Las conspiraciones del rey Juan Carlos y los servicios de inteligencia

23 de Julio de 2020
Actualizado el 02 de julio de 2024
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Juan Carlos I Emérito

«El Rey me dijo que quería quitar a Rajoy».Esta es una de las frases que la ex amante del rey Juan Carlos, CorinnaLarssen, dijo al ex comisario Villarejo, según ha publicado OkDiario.Fue el ex policía quien sacó el tema: el entonces presidente del Gobierno habíadescubierto un complot político para quitarlo de en medio y que fuesesustituido por la entonces vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, casualmentela máxima responsable de los servicios de inteligencia. «Han pillado al Troll

[por Félix Sanz Roldán, entonces director del CNI]

y a otros. Y han pilladoal Emérito. A todos reunidos», dice Villarejo en la grabación. A estainformación contestó Corinna Larssen: «Eso lo sabía desde hace tiempo. ElEmérito me dijo que quería quitar a Rajoy. Que no le gustaba».

Nuevamente los servicios de inteligencia comocimiento del poder que ejerció el rey Juan Carlos durante sus 39 años en laJefatura del Estado.  «El rey Juan CarlosI, una figura decorativa según muchos […] con la solapada complicidad degenerales, políticos acomodaticios y validos palaciegos, supo convertirse,emulando a su sanguinario predecesor, en el verdadero amo del país, en un poderfáctico real sin precedentes en la Historia de España», afirma el coronelAmadeo Martínez Inglés en su libro Juan Carlos I. El último Borbón.

Para ejercer ese poder, el rey Juan Carlos sedio cuenta de que, además del primer apoyo que tuvo de los generales franquistas,necesitaba ser el hombre mejor informado de España. Para ello, precisabacontrolar los servicios de inteligencia, y, en particular, los del Estado Mayory lo que a partir de 1977 fue el CESID.

¿Cómo ejercía ese poder frente a lospresidentes elegidos democráticamente por el pueblo? Según el coronel MartínezInglés, el rey ejercía una función de jefe de un Gobierno en la sombra quedecidía y, posteriormente, presionaba a los legítimos presidentes para quehicieran suyas las decisiones adoptadas en Zarzuela.

Martínez Inglés afirma que durante la época deAdolfo Suárez, el rey Juan Carlos «casi ejerció de “dictador máximo” alutilizar como marioneta al presidente del Gobierno […] Con la llegada de lossocialistas al poder, en 1982, el último Borbón todavía se crecería más en susubterráneo poder».

El rey Juan Carlos no tuvo ningúninconveniente en ayudar a los socialistas en desmontar el aparato franquistadel Ejército. Eso sí, según afirma Martínez Inglés, a costa de ser él quiendiese el visto bueno a todas las decisiones importantes del gobierno de FelipeGonzález, tanto las legales como las gestadas por los servicios deinteligencia, por ejemplo, en la guerra sucia contra ETA.

«Recibiría para ello el monarca informaciónprivilegiada y directa del CESID, desde la misma creación de este organismocentralizado de Inteligencia en 1977. Después, a partir de octubre de 1981,cuando colocó al frente del mismo a su íntimo amigo y confidente el coronelAlonso Manglano, su relación con este centro de información del Estado seríacontinua, especial, secreta y estrechísima. En concreto, el antiguo “paraca”reconvertido en jefe supremo de los militares/espías españoles, que hizo,sirviendo dócilmente a su amo, una brillantísima carrera militar, le informaríaregularmente, durante años y años, en La Zarzuela (a veces a altas horas de lamadrugada), facilitándole documentos secretos supersensibles. Emilio AlonsoManglano puso a disposición del último Borbón, una y otra vez, datos y análisisde los distintos departamentos de «La Casa» de los que nunca jamás dispondría(o dispondría mucho más tarde) el Gobierno legítimo de la nación, que sería«puenteado» constantemente por el general», afirma Martínez Inglés.

El rey recibía estos dossiers ultrasecretos y,cuando despachaba con los respectivos presidentes de Gobierno, gustaba debromear con ellos. En medio de la reunión, en la que se hacía el ignorantesobre asuntos que conocía a la perfección mientras el presidente de turno selucía ante el rey, Juan Carlos de Borbón soltaba, siempre entre risas, bombasinformativas de las que el jefe del Ejecutivo era absolutamente desconocedor.Al final de esos despachos se producía el hecho que dictaba quién gobernabarealmente. Así lo explica Martínez Inglés: «cuando su perplejo interlocutortodavía no se había repuesto de la sorpresa inicial, Don Juan Carlos sepermitía «proponerle», más como amigo que como superior jerárquicoinstitucional, la decisión o decisiones que, según él, un inteligente hombre deEstado debería tomar para reconducir la situación de forma conveniente».

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