“Usted tiene que escribir un libro sobre la salud de los papas en el que yo le voy a hablar de mis neurosis”, le dijo Francisco I, en 2017, a un periodista argentino. Finalmente, el papa concedió una entrevista póstuma con la condición de que el contenido solo se supiese cuando él hubiese fallecido. “A las neurosis hay que cebarles mates. No sólo eso, hay que acariciarlas también”, le dijo Francisco al escritor y reportero Nelson Castro, autor de la entrevista y de un libro sobre el pontífice, según informa el diario Clarín.
Bergoglio quería que Castro escribiera sobre la salud de los papas (la física y la mental), empezando por la de él mismo. Fue así, y con las condiciones pactadas, como recibió al reportero argentino en el Palacio Apostólico del Vaticano, en febrero de 2019.
“Castro pensaba, desde hacía un par de años, en un libro que el mismo Bergoglio le había sugerido, posiblemente después de haber leído Enfermos de poder, una investigación donde el periodista y médico analiza las patologías que sufrieron algunos presidentes argentinos”, añade el citado medio de comunicación.
“Durante la entrevista de más de una hora, que finalmente se concretó dos años después, el papa habló sin reparos de su salud física y mental. Mencionó su pie plano, su hígado graso, su sedentarismo. Recordó al campeón de Taekwondo y médico chino que lo atendía en Buenos Aires, cuando era arzobispo, por sus problemas de columna: 'Tengo una estrechez del espacio intervertebral entre la cuarta y la quinta vértebra lumbar y entre ésta y el sacro'”.
“Es muy importante poder saber dónde chillan los huesos. Dónde están y cuáles son nuestros males espirituales. Con el tiempo, uno va conociendo sus neurosis”, le dijo Francisco a Nelson Castro. En esa charla, el papa se sinceró sobre su ansiedad. La definió como “neurosis ansiosa”, según Clarín.
“El querer hacer todo ya y ahora. Por eso hay que saber frenar. Hay que aplicar el célebre proverbio atribuido a Napoleón Bonaparte: ‘Vísteme despacio que estoy apurado’”, señaló Bergoglio. Y agregó: “Cuando me encuentro ante una situación o debo enfrentar un problema que me produce ansiedad, la atajo. Tengo distintos métodos para hacerlo. Uno de ellos es escuchar Bach. Me serena y me ayuda a analizar los problemas de una manera mejor”.
Sin embargo, admitió: “Siendo provincial de los jesuitas, en los terribles días de la dictadura, en los cuales me tocó llevar gente escondida para sacarla del país y salvar así sus vidas, me tocó manejar situaciones a las que no sabía cómo encarar. Fui a ver entonces a una señora -una gran mujer- que me había ayudado en la lectura de algunos tests psicológicos de los novicios. Entonces, durante seis meses la consulté una vez por semana”.
“Era psiquiatra. A lo largo de eso seis meses me ayudó a ubicarme en cuanto a la forma de manejar los miedos de aquel tiempo. Imagine usted lo que era llevar una persona oculta en el auto -solo cubierta por una frazada - y pasar tres controles militares en la zona de Campo de Mayo. La tensión que me generaba era enorme”, sinceró Francisco.
El libro que Bergoglio le pidió a Castro que escribiera se llamó finalmente La salud de los papas. Medicina, complots y fe. Desde León XIII hasta Francisco y fue publicado en marzo de 2021 por Penguin Random House. En sus páginas propone un recorrido por las dolencias que padecieron los pontífices del siglo XX y del XXI (desde León XIII hasta Francisco I) y cómo el Vaticano maniobró con los diagnósticos que, en algunos casos, desestabilizaron la rígida serenidad de la Iglesia.
La investigación -que incluye partes médicos papales, cómo los contó la prensa, sus repercusiones y las intrigas políticas que surgieron, por ejemplo, en torno a la lenta agonía de León XIII, el fallido embalsamamiento del cadáver de Pío XII o las verdaderas causas de la inesperada muerte de Juan Pablo I-, fue posible porque el papa Francisco habilitó el Archivo Secreto del Vaticano.