La Fundación FAES y otros laboratorios de ideas que fabrican el virus de la mediocridad intelectual

14 de Mayo de 2020
Actualizado el 02 de julio de 2024
Guardar
aznarFAES

Dicen los filósofos que de estapandemia vamos a salir más gordos, más miedosos y suspicaces, menos libres yprobablemente algo más tontos y egoístas. El futuro que se cierne sobre lahumanidad es más bien negro, y no solo por los efectos devastadores del covid-19 en la salud de los sereshumanos y en las economías mundiales, sino porque una pandemia es el caldo decultivo perfecto para que proliferen los populismos demagógicos, losfanatismos, la superchería, las sectas destructivas y los dogmatismosreligiosos. Con el coronavirus ha estallado otra pandemia que estaba tambiénlarvada, una plaga de tontuna, idiocia, incultura, cretinismo y frivolidad quepuede llevarnos definitivamente a la extinción como especie. Populistas deextrema derecha, charlatanes antivacunas, predicadores y fundamentalistasreligiosos, ufólogos, influencers, gurús de Instagram,conspiranoicos y otros descerebrados de todo pelaje y condición propagan elvirus de la desinformación y la imbecilidad a la velocidad de la luz. Ya dijoel escritor francés Ernest Renan que la estupidez humana es la única cosaque nos da una idea del infinito y tal como se está viendo ahora el hombre eraun visionario.

En los últimos días hemos asistidoa un espectáculo sociopolítico difícilmente digerible que deja atónito acualquier persona de bien y que se mire por donde se mire no tiene unaexplicación lógica ni racional. Por lo que respecta a lo social, las imágenesde jóvenes organizando botellones callejeros, clientes llenando terrazas ybares y paseos playeros atestados de gente tomando el sol (sin respetar lasmínimas medidas de distanciamiento social y exponiendo a todo el país a unpeligroso rebrote de la epidemia) hablan por sí solas y recuerdan bastante aesos momentos de las películas malas de catástrofes en las que el personal sevuelve rematadamente loco ante la inminencia de un meteorito o un tsunami y leda por cometer todo tipo de tropelías y actos vandálicos como asaltarsupermercados, robar a las ancianitas y practicar el amor libre a la vista detodos.

En medio de la catástrofe los locos y los idiotas se hacen fuertes y toman las calles, acabando con cualquier vestigio de civilización e imponiendo la ley de la jungla. Tardaremos tiempo en olvidar todas esas caras embriagadas de tipos y tipas poniéndose ciegos a cubatas a las puertas de los bares, balbuceando cosas ininteligibles y riéndose de todo, mientras la epidemia sigue cobrándose casi doscientas vidas diarias. Las imágenes que circulan por las redes sociales y las televisiones públicas y privadas sencillamente producen asco y escalofríos y nos llevan a abandonar cualquier esperanza de que la raza humana mejore en un futuro cercano.  

Pero si degradante ha sido elejemplo de los insolidarios que se han dado a esa especie de enloquecido ysuicida carpe diem en medio de lapandemia (no solo en España, sino en otros países del mundo) mucho peor estásiendo el espectáculo de algunos políticos de las derechas. Baste recordar elshow tan hilarante como penoso que está dando Isabel Díaz Ayuso, la presidenta de Madrid que se deja retratar como una virgen mártir y que ha llegadoa decir cosas como que las pizzas son sanas para los niños, que los techosaltos de los hospitales curan la enfermedad y que covid-19 son las siglas de “coronavirus diciembre 2019”, demostrandoasí que ni siquiera sabía cómo se llamaba el mal que estaba tratando decombatir. La última la acaba de soltar la diputada de Vox Carla Toscano, que ha asegurado que escuchar a Pablo Iglesias “dar lecciones de democraciaes como escuchar a Adolf Hitler darlecciones sobre el amor al pueblo judío”. Y lo dice alguien que milita en unpartido que defiende el genocidio franquista. Por cierto, en el colmo deldelirio y el disparate, Vox ha convocado una manifestación en coche paraprotestar contra el Gobierno. Y así todo.

No cabe duda de que hemos entradode lleno en un agujero negro en la historia de la humanidad, una puerta que nosconduce directamente a una extraña dimensión desconocida que llaman la“posverdad” donde los principios y valores se distorsionan, donde todo vale,donde los fascistas se erigen en defensores de la democracia y alguien como Cristina Cifuentes, expulsada de lacarrera política y procesada por turbios asuntos, se convierte en tertuliana delujo, en referente de moralidad y en líder de opinión en horario televisivo prime time.

Pero todo este mundo al revés, todo este vertedero ideológico que pone de manifiesto aquello tan manido de la decadencia de Occidente, no sería posible sin oscuras factorías políticas que por detrás, en la sombra, como sórdidos laboratorios biológicos, van fabricando los agentes patógenos intelectuales, las ideas venenosas que terminan atontando y fanatizando al personal. Hablamos sin duda de entes de pensamiento escolástico y medieval como la ultracatólica Hazte Oír, la progolpista Fundación Franco, el propio Vox como prodigiosa máquina de producir política basura o la misma Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES), “el laboratorio de ideas del PP” o think tank (“tanque de pensamiento”), como dicen los pijos, horteras y cursis. El presidente de FAES es José María Aznar, que no pasará a la historia como un faro filosófico de nuestro tiempo, y en ella figuran gente como Josep Piqué, Ángel Acebes y Eduardo Zaplana, que como intelectuales tampoco son precisamente Ortega y Gasset.

Sin embargo ahí están, produciendo informes de corta y pega, y entre todos ellos emerge la figura del gran gurú del “pensamiento trumpista” a la española: Miguel Ángel Rodríguez, más conocido como MAR. Este cree que lo importante es anular la realidad de los datos y los hechos y centrarse en convencer (aunque la verdad siempre estará ahí, como su tozudo expediente policial por conducir con unas copas de más). Para persuadir, MAR emplea técnicas de propaganda goebelsianas como repetir una mentira hasta que acabe convirtiéndose en verdad, machacar a la opinión pública con cuatro ideas fuerza muy sencillas y rudimentarias (renunciando a los matices y a la capacidad de razonar de forma compleja) y soltar mucho bulo en los medios de comunicación amigos. Al genio MAR, como jefe de gabinete de Díaz Ayuso, se le deben las últimas mascaradas y macarradas de la señora presidenta. Es lo que se conoce como un “spin doctor”, un mago de la propaganda. No en vano fue el Pigmalión que moldeó a Aznar en sus años gloriosos y como en el mito griego quizá el artista quedó atrapado por su creación y enganchado al aznarismo para siempre. Las técnicas de MAR han degradado la política durante años, lo cual explicaría que cada vez haya más mentes simples, más cerebros manipulados y menos cultura. Es, sin duda, el padre de ese cabeza rapada que sostiene el cubata y se ríe bobaliconamente del confinamiento y del coronavirus porque a él ningún comunista le dice lo que tiene que hacer. Tal cual como en su día lo dijo Aznar. Su ídolo y mentor.

Lo + leído