Un millón de trabajadores mueren al año por culpa de las horas extra

Estudios de la OMS, la OIT y prestigiosas universidades como Harvard demuestran cómo el exceso de trabajo impuesto por los empresarios provoca muertes por ictus o infartos

16 de Mayo de 2025
Actualizado a las 15:09h
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Explotacion laboral

La explotación laboral no es cuestión sólo de países en desarrollo o del tercer mundo. Cada año que pasa es un fenómeno que se está convirtiendo en un comportamiento sistémico en las principales economías del mundo. La codicia corporativa está provocando que la media de jornada laboral se haya disparado. Los trabajadores se ven obligados a compatibilizar varios empleos para poder sobrevivir. Esto está teniendo consecuencias letales. Cada vez más estudios de organismos oficiales e instituciones universitarias relacionan las horas extra con un aumento sustancial de muertes por enfermedades cardiovasculares, accidentes cerebrovasculares y alteraciones cognitivas que, con el tiempo, pueden desembocar en demencia.

Según un informe conjunto de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT), trabajar 50 horas semanales o más a la semana está asociado con un 35% más de riesgo de sufrir un ictus y un 17% más de morir por enfermedad coronaria en comparación con quienes tienen una jornada de 35 a 40 horas. Anualmente, estas estadísticas se traducen en 398.000 muertes por ictus y 347.000 por cardiopatía isquémica atribuibles directamente al exceso de trabajo, un incremento del 29% con respecto al año 2000.

Los mecanismos biológicos detrás de esta conexión incluyen el estrés crónico, la reducción del tiempo de descanso y la adopción de hábitos poco saludables (sedentarismo o mala alimentación) como válvulas de escape. Un estudio publicado en Harvard Women’s Health Watch documentó que, incluso después de ajustar por factores como hipertensión, diabetes y colesterol alto, quienes trabajan más de 50 horas semanales presentan un 13% más de probabilidad de sufrir un infarto agudo de miocardio y un 33% más de padecer un ictus, en comparación con quienes cumplen una jornada estándar de 40 horas semanales máximas.

Pero las consecuencias del exceso de trabajo no se limitan al corazón y al sistema vascular. Investigaciones recientes exploran el impacto en la salud cerebral a largo plazo. Un estudio del UK Biobank (que incluyó a más de 170.000 participantes) encontró que los trabajadores por turnos tienen un riesgo un 30% mayor de desarrollar demencia, en comparación con quienes mantienen horarios convencionales. Aunque el enfoque principal de este estudio fue el trabajo por turnos, refuerza la idea de que la irregularidad y prolongación del horario laboral acelera el deterioro cognitivo.

En el caso específico del Alzheimer, la evidencia es más tenue y aún se encuentran resultados contradictorios. Un metaanálisis disponible en PubMed concluyó que no hay suficientes datos para vincular directamente las horas extra con un aumento de la enfermedad de Alzheimer, aunque indicó que la alteración del ritmo circadiano (frecuente en jornadas extensas o nocturnas) podría influir en los procesos de acumulación de proteínas tóxicas asociadas a la demencia. No obstante, los investigadores de la Universidad de Harvard coinciden en que el sedentarismo prolongado (común entre trabajadores de oficina) incrementa el riesgo general de deterioro cognitivo, incluso cuando se realizan actividades físicas en el tiempo libre.

Las muertes súbitas (fallecimientos inesperados que ocurren en cuestión de horas) representan otra cara oculta del problema. Aunque menos estudiadas, la combinación de fatiga extrema, desequilibrios electrolíticos y periodos prolongados de estrés oxidativo desencadenan arritmias letales en personas aparentemente sanas. Un corazón sometido a jornadas excesivas sin descanso adecuado pierde la capacidad de autorreparación y se vuelve más vulnerable a fallos mecánicos y eléctricos..

Frente a esta alarmante realidad, sindicatos, organizaciones de salud pública y algunos gobiernos han endurecido los límites de la jornada laboral. En la Unión Europea, la directiva actual fija un máximo de 48 horas semanales (incluyendo horas extra). Los límites legales son un primer paso, pero no bastan: es imprescindible fomentar una cultura empresarial que valore la salud tanto como la productividad.

Para los trabajadores, la clave radica en establecer barreras firmes: desconexión digital fuera de horario, pausas activas y revisión periódica de cargas laborales. Ningún beneficio económico justifica poner en riesgo la integridad física y mental. El verdadero éxito profesional incluye preservar la salud durante toda la vida.

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