Los ministros banqueros de Franco

29 de Noviembre de 2020
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Las puertas giratorias se terminaron convirtiendo en un cáncer también para Franco, que llegó a confesar a algunos de sus más íntimos colaboradores que prefería la nacionalización de la banca que la fusión de grandes compañías bancarias en las que, por una razón o por otra, siempre terminaban recalando políticos y altos cargos del Gobierno de la dictadura. “El decreto ley número 32 sobre incompatibilidades de la banca privada dictado el 27 de julio de 1968, marcó la hora de los testaferros y repartió un poco más de juego entre las personas, sin cambiar en esencia el peso de las entidades”, asegura el escritor Mariano Sánchez Soler en su libro Los ricos de Franco. En su artículo primero, el decreto limitaba la presencia de ejecutivos bancarios del siguiente modo: “Los presidentes, vicepresidentes, consejeros o administradores, directores generales o asimilados a estos últimos de bancos privados que operen en España no podrán desempeñar cargos análogos en otros bancos, ni formar parte de más de cuatro consejos de administración en sociedades anónimas españolas”.

Cuando las incompatibilidades fueron planteadas públicamente se comprobó que nueve miembros del consejo del Banco de España eran consejeros de los bancos Central, Urquijo, Banesto Crédito, Hispano-Americano, Pastor, Fomento, Valencia, Intercontinental del Comercio, Canarias y del Mercantil de Tarragona. Lo mismo sucedía con nueve de los consejeros del Banco de Crédito Industria, miembros simultáneos del Hispano Americano, Mercantil de Tarragona, Central, Banesto, Urquijo, Herrero, Vizcaya, Crédito y Docks.

“El nacionalizado Banco de Crédito Local tenía doce consejeros del Central, Bilbao, Hispano Americano, Andalucía, Santander, Urquijo, Banesto, Epifanio Ridruejo, Aragón, Garriga Nogués, Sindicato de Banqueros de Barcelona, Propiedad y Comercio… El Banco Hipotecario compartía cuatro de sus miembros con Banesto, Bandesco, Urquijo, Guipuzcoano, López-Quesada… El Banco de Crédito a la Construcción tenía dos consejeros del Banco Popular Español y del de Andalucía. El de Crédito Agrícola había nombrado a un consejero que pertenecía al Banco de Canarias”, asegura Sánchez Soler en su magnífico trabajo sobre las grandes fortunas que se amasaron durante la dictadura.

En el consejo de administración del Instituto de Crédito a Medio y Largo Plazo, organismo encargado de la coordinación de las entidades crediticias oficiales y presidido durante mucho tiempo por el general Antonio Barroso, se sentaban consejeros del Hispano Americano, Herrero y Urquijo. No resulta extraño, pues, que la revista Time, en su edición del 16 de noviembre de 1965, calificara a la banca española como “una de las más conservadoras y de las más poderosas dentro de Europa”. La conclusión resulta evidente: la banca oficial no solo no competía con los banqueros privados, sino que estaba bajo su control práctico.

Los ministros banqueros

En su génesis y desarrollo, la banca española llegó al reparto de papeles con el Régimen, explica Sánchez Soler en su ensayo de referencia. Como ejemplo de esta reunión entre el Movimiento Nacional y la banca, resulta revelador un dato: de los ciento diecinueve ministros de Franco, veintidós de ellos se sentaron en veintinueve consejos de administración de importantes entidades bancarias privadas, nueve en bancos oficiales y cuatro en cajas de ahorro. Ocho exministros fueron presidentes y/o consejeros del Banco de España.

En total, cuarenta y tres ministros se convirtieron en destacados ejecutivos del sector bancario. Así pues, el 36 por ciento de los ministros franquistas ocuparon puestos relevantes en los consejos de administración de las más importantes entidades bancarias españolas, que se vieron beneficiadas con sus influyentes contactos políticos y en las que aplicaron “conocimientos” en materia financiera adquiridos, sin duda, en el ejercicio del poder. “Esta cifra cobra mayor relevancia si constatamos que la presencia de financieros en los Gobiernos de Franco tuvo lugar a partir del Plan de Estabilización de 1959, cuando se potenció la banca mixta y comenzó la liberalización económica, ya que, durante la posguerra, los banqueros no mostraron ningún interés en las tareas de gobierno”, asegura el autor de Los ricos de Franco.

Como si se tratara de un retrato de familia, la galería de dirigentes del Movimiento Nacional, ministros y procuradores en Cortes que ocuparon altos cargos en consejos de administración de la banca privada española se repitió a lo largo de más de cuatro décadas.

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