Entre los militares retirados que han enviado una carta a Felipe VI advirtiéndole de los supuestos peligros del Gobierno “socialcomunista” hay alguno que habla ya de “fusilar” a “26 millones de hijos de puta”, es decir, a toda esa media España que no es tradicionalista, ultra y facha. Las soflamas franquistas que se han cruzado entre generales y militares retirados en ese chat secreto de la Decimonovena Promoción, cuyo contenido ha sido aireado por el periódico digital Infolibre, pone los pelos de punta a cualquier demócrata y persona de bien. Entre los candidatos a salvapatrias está el general Francisco Beca, que no es ningún recluta novato ni un sargento chusquero, sino que llegó a ser, nada más y nada menos, que general de división del Ejército del Aire.
El episodio es de una gravedad extrema, no solo porque hablamos de la oficialidad del máximo rango y graduación (aunque sea en la reserva), sino porque estamos sin duda ante una intriga incipiente contra el legítimo Gobierno de coalición. Ayer mismo, el teniente coronel jubilado José Ignacio Domínguez, uno de los que se salieron del polémico chat cuando se percató de que aquello despedía un naftalínico y rancio tufillo golpista, confirmó ayer en el programa Más Vale Tarde de La Sexta que el grupo llevaba funcionando más de un año, hasta que en el mes de marzo “se politizó” al extremo coincidiendo con el confinamiento por la pandemia, la radicalización de Vox, las caceroladas de los cayetanos contra las medidas sanitarias en Madrid y la ‘Operación Albatros’ para formar un futuro Gobierno de concentración nacional que dejaría fuera de juego a Pedro Sánchez y Pablo Iglesias.
Fue en esos días turbulentos cuando los reservistas de la Decimonovena decidieron enviar una carta al rey Felipe VI, pero no solo como muestra del malestar de los cuarteles por la actual situación política en España, sino como embrión de un “movimiento” nacional mucho más amplio que pretendía arrastrar a la totalidad del Ejército español a un plante con sucesivas cartas a Zarzuela. Es decir, una conspiración en toda regla que los servicios de seguridad del Estado deberían investigar hasta sus últimas consecuencias para determinar hasta dónde llegaba la maniobra. “Lo curioso es que son setenta militares en la reserva que defienden la dictadura, no la Constitución, como ellos dicen”, se sorprende José Ignacio Domínguez, que reconoce que decidió abandonar el chat al comprobar que aquello, lejos de ser una pandilla de viejos camaradas o exalumnos de la escuela militar contándose sus batallitas e historias de la mili, se había convertido en una reunión clandestina de nostálgicos del franquismo con ideas golpistas.
De la declaración de José Ignacio Domínguez se deduce que aquella supuesta ‘Operación Albatros’ tenía como objetivo colocar en la Presidencia del Gobierno a un ministro “moderado” y crítico con Unidas Podemos como podía ser la ministra de Defensa, Margarita Robles. Ella sería la indicada, según los promotores de aquella operación, para relevar a Sánchez y a los demás ministros considerados por la extrema derecha como peligrosos “comunistas y separatistas”.
La idea del golpe de timón contra el gabinete de coalición no es nueva. Cabe recordar que en el mes de marzo, en plena pandemia, Vox ya exigía la dimisión “inmediata” de Pablo Iglesias y la sustitución del Consejo de Ministros por un “Gobierno de Emergencia Nacional” que impusiera un programa político, económico y sanitario para afrontar la crisis del coronavirus. Los ultras proponían un Ejecutivo compuesto por PSOE, PP y Vox, una coalición que sumaría 260 escaños.
El chat de la Decimonovena Promoción no debe ser tomado como una simple anécdota pasajera o un episodio aislado sino como un serio toque de atención de los poderes fácticos a nuestra joven democracia. Los mensajes que han circulado en ese canal hacen numerosas referencias a “fusilamientos”, “pronunciamientos militares” (golpes de Estado) y soflamas contra los partidos independentistas. “Incluso, uno de los participantes manda un audio de saludo del líder de ultraderecha, Santiago Abascal: ‘Buenas tardes, soy Santi Abascal y me dicen que es obligatorio saludar a este grupo. Un abrazo a todos y ¡Viva España!”, informa Infolibre.
Es evidente que las ideas preconstitucionales de Vox han envalentonado al sector más carpetovetónico y africanista de la milicia española. Las connivencias entre la extrema derecha y el sector más reaccionario del Ejército acarrearon funestas desgracias a nuestro país en el pasado, como ocurrió con el golpe de Primo de Rivera de 1923 (el rey Alfonso XIII no se opuso a la asonada y nombró al general sublevado Jefe del Gobierno al frente de un Directorio militar); con el apoyo de la Falange en el “francazo” del 36; o con las más recientes implicaciones de la extrema derecha en el 23F de 1981. Haría mal nuestra democracia en pasar por alto un suceso que viene a poner de manifiesto que el aventurerismo golpista está más arraigado en nuestro Ejército de lo que cabía suponer. Es cierto que se trata de un grupo reducido de militares en la reserva con ideas un tanto friquis y alejadas de lo que es la España del siglo XXI. Pero han intentado involucrar a Felipe VI en un movimiento en la sombra condenable desde todo punto de vista por lo que tiene de intento de involución y de derrocamiento del sistema constitucional que los españoles nos dimos en 1978. Ya tarda Zarzuela en emitir un comunicado para desmarcarse de la celada que le han tendido los jubilatas de la Decimonovena. Han pasado ya varios días y el monarca no ha repudiado las palabras del general Beca. Las monstruosidades que se dicen en ese chat, los comentarios sobre el “fusilamiento de 26 millones de españoles”, merecen además de una condena sin paliativos de la Casa Real la apertura de una investigación judicial de oficio. Nada de eso ha ocurrido hasta la fecha. Lo cual produce aún más inquietud que las chaladuras de un reservista iluminado que un día soñó con ser como Francisco Franco.