Nuevo atropello contra una cabo en el Ejército: Allanamiento de morada y corte de agua en su habitación de la residencia militar

Mujeres en el Ejército, alguna de ellas ha sufrido también acoso.

11 de Diciembre de 2020
Actualizado el 02 de julio de 2024
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Dos años y medio de acoso, angustia y miedo ha pasado una cabo primero del Ejército de Tierra por parte de los superiores de la residencia militar en la que vivía entre semana para tratar de que abandonara la habitación a la que tenía derecho al pedir traslado a un cuartel en el que la mujer no disponía de vivienda. En el camino, y para echarla, sus superiores dieron orden de cortarle el agua, allanar su habitación y hasta llenarla de taquillas.

Continúa así Diario16 dando voz a las mujeres de las Fuerzas Armadas a las que se las acosa y maltrata personal y laboralmente sin que Defensa mueva un dedo para evitarlo. Atropellos de los que también se hace eco la portavoz del PSOE en la Comisión de Defensa del Congreso, Zaida Cantera, quien ha reconocido a nuestro medio que "es frustraste que su experiencia en el Ejército no haya servido para ayudar a otras militares acosadas".

Nuevo caso

En el caso que hoy denunciamos, las consecuencias de esa persecución y acoso a la mujer militar supusieron un claro deterioro de su salud física y mental. Según explica la propia víctima a Diario16, "empecé a sufrir desmayos, pérdida de la autoestima, miedo hasta a pasear por la calle y una sensación de culpa por no haber cedido a la injusticia".

Según explica, "hable por teléfono con la Unidad frente al acoso de las Fuerzas Armadas y me dijeron que como no era acoso sexual no me podían ayudar".

La pesadilla para esta cabo primero comenzó cuando le comunican, tras residir durante más de seis años en esa residencia militar, que tiene que abandonar la habitación. La militar, sin pensar que eso le cambiaría la vida para siempre, presenta una instancia al coronel de la residencia para explicar que según la ley de Tropa y Marinería tiene derecho a disponer de una habitación si hay residencia en su destino. Algo que ella constata antes de solicitar su nuevo traslado.

Comienza el acoso

A partir de esta instancia a su superior, comienza el acoso, tanto en el trabajo como en la residencia. Así, hasta entonces sus funciones en un almacén del cuartel eran compartidas con otra compañera. Sin embargo, a partir del incidente, trasladan sin previo aviso a su compañera y se ve sola para hacer el trabajo de dos personas. Pero la cosa no queda aquí. Al poco tiempo le informan que ese trabajo lo tiene que hacer hasta las 11.00 h y que luego tienes que trasladarse a La Oficina para otras tareas.

Al llegar a la residencia las cosas no eran mejor para ella. Le cambian de habitación, tras la reclamación a la que nadie contestó, y le obligan a tenerla abierta los fines de semana cuando no está porque le aseguran que necesitan el espacio. Además, sin su consentimiento, no sólo entran en la habitación donde estaban sus cosas personales. , sino que introducen ficheros y, para generarle aún más ansiedad, le dejan sin agua con la disculpa de una avería -que no afectaba a ningún otro punto de la residencia- que no solucionaron hasta pasado un mes.

Para ir a ducharse, al no tener agua, le indican que vaya al piso de abajo donde hay duchas, en unos vestuarios que son de hombres.

Así, esta mujer, tras 26 años de entrega y servicio en el Ejército empieza a sufrir pérdidas de conocimiento y ausencias debido al estrés al que está sometida. Hasta tres veces, en medio de este proceso de acoso, tuvo que ir a urgencias en una ambulancia.

Ocupación ilegal

Pero la cosa no acaba aquí: el capitán le llama a su despacho y le informa que está ocupando ilegalmente la otra habitación, "cuando las llaves me las dio el encargado de la residencia, un subteniente", explica. La mujer acosada llama a compañeros de cuartel, como testigos, de que la llave se las habían entregado sin problema y "que yo no he ocupado ilegalmente ningún habitación". Entonces es el coronel el que le llama a su despacho, quien le dice que se busque la vida pero que tiene que abandonar la residencia antes de que acabe el mes.

La cabo sigue luchando y presenta una tercera instancia para que, ya que la quieren echar de la residencia, la permitan trasladarse a otra residencia militar que hay enfrente, donde hay oficiales alojados. Tampoco recibió nunca contestación.

Como se encuentra muy mal físicamente, después se vería que por causa del acoso que sufría, fue almédico de su cuartel quien, según cuenta esta militar, "el teniente coronel médico me dijo que si tan mal estaba que porqué no me iba. Que alguien podía decir que yo no estaba mal por lo que me estaba pasando allí, que podrían decir que era porque me había dejado el novio". También llegó a decirle que lo que le pasaba no era tan grave, que mucho peor era lo de su madre, según recuerda, que le habían cortado La luz". Cuando este mismo alto mando militar vio en un informe psiquiátrico escritas estas palabras, negó ante la víctima haberlas dicho y la obligó a salir de su despacho tras acusarla de mentirosa: "vete de aquí, no quiero verte más".

Según explica, "estuve diez meses aguantando esta presión, y dos años y medio desde que me dijeron que me tenía que ir, y empecé a tener desmayos, perdía el conocimiento, empecé a ir al neurólogo a ver si tenía ataques epilépticos, me vio el cardiólogo, hasta que en Medicina Interna vieron que lo que tenía eran ataques de migrañas por el estrés y me daban síncopes". El siguiente paso fue ir al psiquiatra, donde ya quedó claro lo que esta mujer estaba pasando. Así, cogió la baja en junio del año pasado. Ya le han hecho pasar por un tribunal médico, y ahora por una junta médico pericial. Donde, por cierto, no le cogen los informes médicos que demuestran lo que está pasando.

El acoso laboral no está reconocido en las Fuerzas Armadas. Esta mujer sólo espera poder pasar al retiro militar, tras la secuelas que le han quedado tras el infierno que ha vivido.

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