Nuestro entrevistado es economista agrario, titulado en Argentina, y empresario jubilado. También es miembro de la Asociación Ecociudadana por un Mar Vivo y de Ecologistas en acción, así que es alguien que conoce bien el terreno sobre el que queremos hablar. La conversación que me ofrece es pausada, razonando muy bien la cuestión de una crisis anunciada desde hace unas cuantas décadas. La situación del Mar Menor, una de las grandes joyas naturales de Europa, atraviesa unos momentos muy delicados, incluso diría que bastante graves ¿quién tiene la culpa de todo esto? ¿Por qué tanta parsimonia de las administraciones a la hora de actuar? ¿Qué futuro le espera a esta albufera del Mar Mediterráneo? El objeto de esta entrevista es, pues, desenmarañar, de la mano de este experto, todo ese entramado que ha abierto una tremenda herida en Murcia y, podemos decirlo también, en el resto de Europa.
Francisco: Antesdenada,yparaponerensituaciónanuestroslectores,megustaríahacerledospreguntas: ¿PorquénocesalacrisisenelMarMenor?, y hasta ahora, ¿cuál ha sido la respuesta de laAdministraciónalrespecto?
Raúl: La situación del Mar Menor se puede sintetizar empleando el título de un artículo publicado en la revista Rebelión: Crónica de undesastre más que anunciado. Es el resultado en primer lugar de una despreocupación total por estos temas durante el franquismo. En lugar de proteger, atender, cuidar un espacio natural, y como tal único, se ha impuesto una serie de ideas avasalladoras en torno a un desarrollismo urbanístico. Se ha estado construyendo siguiendo las mismas pautas que arrasaron todas las costas peninsulares. Con la explosión de la sociedad de consumo, que prosiguió durante la transición, y con la fe de los conversos, en lugar de apreciar la singularidad de la laguna y proponer medidas de protección, se actuó sin miramientos, transformando La Manga en una gran mole de cemento, además de convertir la albufera en un gran contenedor de vertidos. Y todo esto con la ignorancia de suponer que los recursos naturales son ilimitados.
En relación a su segunda pregunta, se puede decir, en resumidas cuentas, que las administraciones, tanto la estatal, que en un principio era la única, y luego la autonómica, han permitido que se llegara a esto, optando, por consiguiente, de manera posterior, por una política de hechos consumados. Se trató de encubrir la complicidad con la ola urbanizadora, encargando para ello estudios a los que nadie prestó atención. Después, hecho el estropicio, y con lágrimas de cocodrilo, se emitieron lamentos sobre la poca actuación de las otras administraciones. En la actualidad sigue ocurriendo exactamente igual. La administración regional es el colmo del cinismo. En tres decenios los gobiernos del PP pasaron de ser los pioneros del negacionismo, rechazando la existencia de problemas, a considerarse los únicos que defendieron el Mar Menor. De rechazar la ILP en Murcia a apoyarla en Madrid. Mientras el Miteco (Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico), con certeros análisis, dedica cientos de millones de euros para dar soluciones técnicas, las cuales, por otro lado, no pueden resolver el problema, puesto que tratan de paliar las consecuencias en lugar de coger el toro por los cuernos e ir a las raíces de los problemas.
Francisco: Hace ya más de cuarenta años, como usted reflejó en un reciente artículo, fruto de unas arduasinvestigaciones, que se advirtió al gobierno regional de la situación por la que estaba atravesando elMarMenor¿Nospuedehablarsobreelmismoyenquéquedótodaesaadvertencia?
Raúl: La pésima situación del Mar Menor pasó a un primer plano en la primavera del 2016, cuando una proliferación de algas microscópicas generada por la superabundancia de nitratos en el agua, provenientes de la agricultura, llamada eutrofización, convirtieron las mismas en una “sopa verde”, que impedía que la luz llegase al fondo de la laguna. De esta manera no se podía realizar el proceso de fotosíntesis, el cual genera el oxígeno necesario para la vida, un fenómeno que se denomina anoxia. Este produjo que se perdiera un 85% de la superficie ocupada por praderas submarinas que controlaban los ciclos y flujos de nutrientes. En septiembre del 2019, una intensa DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) provocó una entrada masiva de agua dulce con alto contenido en nitratos en la laguna, desencadenando una gran catástrofe. El impacto de este nuevo episodio de eutrofización y de anoxia produjo la multiplicación de bacterias de azufre, microorganismos capaces de vivir sin oxígeno y que emiten sulfuros tóxicos para muchas plantas y animales. Su consecuencia más llamativa fue la aparición de miles de peces y crustáceos muertos por asfixia. Las capturas pasaron a ser solo el 20% del volumen anterior y el emblemático caballito de mar casi desapareció. Un tercer episodio de anoxia ocurrió en agosto de 2021 con 15 toneladas de peces y crustáceos muertos en las playas.
La advertencia quedó en nada como tantas otras que se hicieron, y que llegaron a ser portadas de los periódicos. A igual que pasa con la denuncia de algún caso de intervención de las autoridades “en la selva” que significa las condiciones laborales en el campo murciano, sobre todo, de los trabajadores inmigrantes, durante unos días se habla del asunto y después se vuelve a la “normalidad”.
Francisco: ¿En qué ha repercutido la agricultura intensiva, la ganadería industrial, la cultura del ladrillo o eldescontrolturísticoenelMarMenor?
Raúl: Los problemas del Mar Menor son el resultado de lo que podríamos denominar una tormenta perfecta. La Albufera, que es un espacio singular en Europa, por su tamaño y por la temperatura y salinidad de sus aguas, sufrió primero las consecuencias de la actividad minera, que se remonta a la era precristiana. Tras una primera gran expansión que finalizó en el siglo I, la aparición de tecnologías industriales en el siglo XIX, abrió un nuevo período en la minería que transformó a la ciudad de Cartagena, pero al mismo tiempo tuvo repercusiones tanto en la salud de la población, sobre todo entre los trabajadores asalariados, antes lo había sido entre los esclavos, como en el Mar Menor, que era el destino donde iban a parar los residuos de la actividad minera. Así, y como no se cansa de denunciar José Matías Peñas, los metales pesados siguen teniendo una incidencia muy peligrosa para la calidad de las aguas y la vida marina. Sobre ese mar de fondo, y ya para rematar, entre los años 60 y 80 del siglo pasado se iniciaron los fenómenos de urbanización, agricultura y ganadería intensiva que generaron las bases del colapso al que asistimos en los últimos años.
Francisco: ¿Podría resumir brevemente esos fenómenos?
Raúl: Con el proceso de urbanización de las costas, reforzada por la integración completa en la UE, la tierra fértil de la huerta es engullida por las sucesivas burbujas del ladrillo. El cemento inunda la Manga, junto a las viviendas, y aparecen sus consecuencias. La afluencia de turistas sin ordenamiento genera contaminación y vertidos de todo tipo, no sólo de las viviendas, sino también de los vehículos y de las embarcaciones deportivas. De esta forma, tras el boom turístico, La Manga está llegando a acoger en ocasiones a casi trescientos mil personas, es decir la misma población de ciudades como Córdoba Valladolid y Vigo en una superficie que no alcanza los 4 km2.
La segunda “epidemia” fueron las aguas provenientes de Trasvase Tajo Segura. Para una zona como el Campo de Cartagena, un ejemplo de cultura de secano, el agua se convierte en un milagro, cuya contrapartida es que los abonos, nitratos y fosfatos se vierten en las parcelas de cultivo, pero una parte termina por distintas vías en la laguna y produce el efecto de eutrofización, al que he aludido antes. Como demostró M.A. Esteve con su modelo del total de nutrientes que llegan al Mar Menor, el 85 % tiene su origen en la agricultura industrial. A pesar de las protestas, nadie hizo un estudio alternativo. Al mismo tiempo, en Murcia tiene su sede una de las principales empresas productoras y exportadoras de carne porcina, cuyas crías de porcino son proporcionadas por granjas cuyos residuos, en gran parte, también terminan en la laguna.
Los nitratos y fosfatos de la agricultura y la ganadería industrial, al unirse a los vertidos urbanos provenientes de los residentes y el turismo, más los sedimentos de las minas ya cerradas, han provocado esa tormenta perfecta que he mencionado.
Francisco: Por lo mismo, ¿cómo ve el futuro del Mar Menor? ¿En qué puede afectar, de continuar las cosas así,enloscomercios,elturismooenlapesca?
Raúl: La contaminación afecta al atractivo del Mar Menor como destino turístico debido al aspecto y el mal olor del agua. La caída del turismo tiene repercusiones dramáticas para otros sectores que se benefician de él, en particular el sector inmobiliario vinculado al turismo, la pesca y el comercio en general, provocando una crisis socio-económica en los municipios ribereños. Un síntoma irrefutable de la decadencia del sector turístico es que las propiedades en torno a la zona han perdido una gran parte de su valor inmobiliario, con las consecuencias que ello implica en todos los órdenes de la actividad económica. En cuanto a la pesca, la cofradía acaba de denunciar que la faena ha caído en un 80%, lo cual indica que estamos en una situación límite.
Francisco: Respecto a los famosos vertidos al Mar Menor por parte de los agricultores ¿se ha resuelto elproblemacomoseindicadesdelaadministraciónregionaloaúnpersiste?
Raúl: En absoluto. La situación sigue igual. Y podemos decir que peor, puesto que ahora el PP ha cedido competencias a sus socios, los cuales, como sabemos, son negacionistas absolutos. Quieren derogar la poca legislación regional de defensa del Mar Menor, que por cierto en ningún caso se ha cumplido. Hay que subrayar en este sentido el papel nefasto de la Fundación Ingenio, que con el apoyo de las grandes empresas dedican decenas de millones de euros a negar la responsabilidad de los vertidos agrícolas en el desastre de nuestra Albufera.
Francisco: ¿Sehan propuesto, aparte, otras alternativas a las de la administración para paliar lacontaminacióndeesteecosistema?¿Encasodequesí,lasmismassehantenidoencuenta?
Raúl: Todas las medidas, que alcanzan a otros cientos de millones de euros proporcionados por el Miteco, actúan siempre sobre las consecuencias y no sobre el origen de los problemas. La única posibilidad de aliviar algo la situación es seguir localizando regadíos ilegales y neutralizarlos, financiar la reconversión de regadíos en secano con prácticas agroecológicas, disminuir hasta eliminar los nitratos y pesticidas, aunque ahora la Unión Europea ha retrocedido en ese propósito. Por otro lado hay que eliminar los metales pesados que han quedado de la herencia minera. Y también es necesaria una auténtica moratoria en la construcción de nuevas viviendas, ya que las últimas no se han cumplido. Por último hay que disminuir los puertos deportivos y el tráfico de embarcaciones de recreo, que han traspasado todos los límites.
Francisco: ¿Cómo está reaccionando la población? ¿Siguen manifestándose con el mismo ímpetu que cuandoocurrióelcolapsoallápor2016?
Raúl: La resistencia de la población ha conocido diversas etapas. Durante muchos años el abnegado trabajo de las organizaciones ecologistas apenas logró influir por el nulo apoyo de los habitantes, los mismos no tenían interés en estos temas, puesto que andaban absorbidos por el afán consumista y la dinámica del ladrillo.
Pero el colapso evidente a partir de 2016, cuyas consecuencias para el disfrute del agua de recreo fueron evidentes, Así, la rápida desvalorización de las propiedades hicieron que se produjeran dos grandes manifestaciones con más de sesenta mil personas cada una en Cartagena y Murcia, periódicos abrazos al Mar Menor y actos de protesta de todo tipo. A caballo de semejante movilización se consiguió aprobar a nivel estatal la Iniciativa Legislativa Popular que reconoce la personalidad jurídica del Mar Menor, presentando, no obstante, una herramienta más en la defensa del mismo.
A partir de entonces, la movilización popular sufrió un retroceso por el exitismo provocado por la victoria, de la misma forma que se crearon demasiadas expectativas sobre las posibilidades de actuación de la ley. La ley está paralizada al no haberse elaborado si reglamento y muchos votantes volvieron al redil votando nuevamente al PP y sus belicosos socios, quienes formaron un gobierno de coalición.
Francisco: Yaporúltimo,¿podríaaportaralgunaotracosaohacerunapetición?
Raúl: La primera reflexión va en base a una frase que se ha señalado muchas veces: “si hacemos lo mismo no esperemosresultados distintos”. Hay que comprender que lo del Mar Menor es un reflejo de ese mundo que no espera si nos comportamos como meros consumidores, y no nos planteamos la transformación de esta sociedad capitalista, y en la cual todos gira en torno a las iniciativas que toman una ínfima parte de privilegiados, y que poseen los grandes medios de producción, distribución y comunicación.
La clave para enfrentarse estos problemas está en la responsabilidad. Ya sabemos quienes son esos agentes, dentro de nuestra sociedad, que van buscando su interés por encima de todo. Estos mismos son los responsables de este colapso. Pero también hay una responsabilidad por parte de quienes, como consumidores o votantes, dejamos el control político a estos mismos que buscan solo su beneficio. Estos personajes están inmersos en una dinámica orientada al permanente crecimiento, y que no tienen en cuenta que los espacios naturales son finitos. Por lo tanto, los trabajadores, los consumidores y los votantes tienen que asumir la responsabilidad de enfrentarse a esta perversa deriva con el objetivo de frenarla. Debemos luchar por cuidar nuestro entorno más inmediato, e igual pensar que formamos parte de un único planeta. En ese sentido debemos ampliar las miras para abordar estos temas desde una perspectiva global. Para ello debemos colaborar con los consumidores y trabajadores del norte de Europa, para que también presionen a todos los gobiernos de allí, y de aquí, utilizando la herramienta del boicot para aquellos productos que no cumplan tanto con las condiciones laborales de los trabajadores como, por su actividad, puedan afectar gravemente a enclaves como e Mar Menor, Doñana, Albufera o las tablas de Daimiel, espejo de lo que conocerán todos los territorios dominados por el complejo agroindustrial.