El 15 de Mayo se cumplen 25 años desde que
Asamblea General de Naciones Unidas proclamó esa fecha como el Día Internacional de la Familia, reconociendo la enorme importancia que la comunidad internacional otorga a esta institución.Este año se pondrá el foco en políticas familiares con el para el cumplimiento del
Objetivo de Desarrollo Sostenible número 13,
Acción por el Clima, incorporando medidas relativas al cambio climático con especial atención mejorar la educación, la sensibilización y la capacidad humana e institucional respecto de la mitigación del cambio climático, la adaptación a él, la reducción de sus efectos y la alerta temprana.La psicoterapeuta experta en herramientas para gestionar las emociones
Paloma Hornos , autora de
Inteligencia emocional para padres (
Editorial Arcopress) invita a la reflexión sobre los nuevos modelos de familia y sobre cuál es el comportamiento que se está trasladando a los más pequeños: "Nuestros hijos se miran en nosotros para convertirse en adultos y -nos guste o no- copian todas nuestras actitudes, nuestras expresiones, hacen suyas nuestras opiniones, y lo que es más importante, copian nuestra forma de afrontar la vida".
El Día Internacional de las Familias pone el foco en el desarrollo sostenible y el cambio climático. Los niños poseen una sensibilidad innata para ser esencialmente ecológicos. En ese sentido, los adultos deberíamos tener muy presente, en su educación, temas como la contaminación, el reciclaje, el consumo, el respeto a la naturaleza y la concienciación sobre el cambio climático. Sí, las familias tenemos un papel fundamental para todo. Nuestros hijos aprenden por imitación, copiando nuestras actitudes y nuestra forma de vivir la vida. Si crecen en un entorno respetuoso con la naturaleza, donde se les ha inculcado conciencia ecológica, crecerán como adultos preocupados por el medio ambiente. Si crecen en un entorno consumista, serán adultos consumistas. No existe culpabilidad, pero sí responsabilidad a la hora de haberle transmitido unos u otros valores.
En tu libro das claves para desarrollar la inteligencia emocional de los padres y hacer que nuestros hijos sean más felices. ¿Existen el padre o la madre perfectos? Si nuestro objetivo es que nuestros hijos lleguen a convertirse adultos felices dudo que necesiten que seamos perfectos. Mostrarnos perfectos, ecuánimes, sosegados, coherentes... va a acabar despertando en ellos la culpabilidad o frustración cuando se den cuenta de que no pueden alcanzar una perfección que solo aparentamos.Nuestros hijos necesitan que seamos conscientes, amorosos, humanos; que nos aceptemos tal y como somos, con nuestras virtudes y defectos, para aceptarles así a ellos. Quizá no sean como nosotros esperábamos, pero no por eso merecen menos nuestro amor. En consecuencia: Los padres y madres perfectos no existen y los hijos perfectos, tampoco.
¿Realmente se puede enseñar a los hijos a vivir más felices?Si enseño a mi hijo cómo encontrar disfrute y significado a cada instante, si le enseño el valor del respeto y la empatía, si le muestro que no hay techos de cristal, si le enseño a entender lo que siente y cómo manejarlo y además creo en él, crecerá creyendo en sí mismo.Apostar por su felicidad es enseñarle a llevar firmes las riendas de su vida, a tomar iniciativa y responsabilidad sobre lo que piensa, lo que hace, lo que siente y por último, lo que hace con lo que siente.
“Gritamos a nuestros hijos porque nos gritaron a nosotros”
¿Qué reforma emocional sugeriría –si pudiera- hoy a los padres?Les sugiero, NOS sugiero, SENTIR, escuchar nuestro cuerpo, parar, observar, apagar esos pilotos automáticos que nos hacen ir por la vida como un baúl por la estación. Si yo no sé lo que siento tampoco sabré si lo que estoy haciendo o la decisión que estoy tomando me sienta bien o me hace feliz; y lo que es peor, no sabré poner límites ni defenderlos.Nunca olvidemos a ese niño que todos llevamos dentro, ese niño que fuimos y que, en el fondo, siempre seremos. Si logramos conectar con nuestro hijo a través de ese niño que también está dentro de nosotros, educar se convierte en una experiencia fascinante y todo se hace mucho más sencillo.
¿Cuánto hay de carácter y cuánto de educación en el comportamiento de nuestros hijos?Educación deriva del latín
educatio, “acción de dirigir para desarrollar las facultades de un niño” y del indoeuropeo
deuk, “conducir, llevar”. Una parte muy importante de la educación es nuestra labor de guiar para que lleguen a ser individuos libres y capaces de relacionarse de forma sana consigo mismos y con su entorno.Hablamos alegremente de mala educación, mal comportamiento, mal carácter… ¿no será, simplemente, que ese niño no se siente libre, respetado, feliz y que tiene algo que decirnos?
¿Por qué gritamos tanto a nuestros hijos? Dicen que educarles en el grito no solo afecta a su autoestima sino también a su desarrollo cerebral. Pues la respuesta es muy sencilla: ¡porque nos gritaron a nosotros! Nuestro referente a la hora de educar es la forma en la que lo hicieron nuestros padres con nosotros.Los padres de los niños de hoy en día somos la generación que hemos crecido con aquellos: "la letra con sangre entra", "cuando seas padre comerás huevos", "quien bien te quiere te hará llorar". Veíamos con normalidad los castigos, los gritos, los azotes y el "famoso" zapatillazo y…. (aparentemente) hemos salido bien, ¿no? No estamos -insisto, aparentemente- traumatizados… por tanto, a nivel inconsciente pensamos: "si a mí me ha ido bien, ¿por qué no le va a ir bien a mi hijo?" . Es más pensamos que SE EDUCA ASÍ.Pero claro, a la vez nos llegan datos e información sobre nuevas corrientes pedagógicas, sobre las consecuencias de aquella mano dura y de cómo afecta a nuestra autoestima adulta, estudios psicológicos que nos hacen darnos cuenta que, quizá ni hemos salido tan bien como pensábamos ni estamos libres de traumas infantiles.Si nos damos cuenta de ello, si nos paramos a recordar cómo, siendo niños, hubo cosas que nos dolieron y que recordamos con dolor, si me pongo en los zapatos de mi hijo e intuyo cómo le puedo hacer sentir, seguramente busque la forma de educarle de otra manera.
¿Se puede enseñar realmente a gestionar las emociones de nuestros hijos? ¿Y las nuestras como padres quién nos las enseña?Gestionar emociones consiste en reconocer o identificar que estoy sintiendo algo, además permitirme sentirlo sin sentirme culpable por ello y, por último, y lo más importante: darle salida de una forma que sea sana tanto para mí como para quienes me rodean.Si te das cuenta todo comienza por SENTIR y reconocer , y para ello hemos de enseñar a nuestros hijos a identificar lo que están sintiendo, sentirlo en su cuerpo, cómo se manifiesta, sentir esa energía, para después recurrir a varias de las técnicas de liberación emocional que planteo en el libro.
Los niños con mayor inteligencia emocional son más felices
¿Qué parte juega la inteligencia y qué parte las emociones en el desarrollo de un niño?Somos cuerpo, mente y emociones, un sistema que aspiramos a que funcione en perfecto equilibrio. La inteligencia es patrimonio de la mente y las emociones de nuestro mundo emocional. Si ambos no se desarrollan en armonía nos encontraremos con seres inteligentes y racionales, pero fríos y desconectados de sus emociones con nula empatía, o todo lo contario.Es tan importante el desarrollo emocional como el intelectual, de hecho podríamos decir que lo es más, ya que hay estudios que demuestran que los niños con mayor inteligencia emocional son más felices
¿Debemos ayudar a nuestros hijos a hacer los deberes?Creo que habría que distinguir entre ayudar a nuestro hijo porque haya algo concreto de sus deberes que no entiende o no tiene claro cómo hacer frente al hecho de hacer con él los deberes.No soy partidaria de hacer con ellos sus deberes ya que actuando así le estamos haciendo llegar , de forma inconsciente, el mensaje: "cuando algo te suponga un esfuerzo, yo estaré allí" (y por consiguiente: "necesitas de mí") y además, y no menos importante, no le brindamos la oportunidad de que afronte las consecuencias de no cumplir con su responsabilidad. "Tienes que hacer los deberes, es tu obligación y si decides no hacerlos o hacerlos de mala manera… tendrás que asumir cómo le va a parecer a tu profesor".
De los pensamientos que trasmitimos a nuestros hijos. ¿Cómo revertirlos cuando el 70% de los mismos –anuncian las encuestas- son en clave negativa? Creo que no es solo una cuestión de los pensamientos que transmitimos a nuestros hijos, sino de la propia calidad de aquellos. Hoy en día vivimos permanentemente en el repaso de lo ya ocurrido y preparándonos para aquello que va a pasar… mientras, la vida se nos pasa. Si, por el contrario, comenzáramos a valorar cada instante, dejaríamos de recrearnos en aquello que ya no tiene vuelta atrás y apartaríamos de nosotros la incertidumbre por lo que puede venir después, es decir, dejaríamos de preocuparnos para empezar a ocuparnos.
"No seas maleducado", "¡qué caprichoso eres!", "Eres muy pesado". El peso de las etiquetas, ¿son perjudiciales en su avance madurativo? ¿Se pueden evitar las misma cuando seguramente los padres hayamos crecido con ellas bajo el brazo?Un niño que crece escuchando: "eres un protestón" acaba asumiendo que es cierto, por tanto no le dejamos otro remedio que ser eso: protestón. En su mente desaparece la posibilidad de comportarse de otra forma ya que ser "el protestón" es su papel en la familia. El niño entiende que lo que se espera de él es que cumpla las expectativas y el rol que se le ha asignado, rol que a través de la etiqueta le recuerdan constantemente sus padres. Las etiquetas tienen tal peso que acaban convirtiéndose en conductas asumidas, sean ciertas o no.Sin duda todos hemos crecido con etiquetas, de hecho, etiquetamos…. Por eso, porque una etiqueta es un pesado lastre he dedicado un capítulo completo en esta obra a identificar nuestras propias etiquetas, esas con las que nosotros, los padres, hemos crecido. En el momento que tomamos consciencia de lo mucho que nos han limitado cambia nuestra mirada hacia nuestro hijo.
Hablemos del machismo. La enseñanza (en las aulas y en casa) debería convertirse en el eje principal para combatir el machismo en sus diferentes formas. ¿Introducirías en los colegios una asignatura sobre el feminismo? No sé si feminismo es la asignatura que faltaría para abordar este problema actual. Si observamos a los niños, crecen con un concepto de igualdad hasta que, de repente, en un punto de su desarrollo aparece esa dicotomía, seguramente impuesta por la sociedad o la cultura.Introducir una asignatura de feminismo no dejaría de ser dar entidad a esa polaridad cuando la clave, a mi entender, estaría más en desarrollar el respeto, la tolerancia, la empatía y el amor hacia los semejantes.
Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística, en el año 2017 hubo en España 3.679 de estos sucesos, de los cuales, 13 fueron de jóvenes entre 15 y 19 años. El suicidio de niños y adolescentes no se visibiliza. Es un tema tabú y un gran problema de nuestra sociedad. ¿Hay alguna señal que indique que un niño vaya a suicidarse? ¿Qué podemos hacer los padres ante este gran problema? El suicidio infanto-juvenil no se visibiliza principalmente por dos razones : por considerarlo un tema tabú y por el miedo, infundado a que suponga una llamada a cometerlo. Un suicidio es un suceso muy impactante que marca de por vida a una media de seis personas en el entorno familiar más cercano a la víctima, sin olvidar el impacto que supone para amigos, profesores y compañeros de clase.Estamos equivocados si pensamos que todos los suicidios tienen su causa en una enfermedad mental. Cuando un joven se plantea que su única salida es acabar con su vida es porque existe en él una tremenda preocupación a la que no ve otra salida que desaparecer; por eso es imprescindible ofrecer a nuestros jóvenes herramientas que les permitan conocerse a sí mismos, gestionar sus emociones, expresar lo que sienten y necesitan, encontrar soluciones y, por supuesto, afrontar dificultades.