Las agresiones a los sanitarios en Andalucía registran en la actualidad las cotas más altas nunca sufridas hasta ahora. El pasado 2024 se contabilizaron un total de 1.866 ataques, con un incremento espectacular del 19% respecto al año anterior. El Gobierno andaluz de Juan Manuel Moreno Bonilla, lejos de poner coto a esta espiral de violencia en el sistema público de salud niega la mayor e incluso ha editado un marcapáginas informativo en el que justifica implícitamente las agresiones a los profesionales sanitarios atribuyéndolas a problemas de comunicación con los pacientes.
La indignación en el colectivo por esta postura del ejecutivo de Moreno Bonilla es mayúscula y ha llevado al Sindicato Médico Andaluz (SMA), el mayoritario entre los facultativos de la comunidad, a exigir la retirada de este folleto informativo que va encabezado por el lema “Stop a las agresiones”, donde se hacen recomendaciones a los profesionales sobre “buenas prácticas en comunicación”, sugiriendo de este modo que son las malas prácticas las que provocan las agresiones. “Dar a entender que una médica embarazada a la que han tirado al suelo de un empujón, una profesional a la que han escupido y amenazado de muerte, o un médico al que le han puesto una navaja en el cuello tienen la responsabilidad de lo que les ha pasado por ser poco empíricos constituye un acto miserable desde el punto de vista moral y quizás ofrece una explicación de por qué el Servicio Andaluz de Salud (SAS) no es más duro con los agresores”, explica el Sindicato Médico en una nota de prensa.
El propio Servicio Andaluz de Salud reconoce que solo un pequeño porcentaje de las agresiones se deben a disconformidad con el trato recibido
Los facultativos andaluces añaden que, según los datos oficiales que ofrece el propio SAS, “solo un pequeño porcentaje de las agresiones se deben a disconformidad con el trato recibido”. En este sentido, la mayoría de las agresiones contabilizadas se deben a causas relacionadas “con las demandas del usuario”, al “desacuerdo con las normas de funcionamiento del centro” o a “disconformidad con el tiempo de atención”.
Los médicos andaluces aseguran que “es mucho más probable” que un profesional sea agredido porque le pide a un paciente que aguarde a ser atendido en la sala de espera, porque no le receta el antibiótico que demanda o porque no le renueva la baja, que por problemas de comunicación, como asegura el ejecutivo de Moreno Bonilla.
Los facultativos aseguran que el Plan de Prevención frente a Agresiones del SAS “no funciona” y el Observatorio de Agresiones a Profesionales “carece de utilidad práctica”. El polémico marcapáginas del SAS incide también en dar consejos a los profesionales, como que miren a los ojos al paciente, se le escuche con atención, se empatice con sus sentimientos y se le sonría, informa el SMA. “Aconseja que se le explique todo con calma y se le pregunte al final si le ha quedado alguna duda. En definitiva, describe la práctica asistencial que todo profesional aspira a desarrollar, aunque a menudo se vea imposibilitado para hacerlo por falta de tiempo y de medios, cuando no por un modelo de gestión centrado en la cantidad antes que en la calidad de la asistencia”, denuncian los médicos andaluces.