La segunda ola supera a la primera y deja a España al borde de un nuevo confinamiento

13 de Septiembre de 2020
Actualizado el 02 de julio de 2024
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virus, confinamiento, soledad, depresión

Cuando el Gobierno decretó el 21 de junio el final del estado de alarma, todo indicaba que la pandamie estaba, más o menos, contenida. La población estaba, prácticamente en su totalidad, concienciada del uso de la mascarilla y del respeto de las distancias de seguridad. Habían sido 3 meses muy duros en los que el confinamiento y la necesidad de información hiciera que día a día la ciudadanía mirara frente a frente a la muerte.

Sin embargo, los intereses económicos, el relajamiento en el uso de las medidas de protección y la irresponsabilidad de algunos sectores empresariales que pretendieron recuperar en la campaña de verano lo que habían dejado de facturar durante el confinamiento hizo que los contagios comenzaran a aumentar de manera exponencial hasta llegar a la situación actual en la que la segunda ola ya ha superado a la primera. Menos letal, es cierto, pero con una mayor propagación.

No obstante, uno de los factores clave para que esta situación esté colocando al país al borde de un segundo confinamiento si no se logra contener la cifra de contagios ha sido el exceso de confianza, sobre todo del sector de la población más joven. Hay que tener en cuenta que el proyecto Our world in data, en el que participan las más prestigiosas universidades del mundo, determina que para que un virus esté controlado el número de test PCR positivos debe estar por debajo del 5% y, en la actualidad, España supera el 10%.

Tras el inicio de la "nueva normalidad" muchas personas pensaron que había que celebrarlo a lo grande, por todo lo alto. Se empezaron a celebrar fiestas familiares, los locales de ocio nocturno abrían sus puertas y, en algunos casos, en su interior no se cumplía con las medidas de seguridad. En Diario16 publicamos el caso de un local en el que se repartían pegatinas para tapar la cámara de los móviles y evitar que los clientes grabaran lo que ocurría en su interior. Los botellones, las playas, la llegada de turistas, la apertura de parques, la celebración de espectáculos, etc. han provocado que los contagios se coloquen al mismo nivel que durante el confinamiento.

Ahora se ha iniciado la vuelta a las aulas sin que la segunda ola esté controlada, un hecho que pone en riesgo no sólo la salud de los niños y niñas o del personal de los centros educativos, sino de los entornos familiares y, sobre todo, de los abuelos y abuelas que deben hacerse cargo, una vez más, de los nietos y nietas porque los progenitores tienen que acudir a sus centros de trabajo.

Exceso de confianza unida a la irresponsabilidad personal y empresarial, dos factores clave que están provocando los focos de contagio y que, de no bajar la ratio en base a los resultados de los test PCR, pueden colocar al país al borde de una situación límite que finalice con lo que nadie quiere, un nuevo confinamiento que terminará de destrozar la economía que se quiso recuperar precipitadamente con la llegada del verano y del turismo.

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