Japón ha marcado un nuevo hito histórico al superar por primera vez las 99.000 personas centenarias, estableciendo un récord sin precedentes con 99.763 individuos de 100 años o más, según los datos oficiales del Ministerio de Salud, Trabajo y Bienestar publicados con motivo del Día del Respeto a los Ancianos. Esta cifra representa un incremento de 4.644 personas respecto al año anterior y marca el 55º año consecutivo de crecimiento en esta estadística demográfica.
Las mujeres dominan abrumadoramente las estadísticas de longevidad extrema, representando el 88% del total con 87.784 centenarias, frente a los 11.979 hombres de la misma edad. En la actualidad, Japón registra una media de 80,58 centenarios por cada 100.000 habitantes, una proporción que destaca mundialmente.
La persona más longeva del país es Shigeko Kagawa, una médica jubilada de 114 años de la prefectura de Nara, quien se convirtió en la japonesa de mayor edad tras el reciente fallecimiento de Miyoko Hiroyasu, también de 114 años. Kagawa, que se graduó en medicina antes de la Segunda Guerra Mundial y se jubiló a los 86 años, participó en el relevo de la antorcha olímpica de Tokio 2021 a los 109 años. El varón más longevo del país es Kiyotaka Mizuno, con 111 años.
Una evolución demográfica extraordinaria
El crecimiento de la población centenaria japonesa ha sido exponencial desde que comenzaron los registros. En 1963, cuando se iniciaron estas estadísticas, el país contaba con apenas 153 centenarios. La cifra superó el millar en 1981, los 10.000 en 1998, los 50.000 en 2012 y los 90.000 en 2022, mostrando una aceleración constante en las últimas décadas.
Los expertos atribuyen este fenómeno principalmente al desarrollo de tecnologías y tratamientos médicos avanzados, junto con factores culturales y alimentarios distintivos. La esperanza de vida japonesa se sitúa en 87,13 años para las mujeres y 81,09 años para los hombres, posicionando al país entre los líderes mundiales en longevidad, ocupando el cuarto lugar global con 84,8 años de media.
Los secretos de la longevidad japonesa
La excepcional longevidad nipona se fundamenta en varios pilares clave. La dieta tradicional japonesa, rica en pescado, verduras, arroz, tofu y productos de soja, aporta ácidos grasos omega-3, vitaminas esenciales y antioxidantes, mientras mantiene bajos niveles de grasas saturadas. Esta alimentación se caracteriza por el concepto “hara hachi bu”, que promueve comer solo hasta alcanzar el 80% de saciedad.
El resultado es evidente en las cifras de obesidad: Japón registra menos del 5% de adultos obesos según datos de 2022, una tasa casi cuatro veces menor que España y diez veces inferior a Estados Unidos, donde casi la mitad de la población presenta obesidad. Los niños japoneses también muestran una de las tasas de obesidad más bajas mundialmente, con aproximadamente el 4%.
El estilo de vida activo y el acceso universal a atención médica preventiva complementan estos factores nutricionales. La cultura japonesa fomenta conceptos como el “ikigai” (razón de ser), que proporciona propósito y motivación a lo largo de la vida, mientras que las personas mayores mantienen actividad física regular mediante caminatas, ciclismo y ejercicios ligeros.
Más longevos, pero con menos niños
Sin embargo, este récord de longevidad pone de manifiesto la grave crisis demográfica que atraviesa Japón. El país registró en 2024 su menor número de nacimientos en 125 años, con solo 720.988 bebés, mientras las defunciones alcanzaron un máximo histórico de más de 1,61 millones.
La tasa de natalidad japonesa se sitúa en apenas 1,26 hijos por mujer, muy por debajo del 2,1 necesario para mantener una población estable. Esto genera una disminución natural de la población de 897.696 personas en 2024, el mayor declive anual jamás registrado.
El 29,3% de la población japonesa supera los 65 años, equivalente a 36,25 millones de personas, la proporción más alta del mundo. Esta estructura demográfica plantea serios desafíos económicos, incluyendo escasez de mano de obra, presión sobre el sistema de seguridad social y un endeudamiento público que alcanzará el 232,7% del PIB según el FMI.
El gobierno japonés ha implementado diversas políticas para abordar esta crisis, incluyendo incentivos económicos para aumentar la natalidad y programas para mantener a más personas en la fuerza laboral, aunque los resultados hasta ahora han sido limitados. La paradoja japonesa ilustra cómo el éxito en longevidad puede convertirse en un desafío existencial para la sostenibilidad de una nación.