El expresidente catalán, Carles Puigdemont, tiene un plan para volver a activar la DUI (declaración unilateral de independencia)en el caso de que fracase la mesa de diálogo entre Gobierno y Generalitat. Así lo ha dejado caer estos días en Cerdeña, donde ha asegurado que si el Estado español no ofrece un proyecto alternativo a la independencia de Cataluña y mantiene "la represión" de los últimos cuatro años, el pueblo catalán tendrá "todo el derecho" a "ejercer la unilateralidad" cuando se den las condiciones, informa Efe. Todo un aviso a navegantes de que el órdago contra España va en serio.
Se desconoce en qué consiste exactamente esa hoja de ruta secreta y sus fases y puntos concretos, pero lo cierto es que el líder de Junts cuenta con ella como última bala en el caso de que sea sometido a una supuesta extradición a España. La vía unilateral es un camino que ERC ha descartado por el momento, ya que, tal como se ha acreditado en los últimos cuatro años, conduce inevitablemente a la frustración y a un callejón sin salida.
Fallido y enterrado el procés, Oriol Junqueras tiene claro que no se puede construir una república independiente con la mitad de la población catalana en contra, de modo que toca negociar con el Estado español y seguir construyendo mayorías para volver a intentarlo en el futuro. De ahí las últimas declaraciones mesuradas de los dirigentes de Esquerra, que en los momentos más críticos, cuando Puigdemont estaba encerrado en una cárcel de Cerdeña, seguían apostando por la mesa de diálogo. El independentismo posibilista y pragmático se aferra a esa mesa como a una tabla de salvación para evitar el desastre y salvar lo que se pueda de los últimos cuatro años de proceso soberanista. Pero Puigdemont está radicalmente en contra de ese camino que considera una vía muerta de antemano.
El exhonorable cree que la táctica a seguir debe ser forzar la cuerda al máximo y apostar por la vía Eslovena, es decir, declarar unilateralmente la independencia aunque el conflicto pase a una nueva fase mucho más radicalizada y fuera de control que podría terminar con la ulsterización de Cataluña, es decir, el envío de tropas militares al territorio insurrecto con el evidente riesgo de confrontación civil. Cuándo es el momento propicio para atravesar ese Rubicón es lo que medita a estas horas el inquilino de Waterloo.
"La unilateralidad es una vía no violenta y, por lo tanto, es una vía legítima, es una vía que no somos los primeros en seguir, lo han seguido otros precedentes en el mundo que han sido avalados por la Justicia internacional", ha declarado Puigdemont a la prensa en Oristán, donde se ha reunido con un grupo de autoridades locales independentistas de la isla italiana. Precisamente, allí fue detenido el jueves en Cerdeña y puesto en libertad el viernes.
Es evidente que, cada vez más acorralado, el líder de Junts está dispuesto a ir a por todas. Sabe que su horizonte judicial y personal es más bien negro y no le queda otra que una huida hacia adelante arrastrando al pueblo catalán a un intento de independencia por las bravas que no puede terminar bien.
Puigdemont y la hoja de ruta
"Nadie nos puede negar este derecho, nadie que se niegue a negociar con Cataluña el derecho a la autodeterminación tiene el derecho después a negarnos el derecho a la unilateralidad, obviamente", afirma, al tiempo que añade: "Después de intentarlo todo, con las derechas y las izquierdas, con los que les damos apoyo y con los que no, si finalmente la respuesta continúa siendo no, y el único proyecto alternativo a la independencia es el que estamos teniendo, cuatro años de represión, de nuestros derechos y nuestros recursos, tenemos todo el derecho político, moral, de justicia para ejercer la unilateralidad cuando estemos en las condiciones para ejercerla".
Puigdemont se reunió ayer domingo con un grupo de alcaldes independentistas de la isla italiana en uno de sus últimos actos antes de partir el lunes a Bruselas para seguir con sus labores como eurodiputado. El líder independentista fue arrestado el jueves en el aeropuerto de Alguer por orden del Tribunal Supremo español, aunque salió de la cárcel de Bancali, en la ciudad de Sassari el viernes, cuando el Tribunal de Apelación italiano decidió que no le iba a imponer medidas cautelares de ningún tipo ni restricciones de movimiento.
Puigdemont volverá a la isla de Cerdeña el 4 de octubre para comparecer en la vista en la que se analizarán si se dan las condiciones para su entrega a España, aunque fuentes italianas cercanas al caso han explicado que si no estuviera físicamente presente en esa vista, el tribunal establecerá "no lugar a proceder" y terminará el procedimiento judicial.
Este sábado participó en un evento de folclore catalán en Alguer organizado por Adifolk, y se reunió con el presidente de Cataluña, Pere Aragonès, y el vicepresidente, Jordi Puigneró, quienes viajaron hasta Cerdeña para mostrarle su apoyo.
Por su parte, Aragonès afirmó en una declaración a los medios que "la represión contra el movimiento independentista continúa, que es más necesaria que nunca una amnistía" y que hace falta "el derecho el pueblo catalán a decidir su futuro" y el "ejercicio del derecho a autodeterminación con un referéndum de independencia", si bien no se pronunció sobre si este arresto influirá en la mesa de diálogo en curso entre el Estado español y Cataluña. Lo que hayan hablado Aragonès y Puigdemont no ha trascendido. Pero parece claro que la hoja de ruta unilateral se sigue contemplando en el mundo independentista.