no pueden ser meros espectadores en esta batalla”. Para ello, toman como referente la famosa frase del escritor portugués José Saramago: “La violencia de género es un problema de los hombres que sufren las mujeres”.
No existe más bella metáfora vital en el trabajo diario de este equipo de entregadas profesionales que la que representa el pequeño y coqueto huerto que, tanto estas profesionales como las mujeres que acuden al CIAM, miman a diario en las instalaciones del CIAM del barrio de Amate como terapia para ahuyentar las fauces de este monstruo llamado violencia machista.