Fernando Molinero lleva más de cuarenta años siendo una de las grandes referencias de la geografía rural. Estudioso de los espacios y de los paisajes rurales, sus obras son indispensables para entender el camino que ha conducido hasta la despoblación y el práctico abandono del territorio en muchos lugares del interior peninsular.
Sabio y curioso, como si ámbas cosas pudieran darse por separado, sigue disfrutando de preguntar al paisanaje, de descubrir términos y usos, sigue disfrutando más de escuchar que de ser escuchado. Profesor Emérito Honorífico de la Universidad de la Universidad de Valladolid, sigue siendo esa voz a la que acudir para entender qué es y de dónde viene nuestro mundo rural.
Habitual de las jornadas de Optimismo Rural en Tragacete, conversamos con él aprovechando una de las sobremesas. “Se dice que la despoblación es un problema estructural en España y no lo es. En las áreas rurales de la Costa Mediterránea, de la depresión del Guadalquivir, en buena parte del eje del Ebro o en muchas zonas del País Vasco, las dinámicas son positivas. Donde hay un problema estructural es en la España rural interior. En las dos Mesetas, Extremadura, La Rioja o Galicia, ahí sí existe una dinámica regresiva en los mayores de sesenta y cinco años son cuatro, cinco y hasta ocho veces más que los menores de quince. Eso indica que no hay vitalidad, que hay problemas de reproducción”.
Ante este hecho irrefutable, el profesor Molinero afirma que “la única solución es atraer población inmigrante, pero esta población tiene el mismo comportamiento que la nativa y acaba marchándose a las ciudades. No hay posibilidad de renovación biológica y la España rural interior pierde cada vez más población”.
No creo en la repoblación porque sigue habiendo un rechazo a vivir en los pueblos
Frente a la lucha terminológica por definir esta España rural interior, cree que “el término “España vaciada'' es completamente incorrecto, improcedente y hasta ridículo, porque indica que ha habido alguien con intención de que se vaciara y eso no ha sido así. Yo me he marchado de la España rural pero nadie me ha sacado, me fui porque no tenía otras alternativas y, como yo, se fueron seis millones de personas que emigramos en los años sesenta del campo a la ciudad. Nadie nos vació. Es resultado de un modelo económico global que tiene un resultado. No hay España vaciada ni España vacía porque aunque haya cuatro habitantes por kilómetro cuadrado hay gente en ella. Otra cosa es que le falten servicios y para ello hay que potenciar los centros comarcales para que los desplazamientos no superen la media hora y se puedan tener los mismos servicios que en las ciudades”.
Tras décadas de observar las dinámicas en el mundo rural, sabe que el problema viene de lejos y que ha entrado en la agenda política demasiado tarde para encontrar soluciones viables. Hace unos años senteció, "La despoblación no tiene solución" como quien mira al cielo y ve la tormenta a punto de descargar. Palabra de quien vivió en primera persona el éxodo másivo de los años sesenta. “De entrada, no creo en la repoblación porque sigue habiendo un rechazo a vivir en los pueblos. Se puede vivir en un pueblo y se puede vivir bien, pero sigue existiendo un problema de servicios, de centro formativos y de ocio. La universidad puede jugar un gran papel para animar a los jóvenes a descubrir el mundo rural.”
En cuanto al actual interés por el medio rural y las decenas de organización que trabajan por la repoblación o por la vuelta a lo rural cree, que “de momento los resultados son escasos. El mundo rural sigue perdiendo población, aunque puntualmente algunas iniciativas consigan pequeños repuntes como está ocurriendo aquí en Tragacete. Muchas iniciativas neorrurales van quedándose en el camino porque existe una mentalidad cultural generalizada de rechazo hacia la vida rural que no se supera de un día para otro”.
Para Fernando Molinero, “una cosa es pasar un fin de semana en una casa rural con piscina y barbacoa, y otra muy distinta es querer volver al mundo rural ni siquiera con teletrabajo. En el medio rural hay déficit de empleos, pero para crear estos empleos es necesario emprender y estas iniciativas sólo pueden venir de fuera porque los pueblos están muy envejecidos, las soluciones políticas, como la fiscalidad diferenciada, son necesarias pero no suficientes. Otro de los graves problemas del mundo rural interior es la falta de vivienda a pesar de que hay muchas casas vacías que se utilizan como residencias secundarias que ni se quieren vender, ni se quieren poner en alquiler”.
Analista fino del territorio, el catedrático emérito advierte de que “la gran recesión de 2008 se está reflejando ahora en la atención sanitaria. El déficit de personal sanitario se está notando más en el medio rural, porque las administraciones intentan cubrir los puestos que consideran más necesarios y estos suelen estar en los grandes centros urbanos. Es un problema serio que habría que corregir desde las administraciones”.
Estando en Tragacete, la Ley de Medidas contra la Despoblación de Castilla-La Mancha es tema obligado. “Es una iniciativa con muy buenas intenciones que debería transponerse a la legislación nacional. Otra cosa es que tenga eficacia, porque eso depende de la mentalidad de la gente que quiera vivir en los pueblos, de alcaldes y emprendedores que creen condiciones de vida y de trabajo en el medio rural”.
También hay nuevas realidades que influyen en esta situación, “hasta no hace muchos años, la agricultura era una profesión que ata al campo, porque las tierras están donde está, pero cada vez son más los agricultores que viven en las ciudades o los centros comarcales y sólo regresan a trabajar. Luego está el problema de las ayudas de la PAC que se dan a personas que no residen en los pueblos, ni siquiera trabajan sus tierras, lo he escrito muchas veces, Sevilla es el municipio que más agricultores tiene y Salamanca el municipio con más cobradores de la PAC. Si más del treinta por ciento de los perceptores de la PAC viven en la ciudad, la solución es complicada, porque nadie puede obligar a que cada uno viva donde quiera, la libertad de residencia es un derecho básico”.