La prisión de Más d’Enric, Tarragona, es uno de tantos centros con población reclusa que, además de aplicar la privación de libertad, han tenido que implantar medidas sanitarias y un confinamiento que ha originado en los internos situaciones de estrés. “La tensión aumentó porque las drogas desaparecieron. Se acabaron porque nadie las podía entrar y esto generó mucha tensión durante un tiempo”, explica un interno a Diario16, que prefiere guardar su anonimato. Pero lo que sorprende es que, después de un tiempo, los muros de la cárcel y el confinamiento no pudieron contener el tráfico de estupefacientes.
Según explica, “extrañamente, sin nosotros poder entrar ni salir de allí ni poder tener contacto con los familiares, unos días después del confinamiento las drogas volvieron a la cárcel”, explica el interno.
Tensión en aumento
“Muchas de las familias de los presos no saben leer ni escribir. No podían hacer transferencias bancarias, y esto generó que algunas de las personas que consumen drogas dentro de la prisión no pudiesen pagar sus deudas”, continúa el recluso de Más d’Enric describiendo un panorama de tensión creciente. Los altercados entre la población reclusa no tardaron en aparecer con una situación tan delicada: “Muchos preferían quedarse en la celda porque el ambiente en el patio no era nada tranquilo. En algunos módulos hubo problemas entre reclusos y con los funcionarios”.
Miedo al exterior
La población reclusa se sometió a un aislamiento total, pero los funcionarios siguieron con su rutina laboral. “El miedo no era que nosotros pudiésemos traer el coronavirus, ya que no salíamos. El miedo era a que lo trajesen los funcionarios”, explica este recluso que se encuentra en situación de tercer grado y que mantiene contacto continuo con el interior de la prisión y con el exterior: “Lo que sucede en la calle, que hay mucha gente que se está saltando la normativa, también pasa aquí dentro, continúa y describe como dentro de la prisión hay funcionarios que llevan la mascarilla mal puesta o que no la llevan, directamente.
Módulos reducidos
Pero una vez levantado el confinamiento los presos han tenido que adoptar diferentes medidas de prevención sanitaria. “Lo duro era que las personas que venían de permiso tenían que pasar 15 días aislados en un módulo mucho más pequeño que los módulos normales”, explica el interno. Las medidas que en el exterior llegaron tarde parece ser que dentro de los centros penitenciarios aún tuvieron más demora. “Todo llegó tarde incluso las mascarillas que llegaron un par de semanas después de que se decretase el estado de alarma”, sentencia el recluso.
Nuevas medidas
La última medida en implantarse en todas las cárceles catalanas consiste en que los presos que regresen de permiso deberán hacerse una pruebaPCR para, así, poder evitar las dos semanas de confinamiento en la celda o en un módulo más reducido. Esta medida ha sido tomada por los departamentos de Justicia y Salud. La situación habitual de privación de libertad a la que son sometidos los presos se agravaba al tener que sufrir el confinamiento en el espacio reducido que suponen las celdas. “Las PCR garantizarán que los presos que gozan de regímenes abiertos puedan salir de permiso y a la vez proteger la salud del resto de reclusos”, según el departamento de justicia.Dos días después de llegar al centro, los internos que regresen de permiso se harán una PCR. Si el resultado es negativo continuarán con su régimen habitual y en el caso de que sea positivo pasarán a ingresar en las dependencias sanitarias donde continuarán el aislamiento. Gracias a los test realizados se han localizado 17 positivos entre todos los centros penitenciarios de Cataluña.