“Niños raros, niños solitarios, arrinconados por una herida, que, a base de sangrar, les llevó como un denso río hasta su verdad. Niños que antes de que todo empezará a romperse, ya venían quebrados. Desubicados en un mundo de entendimiento y costumbres aún primarias… Tiempo después, serían ellos los encargados de engendrar y acompañar a la remesa de futuros Gametos…”
Pocas veces me he sentido tan identificado como resumen de mi existencia en la actual vida, como en este párrafo del libro "Tierra dos" de Maya Reyes.
En su lectura, experimenté gran sincronicidad entre lo que estaba leyendo, y mensajes que recibía de personas canalizadoras que no conocen a la autora. Un símbolo del libro que son los corazones alados dentro de un sol, una de las personas me hablaba de un innovador proyecto cuyo sello es un corazón alado, y otra como le acaban de publicar su cartel en el metro de Barcelona cuya identidad es un corazón dentro de un sol.
Llamar ciencia ficción a la información que aporta Maya es un reduccionismo editorial. Sin hacerte un spoiler, si te digo que Tierra Dos está dentro de cada ser, y lo que narra Maya está ocurriendo en nuestro interior.
Gonzalo Osés: ¿Es que hay más de una Tierra?
Maya Reyes: Creo que hay una Tierra diferente en función de lo que podamos dar nosotros en ella.
GO: ¿Qué tiene de especial esta Tierra Dos?
MR: En Tierra Dos hay un objetivo natural que no va hacia la consecución de nada externo, sino que más bien es una implosión de autenticidad y la autenticidad sólo puede llevar al reconocimiento de tu propia esencia.
GO: ¿Es una Utopía?
MR: Algunos han leído este libro como una distopía; está todo en el ojo que percibe.
GO: ¿Quién es Maya Reyes? ¿Una escritora? ¿Una actriz? ¿Alguien que cuenta historias?
MR: El personaje que te quieras montar para cada momento solo traerá esclavitud. Intento no fiarme de las calcomanías que llaman identidad. Me gusta más bien pensar que soy un motor del arte. Me gusta pensar que soy el arte expresándose y san se acabó.
GO: ¿Te has sentido esclava de tus ideas?
MR: Me he sentido esclava de la imagen que se supone que debo de tener.
GO: ¿Crees que tu profesión o profesiones tienen la culpa?
En el fondo buscamos un espejo en el que poder mirarnos. Intento que no se me olvide que ese reflejo no soy yo; ni por supuesto soy el espejo. Soy la que mira y quien posee una conciencia que ni el reflejo ni el espejo tienen, y claro, la libertad también de mirar a otra parte.
GO: ¿Cómo fue el proceso de escritura de esta novela?
MR: Fue como cocinar un plato. Iba dando a probar lo que me iba saliendo y entonces me enteraba de que necesitaba tomillo, salsa de tomate, sal…
GO: ¿A quién se lo preguntabas?
MR: Se lo preguntaba al propio plato: dime qué es lo que quieres de mí, qué te puedo ofrecer para que sepas exactamente a lo que tienes que saber.
GO: ¿Tu fuiste una de esas Niñas Cristal de tu historia?
MR: Yo era de Acero. Aunque el concepto de cristal se haya utilizado hasta la infinidad en diferentes contextos y que puede que esté ya muy trillado, a mí me gustaba como material en sí: puede romperse en muchos pedazos, rajarse y continuar servible, dejar pasar la luz, reflectar, iluminar, clavarse; a veces es transparente y otras completamente opaco..
GO: ¿Qué encuentras en la escritura que no tienes en la interpretación?
MR: Son disciplinas individuales aunque beban una de otra. La escritura es un territorio en el que yo puedo tomar las decisiones. Puedo indagar en lo que se me antoje sin tener que pedir permiso a un director, a un dramaturgo, al productor… Mi voz es la que manda y es incluso más libre que mi mano y mi voluntad. Así que es un lugar en el que me expreso con todas las consecuencias y al mismo tiempo no habla nadie. Básicamente no tengo que dar cuentas de nada… bueno, a veces sí.
GO: ¿Has tenido que dar explicaciones por lo que has escrito en Tierra Dos?
MR: Alguna…, siempre hay gente que me importa a la que pienso que puedo ofender.
GO: ¿En qué andas ahora?
MR: Estoy enfrascada en dos guiones de largometraje.
GO: ¿Y de narrativa tienes proyectos?
MR: Quiero publicar una autoficción que tengo terminada y un libro de relatos fantásticos.
GO: Autoficción…. ¡echen a temblar!
MR: Yo ya he empezado. Mis historias dan para siete de estas. Soy muy afortunada de la vida tan apasionada que he tenido; mi cristal está hecho mierda, de acuerdo, pero lo que me río cada vez que me reflejo en él.
GO: ¿Está en clave de humor?
MR: Siempre. No olvides que soy una cómica.
GO: O eso te has contado…
MR: Y qué importante saber que solo es otro cuentito más, ¿verdad?
GO: Libertad ante todo.
MR: Elige tu propia aventura. Habita tu propia Tierra.
GO: ¿Tienes editorial para estos nuevos libros?
MR: Aún no, espero que aparezca la oportunidad pronto..
GO: Creo que también estás dando cancha a la poesía. Te viene de familia.
MR: Mi abuelo, Adolfo Castaño, era un gran poeta. Llevo su faro iluminando delante.
Sí, a ver qué pasa con eso. Me gusta escribir poesía. No tengo claro lo que estoy haciendo pero lo disfruto. De jovencita creé un grupo con un amigo cuyas canciones solo escucharon pocas personas porque no subimos jamás a un escenario; pensábamos que era solo un entretenimiento para nosotros, algo experimental para mí y un lugar de libertad para él que era un músico profesional. Me arrepiento de no haber insistido más en aquello, la verdad. El caso es que en las canciones que hicimos, que he de decir que estaban muy bien, pude volcar muchos de mis poemas. Cuando el grupo terminó pensé que la poesía que continuaba escribiendo seguía siendo ese apéndice de divertimento, no más, algo para verter mi deseo, ira y otro tipo de emociones. No lo sabía, pero ahora sí que soy consciente de querer explorarlo, sacarlo fuera y compartirlo con el lector.
GO: Dime algo para cerrar esta entrevista.
MR: Ayer, al atardecer, aquí en el paisaje seco de esta costa, ví ponerse el sol detrás de las colinas. El recorte era tan suave que me recordó a esos cuadros hechos con arena sobre pantallas de gel de colores que parecían los paisajes desiertos de Venus, de Marte... ¿Te acuerdas de eso? Los vendían en los paseos marítimos del Mediterráneo allá por los noventa. Ayer mientras paseaba los recordé. Me dije, estaría bien una Tierra Dos así.
GO!