Eurovisión 2025, un evento que ha dado lugar a momentos inolvidables, también ha desvelado una polémica que ha encendido el debate sobre la imparcialidad y la transparencia en el festival. La investigación realizada por la plataforma Verifica RTVE, en colaboración con la Unión Europea de Radiodifusión (UER), ha sacado a la luz una campaña de publicidad institucional orquestada por el gobierno israelí para movilizar el voto hacia su representante, Yuval Raphael.
Raphael, quien se presentó en la final del festival con la canción "New Day Will Rise", logró un asombroso ascenso, pasando del puesto 15 al 2 en la tabla final del televoto. Su victoria en popularidad, al recibir 297 puntos, la convirtió en la más votada por el público, superando a países como Estonia, Suecia y Austria. Pero, según la investigación, este repentino auge podría no ser tan casual como parece.
Publicidad institucional: ¿estrategia política o fraude?
El análisis de la UER ha confirmado que una agencia de publicidad oficial del gobierno israelí lanzó una serie de anuncios dirigidos a promover el voto para Raphael a través de plataformas de Google, en los días previos a la gran final. Entre el 6 y el 16 de mayo, se publicaron 89 vídeos en una cuenta de YouTube, dirigida a 35 países, logrando 8,3 millones de visualizaciones. En estos vídeos, Raphael pedía explícitamente el voto en diferentes lenguas, mencionando su posición en la semifinal y en la final, y recordando las reglas del televoto múltiple.
A pesar de la enorme visibilidad que los vídeos lograron, el informe de la UER aclara que no se encontró evidencia de manipulación mediante inteligencia artificial, lo que sugiere que Raphael participó activamente en la creación de los contenidos. No obstante, lo que más ha sorprendido es que la cuenta de YouTube utilizada para esta campaña estaba verificada como parte de un esfuerzo del gobierno israelí, aunque no se etiquetó oficialmente como tal, lo que ha generado dudas sobre la transparencia de la estrategia.
El televoto en la cuerda floja
La polémica no ha quedado ahí. RTVE, que ya había manifestado sus reservas sobre la participación de Israel en el festival debido a la situación en Gaza, se ha visto envuelta en una discusión más profunda sobre el sistema de televoto. Desde la gran final, donde se dio a conocer la noticia del ascenso de Raphael gracias al televoto, la Corporación ha pedido una revisión del sistema, aludiendo a la necesidad de evitar posibles manipulaciones en futuras ediciones.
El director de Eurovisión, Martin Green, ha respondido a las inquietudes, indicando que la UER "es una asociación de emisoras de servicio público, no de gobiernos", y defendiendo la integridad del proceso de votación. En un comunicado, Green también aseguró que están en constante contacto con todas las emisoras participantes para abordar cualquier preocupación y reflexionar sobre los aspectos del evento de este año.
Una victoria cuestionada
A pesar de la controversia, los resultados de la final fueron claros: Raphael ganó el televoto en 13 países, incluidos grandes como Alemania, Francia y Reino Unido, lo que provocó un sentimiento mixto entre los seguidores del festival. Algunos consideran que la victoria de Israel fue el resultado de una estrategia legítima de promoción, mientras que otros cuestionan si fue una forma de manipular el voto en beneficio de un gobierno que ya estaba en el centro de la polémica internacional por su conflicto con Palestina.
El caso de Israel en Eurovisión resalta una preocupación más amplia sobre la influencia política en eventos de carácter cultural, que tradicionalmente se han mantenido neutrales. Mientras tanto, la UER no ha anunciado sanciones para RTVE ni para ningún otro ente, señalando que la campaña de publicidad institucional no violó las reglas del festival, aunque el debate sigue latente.
Reflexión final
La edición de Eurovisión 2025 ha puesto sobre la mesa una pregunta crucial sobre la relación entre la política, la cultura y los concursos internacionales. ¿Deberían los gobiernos tener la capacidad de influir en el resultado de un evento como Eurovisión mediante campañas publicitarias financiadas con fondos públicos? Aunque la UER defiende su sistema, lo cierto es que la polémica generada por la participación israelí podría desencadenar un proceso de revisión que afecte la forma en que se celebran futuros festivales. La presión de la opinión pública y de los países participantes será clave para decidir si la transparencia y la imparcialidad seguirán siendo los pilares del evento, o si, por el contrario, los intereses políticos seguirán siendo una constante en su desarrollo.