Más feminismo que nunca

08 de Marzo de 2024
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8M-DÍA MUJER

Cuando la igualdad sigue siendo el reto –y para no pocos el problema–, aún, el feminismo no puede jamás bajar los brazos, ante ninguna adversidad estructural, ante ningún eventual contratiempo, ante el más mínimo tropiezo no forzado… El feminismo es hoy más necesario que nunca, más que ayer, más incluso que aquel 8 de Marzo de 2018 cuando cientos de miles de mujeres, y hombres, de todo el país tomaron las principales calles de España para gritar al unísono “igualdad real” y reivindicar no sólo la plena vigencia de este movimiento sino su imperiosa necesidad de ser el santo y seña de la revolución más importante que ha conocido la humanidad en este siglo veintiuno.

Siempre en el foco de todos y todas y objetivo de ponzoñosos intereses espurios deseosos de su caída por tratarse de una revolución incómoda donde las haya, el feminismo no tiene por qué reinventarse ni acomodarse a los nuevos tiempos, tampoco suavizarse ni perder un ápice de su frescura y principios fundamentales. Su lucha ha sido, es y será siempre la misma, así pasen las décadas, los siglos, los años… Porque ni sus objetivos han cambiado ni tampoco los escollos que debe salvar, que solo se transforman en apariencias diversas bajo el paraguas uniforme del heteropatriarcado dominante.

Posiblemente este sea el mayor valor intrínseco de la lucha feminista: su perseverancia y obstinación. Porque sólo así, con la certeza de estar en posesión de la razón más absoluta, se puede luchar contra tantos y tan variados molinos de viento

Visto lo visto solo en el último año, con una ley pionera en la que el consentimiento marca la línea divisoria de las agresiones sexuales a las mujeres y con una espectacular reacción contra estos abusos a nivel mundial bajo el lema ‘Se acabó’ tras el bochornoso beso no consentido del ya ex presidente de la Federación Española de Fútbol Luis Rubiales a la futbolista Jenni Hermoso, el feminismo debe sentirse más que orgulloso de los pasos dados y los logros que, con mucho esfuerzo y tras incontables muros atravesados, se van consiguiendo. Posiblemente este sea el mayor valor intrínseco de la lucha feminista: su perseverancia y obstinación. Porque sólo así, con la certeza de estar en posesión de la razón más absoluta, se puede luchar contra tantos y tan variados molinos de viento, que no son tales sino más bien perversos bálsamos de Fierabrás que obnubilan las entendederas de negacionistas y arribistas de medio pelo, con raquíticas verdades absolutas, que intentan imponer la justicia de la desigualdad cueste lo que cueste con tal de mantener el estatus que desde la noche de los tiempos les cayó del cielo a modo de herencia cuasidivina.

El feminismo es el único camino posible para todas y todos, porque enfrente solo hay cerrazón, desigualdad, violencia, prejuicios sin sentido y mucha obcecación vana, que de todo ello el machismo se nutre con mil y un disfraces para camuflar sus innumerables miserias. Apenas se rasca en su fachada, el heteropatriarcado enseña sus goteras y evidencia que está desnudo ante la fuerza imparable de la lucha por la igualdad real. De ahí el temor a que el feminismo triunfe y siga avanzando por el bien común de toda la sociedad en general. Porque sin duda nuestras hijas e hijos serán mejores personas cuanto más y mejor esté asentada la revolución feminista en nuestras acciones más cotidianas y diarias. Nos va la vida en ello, por eso ¡más feminismo que nunca!

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