“Ha sido un callejón sin salida para los mayores , más de la mitad podría haberse salvado”

08 de Junio de 2020
Actualizado el 02 de julio de 2024
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El doctor  Guillermo Ponce atendió a los mayores durante el peor momento de la pandemia acuatro residencias de la Comunidad de Madrid. Es uno de los profesionales que solicitó poderejercer su profesión como médico voluntario en los lugares que considerómás vulnerables y con personal de riesgo más desatendido: el de las residenciasde mayores. En estos centros, donde la mayoría de los profesionales estaban debaja por posible COVID19 y no habían sido aún sustituidos. Eran los momentos más críticos de la pandemia en nuestro país. Según reconoce a Diario16,“Hasido un auténtico callejón sin salida para los mayores , más de la mitad deellos podrían haberse salvado”.

El doctor llegó ala conclusión de que “hay cuatro puntos que influyen exponencialmente en eldesarrollo del virus y sus consecuencias: el tiempo de detección del virus,aislamiento del paciente afectado, suministros inmediatos de fármacos ypersonal sanitario y auxiliar suficiente”

Solo una deellas, Cottolengo del Padre Alegre en Algete afirma que fue “un ejemplo del trabajo bien hecho”, porque aunque cuando llegó no teníanpersonal suficiente y estaban colapsados, “habían detectado a tiempo a loscontagiados y procedido a su aislamiento, cumpliendo las normas higiénicas deforma estricta y trabajando sin descanso todo el día,  en concreto el trabajo  excepcional de una única enfermera que habíaen el centro, la Hermana Laura , que contó con el apoyo de la Directora de losCentros en España la Madre Milagrosa pendiente de las demandas de estaResidencia en todo momento”

Ver morir

Desde su llegadaa Cottolengo, este médico vio morir a dos mayores, dos más fallecieron en el hospital conedades comprendidas entre 85 a 95 años,entre más de 100 personas entre residentes y personal, lo que representamenos del 5%. En esta  residencia deorigen italiano, se aseguraron de tener toda la medicación necesaria en susalmacenes,  más lo que les fuerondonando, “todas las enfermas recibieron hasta en dos o tres ocasiones Cicloscompletos de hidróxicloroquina, antibióticos, corticoide, suero terapia,oxigenoterapia, anticoagulante, etc.”

Pero ¿qué sucedió en los otros tres centrosdonde este médico también ayudó?  tristementeha sido unauténtico, callejón sin salida para los ancianos, a los que nose me permitía trasladar al hospital, según la edad, no según su esperanza devida y condiciones físicas como hubiera sido lo deseable”.

Primera líneade guerra

El testimonio deldoctor Ponce nos acerca a la realidad de la primera línea de “guerra”, donde conseguir los medicamentos, “sobre todo antibióticoshospitalarios era un proceso largo y burocrático tardando varios días en poderinyectar a los pacientes, a algunos de ellos no llegaron a tiempo; a veces elpropio médico o algún familiar hatenido que ir a recogerlos al hospital”

En estas tresresidencias de la Comunidad de Madrid cuando se aislaron a los enfermos, elcontagio del resto de residentes era elevado; la falta de personal sanitario yauxiliar y escasez de EPIS fue crucial en el desarrollo de la enfermedad.Prefiere no decir el nombre porque  “setrata de una denuncia,  fallecieronmás del 35% de los residentes por falta de asistencia médicaadecuada y eso podríagenerar mucho malestar y son demandas en las que tendré que estar implicado; lacuarta residencia, la de Cottolengo, si me autorizó”

De un totalde  372 residentes fallecieron 116 por causas relacionadas por  COVID-19, más del 31% en tan sólo unmes,  Teniendo ademásen cuenta que no se contabilizaron los fallecidos con claros síntomas deCOVID19 por no tener diagnósticopor PCR o test serológicos, cuando el Gobierno no losfacilitó” razón por la cualfue aún más grave en las residencias, opina el médico.

Pero “para mí, igual que para el resto delpersonal, no son números, son pacientes a los que he visto morir y con lafrustración de no haber tenido los medios suficientes para salvarlos, sonmás de 25 años deejercicio profesional en urgencias, emergencias y como especialista en medicinaForense, no hay margen para derrumbarse, pero sentí la marcha de muchos abuelosy abuelas que de haber podido darle el tratamiento previsto en losprotocolos, no hablo ni siquiera de los cuidados intensivos, se habrían salvado. Pienso que más de lamitad de los mayores podrían seguir con nosotros”.

En relación al protocolo sobre qué mayores podían ser llevadosa los hospitales y si fue sólo en Madrid, el doctor cree que “fue unaconsigna extendida al parecer, según me informó uno de los geriatras adscritos alhospital Infanta Sofía el reducir los traslados de ancianos de las residenciascon más de 65 años,moderado o alto grado de dependencia y con patologías múltiples,  fue siguiendoel protocolo de la Consejera de Sanidad”

El domingo 22de marzo el médico intentó trasladar alhospital hasta seis enfermas queconsideró que tenían buen pronóstico, en el 112 la doctora deguardia le explicó que por órdenesde la Consejería de Sanidad no podían enviar ambulancias aninguna  residencia. “Lo de negar los trasladoshospitalarios se produjeron por parte de los geriatras de zonas unas veces yotras directamente el 112” afirma Ponce.

Al no poder hacernada comuniqué a todos losfamiliares lo que ocurría, para que ellos mismos llevaran a sus ancianos alhospital por Urgencias; tristemente sólo uno fue a recoger a su madre.”

Esta pandemia hapuesto al descubierto muchos agujeros negros en nuestras residencias, querecordemos no son hospitales. Depurar responsabilidades debe ir de la mano dereconsiderar sus sistemas de trabajo de manera urgente; seguimos en riesgo derebrotes y las residencias siguen estando desprovistas de recursos.

Sin personalmédico y de enfermería las 24 h y sin el tratamiento médico específico orecomendado, no se pueden salvar vidas, eso solo  sucede en la ficción. Losmédicos son salvadores profesionales pero necesitan los recursos. “Nopuedo dejar de hacerles un homenaje porque sin su compromiso el desastre habríasido aún mayor. Esos trabajadores tienen nombre propio, Nacho, Ani, Laura,Nieves, etc.”

Además por laescasez de EPIS se contagiaron algunos de ellos., el mismo fueasintomático y lo supo a los 45 días de estar atendiendo a los ancianos.

Para el doctorGuillermo Ponce es imprescindible medicalizar las residencias.  “Deberíanestablecerse unos protocolos específicos de coordinación entre Asuntos Socialesy Sanidad para estos casos, que no excluyan a ningún sector de nuestrasociedad, y que entre otras cosas, faciliten el acceso farmacológicohospitalario a estos centros de forma inmediata tras las indicaciones delmédico responsable, sin que se alarguen los procesos”

El testimonio deldoctor Ponce nos da una bofetada de realidad como testigo de excepción,  de una tragedia que entre el 20 de marzo y el15 de abril llegaba a su pico más alto, y que ha provocado más de 19.400 muertoscon Covid-19 o síntomas compatibles en nuestras residencias.

Madrid puede sersólo la punta del iceberg de la desatención,  abandono e ilegalidades  que han sufrido las residencias durante lapandemia, que está aún por controlar y a espera de medidas urgentes deprevención que se diluyen ante la crispación, sinrespuestas concretas, que puedan evitar fatales consecuencias en unrebrote. 

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