La creadora y psicóloga alicantina presenta a los lectores un proyecto literario auténticamente participativo. ‘Reto. 365 días de vida consciente’, editado por Star Sale Editores resuelve cualquier duda sobre la capacidad de interacción que tiene la literatura, deberá adentrarse en los niveles de comunicación que tiene esta obra. En esta entrevista, Hernández cuestiona la automatización de la cultura actual e invita a apostar por “el valor de los pequeños gestos”.
¿Qué significa tener una vida consciente?
Se habla con frecuencia de vida consciente, y este es un concepto que puede entenderse mejor al contrastarlo con su opuesto: la vida automática o reactiva. En nuestro día a día, parece que vivimos programados, y no solo en nuestras rutinas. Esta programación alcanza también nuestras emociones, pensamientos, palabras, sueños, creencias… impregna todo nuestro y ser y nuestras formas de expresión. Ni siquiera nos tomamos apenas unos segundos antes de responder a una ofensa, o de enfrentar una situación de estrés; reaccionamos de forma automática, siempre del mismo modo, reproduciendo patrones grabados en nuestra psique. La vida consciente, en cambio, nos invita a salir del piloto automático. Abre un espacio para formularnos preguntas, efectuar elecciones, sopesar alternativas, cuestionar los argumentos de otros y exponer con claridad los nuestros. Desgraciadamente, la conciencia no es algo que, una vez alcanzada, permanezca estática. Es más bien un proceso gradual que requiere atención y práctica.
Ha creado un libro participativo, 365 días de vida consciente. Cuéntenos cómo surge esta idea.
Surgió a partir del trabajo que realizo en los talleres y la consulta. Durante estas prácticas empleo herramientas que giran en torno al amor, el perdón y la gratitud; promuevo la importancia de crear espacios oasis a lo largo del día (momentos de silencio) y el uso de la respiración consciente. Considero fundamental aprender a establecer límites, asumir la responsabilidad de nuestras decisiones y reconectar con la infancia para sanar heridas emocionales. Sin embargo, sé que muchas personas no tienen la posibilidad de asistir a talleres o seguir una terapia de manera regular. Por eso quise crear un recurso accesible, divertido, sencillo y eficaz que les permitiera activar sus recursos internos y aprender estrategias de afrontamiento. Este libro no solo invita a reflexionar y mirar hacia atrás para evaluar nuestro camino, sino que también nos anima a replantearnos ciertos aspectos de nuestra vida y a tomar acción en el presente.
Participar desde la literatura impresa, sin acudir al formato digital. Ha dado toda una lección de hasta dónde puede llegar la literatura. ¿También pensó el libro desde el punto de vista de la innovación?
Sí, lo concebí como un medio autodidacta para la sanación emocional. El lector establece una relación personal e íntima con el libro, que se convierte en un instrumento que le va a permitir explorar aspectos profundos de sí mismo, pero no desde una perspectiva centrada únicamente en los problemas. También busca conectar con las soluciones, cultivar la gratitud y dirigir la atención hacia aquello que funciona, dejando atrás el paradigma de víctima. Lo innovador es que elimina al intermediario, al otro. El libro se convierte en un espejo que refleja una versión de ti mismo que quizá desconocías o evitabas ver. Es un espacio seguro que facilita la expresión sincera, sin generar ansiedad, porque no te juzga, no tiene opiniones sobre ti ni te condena o premia. El libro simplemente recoge lo que depositas en él y te lo devuelve, permitiéndote tomar conciencia de quién eres, conocerte mejor y tomar decisiones más útiles para tu vida.
“Desgraciadamente, la conciencia no es algo que, una vez alcanzada, permanezca estática. Es más bien un proceso gradual que requiere atención y práctica”
¿Puede explicar el procedimiento de los retos, como si estuviera dándole las indicaciones a los lectores?
El sistema es muy sencillo: el libro está estructurado como un calendario, y puede empezarse en cualquier momento del año. El día en el que te encuentres será tu primer día y, preferentemente por la mañana (pero lo importante se que se haga cuando se tenga tiempo y no se prevean interrupciones), se realiza la actividad correspondiente. El libro es un cuaderno de trabajo, y los retos escritos (porque no todos lo son) se pueden resolver en él. Recomiendo no hacer más de dos al día y no enfrentarse a él con ansiedad, ni prisas, ni grandes expectativas; es un juego, hay que disfrutarlo. Tiene varios aspectos que lo hacen atractivo: Plantea estrategias sencillas que todo el mundo puede realizar. Solo se necesitan 10-15 minutos al día, ¡no hay excusa por falta de tiempo! No puede hacerse mal, es algo entre tú y tú. Anonimato total, lo que fomenta la sinceridad sin la presión de querer agradar. Variedad de actividades que lo hacen dinámico y ameno. Y, al finalizarlo, habrás adquirido herramientas valiosas, tendrás el hábito de dedicarte tiempo a ti mismo y querrás seguir haciéndolo. Para algunos será un comienzo, para otros una continuidad, y para muchos un punto de inflexión que los impulse a seguir explorando este camino.
¿Un reto en particular que le haya movido la vida?
Sucedió de repente: mi padre falleció en apenas unas horas debido al covid, me aislaron y a los quince días ingresé en el hospital en estado grave por una neumonía bilateral, no sabían si respondería al tratamiento por lo que la primera noche fue especialmente crítica. Me sentía muy débil por la fiebre y días sin poder comer ni beber. Pensé en mi muerte y no la temí, pensé que, aunque había estado bien, me hubiera gustado hacer más cosas. Y, aferrándome al recuerdo de mis hijos, me quedé dormida. No fue fácil, pero 10 días después me dieron el alta. Todavía tuve que esperar un mes y medio para poder dar un abrazo a mi madre, para poder acompañarla y apoyarla en el dolor que compartíamos. En esa espera las emociones eran contradictorias: felicidad por mi recuperación, pena y dolor por la repentina pérdida de mi padre e impotencia por no poder consolar a mi madre. Sentía que mi duelo había quedado en suspenso. Esta experiencia me obligó a enfrentarme a preguntas profundas sobre mi propósito de vida. Soy psicóloga y ayudo emocionalmente a otras personas, las motivo e impulso a superar sus propios retos. Pero estaba hundida, mi dolor era tan inmenso que me hacía dudar de la validez de mis palabras y argumentos. Me sentía una farsante y llegué a plantearme dejarlo todo porque no quería ser deshonesta. Dejé de creer en mí y en lo que hacía. Pero fue precisamente aplicando mis propios consejos y ayudando a otros como comencé a sanar poco a poco. Hoy en día estoy completamente convencida de que mi labor está llena de sentido y propósito, de que las herramientas que comparto con otros son válidas y cumplen su función y que es muy importante tender la mano a aquellos que sufren porque en esa situación, conseguir alivio, por leve que sea, supone una inmensa diferencia. El reto consistió en sobreponerme al dolor y aprender a abrazar la vida en su totalidad, sea cual sea la manera en la que se exprese.
¿Y otro que crea necesario para el individuo de la sociedad actual?
Me parece fundamental recuperar el valor de los pequeños gestos, y la importancia de conectar con los demás y no considerarlos enemigos a batir. En nuestra sociedad consideramos con frecuencia al otro como una competencia o incluso un obstáculo, cuando en realidad deberíamos fomentar la cooperación.
¿Este libro representa un rompimiento en la literatura de descubrimiento personal? ¿Es Concepción Hernández otra historia?
No lo había considerado de esa manera, pero quizá la principal diferencia de este libro es que no dicta lo que debes hacer de forma general, sino que te acompaña en un recorrido personal, guiándote paso a paso para que puedas ir descubriéndote y aprendiendo a mirarte desde una perspectiva más paciente, serena y sincera. No se trata de un manual tradicional, sino de un libro cómplice que te invita a reflexionar y a explorar sin presiones. Comparto con otros autores del género la intención de ofrecer herramientas útiles, pero mi enfoque es más sencillo y cercano. No busco imponer, convencer ni dar lecciones, sino movilizar los recursos internos y permitir que cada lector avance a su propio ritmo. El cambio se produce desde el interior, y respetar los tiempos de cada persona es crucial en este tipo de procesos.
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Concepción Hernández
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