Antonio Carbonell no es sólo un poeta que escribe, también es un poeta muy curtido en el mundo de la poesía. Creo que esta distinción es importante a la hora de reflejar el hacer de aquel que se dedica al espacio de los versos. Él escribe poesía, sí, pero también dedica mucho tiempo a aprender a través de intensas lecturas de otros poetas. Es así, de este modo, que cuando el mismo compone, siempre acompaña en sus elaboraciones una conversación profunda con esos otros. En esta ocasión, y con motivo de esos mismos diálogos, tenemos la oportunidad de hablar sobre su experiencia como invitado, y representando a Granada, en un encuentro tan lleno de simbolismo, en la V edición de las artes organizado por la ciudad de Tánger.
¿Porqué este encuentro de poetas?
Éste encuentro fue propiciado por el Foro de Pensamiento Cultura y Creatividad, al abrigo de la UNE, dentro de la V edición del Festival de las Artes en la ciudad de Tánger, BASSAMAT, al cual en esta ocasión, Granada ha sido la ciudad invitada. Cuatro jornadas en las que poetas marroquíes y granadinos hemos compartido versos, presentaciones de libros, música de allí y de aquí, coloquios y homenajes como los dispensados al pintor marroquí Abdelaziz Atefi y al profesor Granadino Bernabé López García. Una excelente ocasión propiciatoria de encuentros entre países tan cercanos como, a veces, distantes cuyas culturas van entrelazadas desde hace tanto, aunque los intereses de los poderes que gobiernan aquí y allá se empeñen en establecer fronteras divisorias por pura conveniencia.
Cuéntenos su experiencia allí
Ya conocía algunas ciudades de Marruecos, pero Tánger no estuvo entonces en el itinerario. Descubrirla desde el ferry aquella tarde provocó en mí una cautivadora sorpresa. Asomada a dos mares la ciudad insinúa, desde un verdor inaudito, la sensualidad entrevista de sus misterios. El exceso de luz resalta la arquitectura de una urbe de expansión moderna que en su corazón guarda respetuosa una más que interesante amalgama de vestigios del pasado y lo acerca hospitalaria a los sentidos del viajero. Solo impresiones y destellos de asombro por doquier puedo añadir sobre Tánger, ya otras y otros tantos han retratado con pasmosa y brillante nitidez, con exacta precisión la envolvente magia con que les atrapó para siempre esta ciudad donde un aparente caos convive con ese cadencioso transcurrir del tiempo cotidiano que aquí perdimos y ya desconocemos.
¿qué tiene que decir la poesía a un mundo tan agitado?
La poesía siempre tiene tarea pendiente. Estos tiempos nos arrastran, nos avocan al sinsentido y el poder hace oídos sordos porque quiere más poder y más dinero. Cualquier arte debe dar que pensar, debe hurgar sin pudor donde escuece, señalar con su dedo al asesino, zarandear esta pasividad, éste dócil acatamiento de rebaño, esta enfermedad que nos regalan porque le conviene a la maquinaria diabólica que hoy mueve el mundo. Por cada persona que rectifica en algún momento su vida, el arte tiene sentido en la impiedad lícita de abandonar la tiranía humana, atreverse a la rebeldía de ser una o uno mismo.
¿La poesía es una gran herramienta para romper barreras? ¿porqué?
Creo que al asomarnos dentro, al mancharnos las manos, la forma de reflejarse nos entretiene, porque deja entreabierta la interesante posibilidad del extravío, de saltarse la norma para reconocerse sin pudor al margen del otro. La poesía es una herramienta, uno de los utensilios con los que accedemos a la posibilidad de construir y preservar la propia libertad que nos brinda el arte. Cuando la poesía se atreve nos expone tan iguales como nuestras diferencias, únicos en lo esencial, idénticos en nuestros singulares vacíos. Más allá de paisajes y culturas, del lastre venenoso de las religiones, siempre el arte quita vendas, suele reconciliarnos con lo natural y nos recuerda que aquí se viene a vivir.
¿Qué ofrece Granada a la poesía?
Granada brinda a la poesía su bruma, un rumor de ríos subterráneos y acequias. Contra la sucia arquitectura de tanto edificio colmena como prolifera en las ciudades se intuye, en su entramado de calles antiguas y jardines secretos, de patios donde el agua insiste frente al verdor de las macetas, susurrante como una conversación discreta entre fragancias todavía. se presta la ciudad y se regala a los sentidos de par en par. Contra la tóxica prisa que arrastra ella se asoma curiosa, emocionante, donde el sosiego es derroche y bálsamo para que el legado de otras culturas desnude inesperado el anestesiado asombro en su esplendor entero. Son otros estos tiempos pero en lo que escapa a la herrumbre de los años resistiendo tiene el beneplácito de una pequeña eternidad: la del orfebre engarzador de palabras contra tanta fugacidad como nos devora.