Javier Márquez Sánchez: “Habrá que volver a galopar para devolverlos a la mar”

El polifacético periodista y escritor se desmarca ahora con un contundente y visceral poemario donde el desamor quiere ganarle la partida infructuosamente al amor, que despliega a raudales en versos de intensidad desbordante

13 de Julio de 2024
Actualizado el 15 de julio
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Javier Márquez “Habrá que volver a galopar para devolverlos a la mar”

Quien aún no conozca personalmente o a través de su obra ya prolija al gran Javier Márquez Sánchez (Sevilla, 1978) no sabe lo que se pierde. Ya están tardando para adentrarse en sus novelas, relatos o incluso en sus canciones reposadas y fronterizas que ofrece a sus asiduos en los pocos ratos libres que ahora le deja la pequeña Alba. Y para asombro de propios y extraños, decide que ha llegado el momento de ofrecernos un poemario que va directo al músculo enamoradizo como la más salvífica de las inyecciones intracardiacas. Porque Poemas de medianoche para botellas vacías y corazones solitarios (Loto azul) rinde un sentido homenaje a todas aquellas almas a las que el desamor ha descarriado por caminos pedregosos. Y todo ello porque este sevillano empedernido, perdido desde hace años en las calles del Madrid más singular, “cree y quiere”, en palabras de Carlos Salem. Los dos verbos que mejor definen a un culo inquieto siempre con algo que decir y hacer.

…Y también poeta. ¿Qué más podemos esperar del Javier Márquez Sánchez periodista, novelista, ensayista, cantante y editor después de esta enésima sorpresa?

Como repetía como un mantra Juncal, aquel entrañable sevillano ilustre creado por Jaime de Armiñán, “Nunca se sabe…”. Ahora ando dándole vueltas a poner en marcha un corto documental, ya veremos si sale la cosa. De un modo u otro, la cuestión es estar siempre contando historias. De algún modo, vivo a través de las historias que voy creando.

Se nota a simple vista que sus poemas no han nacido de ayer para hoy ni son flor de un día, y que llegan reposados desde hace años. ¿Por qué precisamente ahora se muestra así, más a pecho descubierto que nunca gracias al poder de la poesía?

Cualquiera sabe, son de estas cosas que, te levantas un día, y algo ha hecho clic dentro de ti, y de pronto ya no te afectan determinadas cosas o te resultan indiferentes otras. Entonces te sientes preparado para salir a pecho descubierto y enfrentarte a los demás a porta gayola. Pero, efectivamente, no ha sido cosa fácil. Algunos de estos poemas han pasado más de doce años en el cajón hasta que me he sentido listo para compartirlos.

El gran Carlos Salem, en un precioso prólogo a su poemario, califica de recuento de pérdidas” y despedidas con gratitud” buena parte del poso que dejan algunos de estos poemas. ¿No hay poeta que se precie sin desamor?

No hay creador que se precie sin desamor, es la mayor fuente de inspiración. Creo que el sufrimiento es una condición innata a la condición artística -con la excepción, tal vez, de José Manuel Soto y Bertín Osborne-. Ser feliz es una putada, decía Sabina, porque si eres feliz te dedicas a vivir y no te sientas a escribir. Puedes escribir un día sobre lo bonitas que son las margaritas y el trino de los pájaros, pero esa sensación de plenitud no dura mucho. La melancolía, en cambio, se te enrosca al alma como una serpiente.

En este muestrario de canallismo ilustrado” (otra vez Salem), disfrutamos de la carnalidad del amor, de la soledad a la que aboca el desfiladero del conformismo” o el abismo de la monotonía”. Mejor solo que mal acompañado, reza el dicho. Pero sin el dolor que supura todo amor no existiría poesía que lo resista, ¿no?

Exactamente. Para decir “mejor solo que mal acompañado” hace falta estar en compañía de manera más o menos habitual, lo que permite así regodearse en esa máxima. “Ya lo decía yo, mejor solo…”. La pasión y la obsesión comparten frontera, y en ocasiones, la obsesión por amar y ser amado va más allá de la persona en cuestión; lo que causa adicción es la experiencia. De ese drama nacen muchos poemas. Y muchas tragedias. Son demasiadas fronteras difusas.

“De algún modo, vivo a través de las historias que voy creando”

También hay mucho de melómano empedernido en la cadencia de sus versos y en el contenido, y de cinéfilo irredento, por supuesto. ¿El cóctel perfecto para sus versos canallas?

Yo soy un tipo apasionado, suelo vivirlo todo con bastante intensidad. Y desde que era un adolescente la música, el cine y la literatura han sido tres de mis grandes pilares. Cuando sufro y cuando soy feliz suele haber una canción o una película que vienen a mi cabeza y refuerzan esas emociones. Es inevitable que estén presentes esas referencias en todo lo que hago.

Siempre más cerca de la infelicidad que otorga la soledad que de la dicha impostada de la pareja bien avenida, sus poemas reconfortan por situarse al límite. ¿Lo firma ahora mismo? ¿Por qué?

Me llevo bien con la soledad, tanto la buscada como la que me asalta en compañía. Me considero muy machadiano, y supongo que cumplo con aquello de que “quien habla solo espera hablar a Dios un día”. Pero creo que es muy peligroso buscar la soledad como huida a una dicha impostada, a esa pareja mal avenida, porque eso no hace más que agravar el problema. En ese caso es mejor plantarse y afrontar la situación, por más duro que resulte.

Más que derrotismo, sus poemas de desamor siempre guardan un hálito de esperanza, por muy pequeño que sea. ¿Nunca es bueno rendirse en esta lucha constante que es el amor?

Bueno, es que siempre queda el amor después del amor, que suena a película de Truffaut pero es algo muy real. Si se ha querido de verdad, si ha habido amor y respeto por ambas partes, no hay razón para que no pueda haber “otro” amor, llámalo cariño si quieres, una vez que la relación de pareja resulta inviable. Canta Kris Kristofferson: “no tenemos por qué mirar los puentes que estamos quemando”. Y como casi siempre, creo que tiene razón.

Salem lo define con dos verbos sencillos: Javier Márquez cree y quiere”. ¿Todo se puede lograr creyendo y queriendo?

Carlos es un embaucador maravilloso que ha creado en su prólogo a un Javier Márquez que me gustaría ser cuando sea mayor… Pero sí, son dos verbos importantes. Si quieres algo y crees en ello, estás un paso más cerca de alcanzarlo. No significa por ello que vayas a conseguirlo, en absoluto, pero al menos disfrutarás en el intento.

“El sufrimiento es una condición innata a la condición artística, con la excepción, tal vez, de José Manuel Soto y Bertín Osborne”

Lo malo de los amores / eternos / es lo poquito que duran”. ¿El amor perfecto?

El amor es un galimatías. Podemos hablar de amor en múltiples sentidos, casi desde tantas perspectivas como personas hablen de él. Una pareja puede sentir durante una semana un amor más apasionado que otra durante toda una vida juntos. ¿Dónde acaba el amor y empieza el cariño de la rutina? ¿O no siempre ocurre eso? Creo que solo los amantes pueden definir el amor; el suyo, por supuesto. Lo que sí ocurre es que, en muchas ocasiones, esas relaciones apasionadas, arrebatadas, de las de no poder respirar uno sin el otro, llegan al punto en el que deben dar el siguiente paso, porque nos moriríamos una vida entera con tanta intensidad. Hay amores que sobreviven cuando bajan las revoluciones, y otros no soportan la vulgaridad de lo cotidiano.

Pero no sólo de amor vive el poeta, también de compromiso. Y lo evidencia en su estremecedora bula para fascistas indecisos”. ¿La equidistancia y el ponerse de perfil son dos grandes males de nuestro tiempo que lo corroen todo?

Por supuesto, de ahí nace el peligroso blanqueamiento. Muchos no van hoy con una idea sino contra otra, y les da igual el coste. En los últimos años se ha azuzado una cultura agresiva de ir contra el supuesto oponente. Ese poema nace de una anécdota que contaba Carlos Cano sobre la dictadura argentina. Familias de misa y comunión que querían un país “como Dios manda”, y de pronto se encontraron con sus hijos muertos o desaparecidos, solo entonces se dieron cuenta de cómo eran de verdad aquellos que ellos pensaban que eran “los formales”. De aquella historia nació su maravillosa “Tango de las madres locas”. Creo que hay tomar partido, con conciencia y sin autoengaños. Y en vista de los derroteros que está tomando la cosa en toda Europa, parafraseando a Alberti, habrá que volver a galopar para devolverlos a la mar.

¿Está su mejor poema entre estos aquí reunidos o siente que aún no lo ha escrito?

Creo que nunca escribiré un poema que me emocione tanto como “La Estrella de mi Alba”, que escribí un par de semanas antes de que naciera mi hija. Sobre este libro no puedo hablarte de poemas buenos o malos, solo de poemas que me emocionan más o menos al leerlos.

Libro Javier Márquez Sánchez
Libro Javier Márquez Sánchez

 

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