“Mi hijo tras las visitas con su padre volvía con los ojos hinchados, el pañal pegado en la tripa y con marcas en el cuerpo”¿Y entonces qué sucede?Los vecinos me dicen que le ven por el garaje de casa. Joel y yo hacíamos vida en Sodupe pero dormíamos en Barakaldo. A mí me entra el miedo y le envío un sms para decirle que dejo el piso y vengo a vivir a Sodupe, sin mediar respuesta me denuncia para que no me lo permitan y que tampoco me permitan escolarizar aquí al niño. La jueza me permite escolarizar al niño en Sodupe pero no me permite venir a vivir aquí, ambos recurrimos la sentencia y entonces sí en sentencia firme me permiten vivir y escolarizar a Joel en Sodupe.Nos cambian al punto de encuentro de Bilbao pero el resultado es el mismo: el niño no quiere entrar a ver a su padre. Aquí hacen unos informes llegando a pedir un cambio de custodia porque yo instrumentalizo al niño y obstaculizo la relación, con esto el padre me denuncia llegando a poner que yo no permito que un psicólogo valore cómo está el niño, cosa que es mentira y he demostrado presentando los documentos oportunos, incluso antes de poner la demanda el padre había estado hablando con el centro de salud. En el Juzgado de Primera Instancia me dan a mí la custodia y nos mandan a Diputación a realizar una intervención terapéutica para que el niño acepte al padre. El padre recurre la sentencia.Surge entonces una situación cuanto menos kafkiana…En la primera reunión con Diputación para concretar la intervención me dicen que mi hijo está en desprotección y que yo he sido responsabilizada judicialmente de que no vea a su padre. Y yo me pregunto ¿pero si me acaban de dar a mí la custodia? Me niego a firmar eso y les presento un escrito firmado diciendo que inicien la intervención terapéutica que ha ordenado el juzgado. Llevábamos tres meses de intervención terapéutica cuando sale la sentencia de la Audiencia Provincial y sorprendentemente le dan la custodia al padre y condenan a mi hijo a tener visitas supervisadas conmigo.La sentencia de la Provincial me la dan el viernes 20 de julio con fecha de notificación el lunes 23 de julio. El miércoles 25 de julio me viene la Ertzaintza a casa con una citación urgente para entregar al niño en el juzgado el jueves 26 de julio a las 10:30. El jueves 26 el padre se llevó al niño arrastras, Joel lloraba y gritaba que no quería ir con su aita porque tiene miedo y le pega, que quiere vivir con su ama, pero nadie hizo nada. Todos consintieron que el padre se llevara a Joel arrastras mientras yo, su madre, estaba cerrada con llave y no dejaron entrar a ningún familiar.¿Todavía sin noticias de Joel?Así es. Mandé un sms al padre hace dos días para que me dijera cómo está mi hijo pero ni siquiera me ha respondido. Los vecinos dicen que no han visto salir al niño a la calle. Esto es indescriptible. Es desesperante y horrible ¿Cómo puede un niño de cinco años pasar por este infierno y que ni el punto de encuentro ni el Juzgado hagan nada cuando el padre está incumpliendo con una orden judicial? ¿Cómo puede estar pasando esto? ¿Cómo?Mientras Karen espera respuestas, el apoyo de cientos de personas es imparable. Por un lado sus vecinos acaban de sacar un comunicado apoyándola a ella y a su pequeño y por otro desde la web de Justicia para Joel acaban de lanzar un vídeo en respaldo a esta triste situación en el que se muestra “la dura realidad del caso del pequeño y lo que la justicia está provocando que no es otra cosa que privarle de su vida y marcarle de por vida si no se actúa con rapidez y se rectifica a tiempo”, expresan.
“Jamás tocó la tripa para sentir las patadas de Joel, jamás me preguntó cómo estaba y llegó a decirme que no quería que le vieran conmigo embarazada”
12
de Agosto
de
2018
Actualizado
el
02
de julio
de
2024
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Karen Gutiérrez siempre quiso hacer realidad un sueño: ser madre. El 20 de junio de 2013 lo consiguió pero ha tenido que pagar un precio demasiado alto. El padre de su pequeño Joel, denunciado por malos tratos, nunca quiso a su hijo y aprovechó el embarazo para hacerla de menos aún más. “Antes de quedarme embarazada nada era un camino de rosas, pero a partir del embarazo todo empeoró”, narra a Diario16. “Al principio tuve pérdidas, me bajaba la tensión y perdía hasta el conocimiento, por ello tuve que coger la baja y puesto que tenía que hacer reposo fui a casa de mi familia y él no quiso acompañarme. Mi madre le llamó un viernes al mediodía puesto que yo había perdido el conocimiento y no apareció hasta el sábado a las cinco de la tarde para marcharse poco después. Cuando me recuperé volví a casa”, añade.Hemos vuelto a hablar con esta mujer que ha tenido que entregar a su hijo Joel, de cinco años de edad, después de que tres jueces, dos mujeres y un hombre (Reyes Castresana García, Ana Belén Iracheta Undagoiti y Edmundo Rodríguez Achutegui) de la Audiencia de Bizkaia, decidieran retirarle a ella la custodia, concedérsela al progenitor y obligar a que las visitas que tenga en adelante con su hijo sean vigiladas en un punto de encuentro. Lleva días sin saber de su hijo, sin apenas dormir por la noche y no está quieta ni un segundo yendo “a donde haga falta” para acabar con esta situación. “Por eso pido por favor que cualquiera se sume a la petición de firmas que he hecho a través de change.org para hacer toda la fuerza del mundo y que se revoque esta decisión”, insiste.https://www.justiciaparajoel.com/2018/08/06/video-relidad-caso-joel/Un embarazo sin padreKaren, tal y como relata, se sintió totalmente sola durante su gestación. El que era el padre de su hijo jamás se sacó una foto con ella embarazada ni a ella. “Las fotos que tengo embarazada son frente a un espejo o las que me sacaba mi familia. Jamás tocó la tripa para sentir las patadas de Joel, jamás me preguntó cómo estaba y llegó a decirme que no quería que le vieran conmigo embarazada. Decía que si se hacía cacas él no iba a cambiarle el pañal porque le daba asco y que si lloraba de noche me tendría que ir a otra habitación con el niño porque él tenía que descansar”, recuerda triste.A Karen le tuvieron que provocar el parto y cuando Joel nació el padre no mostró ni un ápice de alegría. “El nunca convivió con nosotros, apenas veía al niño y cuando lo hacía ni le tocaba ni le cogía ni le cambiaba el pañal.Estando embarazada en una ocasión me dijo: ¡A ver cuándo expulsas eso!También recuerdo que cuando me corté el pelo me dijo su hermana que su hermano había tenido que ir al psiquiatra por ello y que el psiquiatra le dijo que tiene fobia al pelo corto que es como el que tiene fobia a las arañas y tiene a la araña metida en casa.Al final dejó de verle hasta que por sentencia le dieron unas visitas, Joel se tuvo que ir con alguien a quien no conocía y ahí empezó el calvario del niño.¿Cómo volvía Joel tras sus estancias con su padre? Comenzó a tener diarreas, ansiedad, terrores nocturnos, miedo a la gente, se le caía el pelo o irritabilidad. El padre venía a casa en Barakaldo a recoger al niño, y siempre lo hacía acompañado por alguna de sus tres hermanas, a veces venían los cuatro, el niño lloraba y en alguna ocasión el padre llamó a la Ertzaintza para llevarse al niño porque Joel no quería ir.Después volvía con los ojos hinchados, el pañal pegado en la tripa y con marcas en el cuerpo. Uno de los días, cuando le recriminé su estado me dio un cabezazo, otro un empujón e incluso llegó a amenazarme diciendo que si utilizaba eso en contra suyo, que el niño lloraba, me iba a enterar. Yo por miedo a sus amenazas tardé en denunciar, cuando tuve el valor necesario para poder afrontar este duro proceso puse la denuncia, la Fiscalía le pedía 18 meses de prisión y 2 años de alejamiento pero la jueza le absuelve y nos mandan a un punto de encuentro para realizar los intercambios del niño.¿Unos intercambios que cada vez hacían más daño al niño?El niño, tenía diarreas constantes, ansiedad, se le caía el pelo e incluso rompía un chupete cada vez que iba al punto de encuentro. Todo esto lo veían allí pero nunca lo han reflejado en un informe. Llegó un día en el que el niño se negó a entrar al punto de encuentro, lloraba, gritaba, le daba ansiedad, salía corriendo en dirección contraria a la puerta del punto de encuentro, se hacía pis y vomitaba e incluso se agredía a sí mismo, ha llegado a morderme a mí. Últimamente, que el niño ya habla, les ha dicho que no quiere entrar que tiene miedo que le pega, que no quiere ir a casa de aita.¿Cómo nada de esto aparece en los informes?Eso mismo me pregunto yo. Me acusan a mí de instrumentalizar al niño en contra de su padre y de obstaculizar la relación paternofilial. Llegan a decir que yo le aprieto al niño del brazo para que llore y conseguir que no entre, que me pongo delante de la puerta para obstaculizar la entrada del niño e incluso se atreven a pedir una valoración de cambio de custodia. En varias ocasiones, debido al estado de ansiedad del niño, ellos mismos han dicho que por el bien del niño no íbamos a continuar, pero luego en el informe no ponen nada de esto, por el contrario me acusan a mí.Como el niño no entraba al punto de encuentro nos mandan a Diputación para hacer un seguimiento del caso. Allí proponen una suspensión de visitas y trabajar para ver que le sucede al niño pero el padre se niega y archivan el caso. Con lo cual seguimos yendo al punto de encuentro.
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