Muere el fotógrafo Francisco Fernández

13 de Noviembre de 2022
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Qué extraño es vivir. He pasado los dos últimos meses con un trabajo extenuante sobre fotografías de Francisco Fernández, porque sabía que él corría ya contra el tiempo... y cuando lo he dado por terminado, un amigo común me dice que acaba de morir. Entonces me doy cuenta de que la escritura también es ir contra el tiempo y que su vida ha sido un texto extraordinario que acaba de publicar su colofón, que ya la podemos leer...

Francisco Fernández es un hombre bueno que pervive en la memoria de quienes hemos disfrutado de su sinceridad y su abrazo, tiene un halo de infante travieso siempre con una lagrimilla de culpa pero con la inocencia de no haber sido el causante. Esa mirada limpia de niño asomado al mundo la hizo oficio, y con su cámara de fotógrafo ha ido descubriendo, revelando una realidad de la vida cada vez que abrió su obturador.

Francisco Fernández es parte de la Historia de la Fotografía hispánica, su trabajo ha sido publicado, expuesto y valorado académicamente. Saldrán notas resumiendo sus logros, su currículo y su vida, casi novelesca; hemos reído mucho oyéndole su anecdotario inverosímil. Sin embargo, yo no puedo elevarme por encima de lo personal incluyendo el impacto de su obra sobre mí, porque admiro su trabajo hasta la devoción y ha supuesto un estímulo y un modelo de composición ya inevitable, pero su sonrisa se superpone.

Quizá se pueda definir bien su personalidad sabiendo que una buena cantidad de amistades hoy sufren un dolor calmado, tranquilo, incrédulo, el dolor de lo que forma parte de la vida, esa vida que es lo que clama, por encima de todo, nuestro amigo en su reposo.

Querría tener la serenidad que en cada encuentro me transmitió, sin bobería, él conocía bien a los que sólo miran su beneficio y los evitaba pero sin condicionar sus gestos por ellos. Querría tener esa serenidad de quienes se mueven sólo por estar agradecidos agradando; y le debemos una obra que cualquier sociedad que se precie debe conservar y valorar, porque ésta es una de esas veces en las que la Muerte no ha podido con nosotros.

Sé, Paco Fernández, ahí estás, un beso. Parece mentira que no puedas ya ver más la luz, hermosa esta mañana de trece de noviembre de dos mil veintidós; nosotros seguimos mirándola, por ti.

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