El Instituto Nacional de Estadística (INE) ha confirmado este miércoles que la inflación en España cerró el mes de julio con un incremento interanual del 2,7%, cuatro décimas más que en junio y el nivel más alto desde febrero. Se trata del segundo mes consecutivo de repunte, impulsado principalmente por el encarecimiento de la electricidad y de los carburantes en plena temporada de vacaciones.
El organismo estadístico señala que el alza en la electricidad responde, en parte, a un efecto base: en julio de 2024, los precios energéticos registraron una notable bajada, lo que magnifica el rebote de este año en la comparación interanual. A este factor se suma el encarecimiento de los combustibles, que suben más que hace un año y repercuten de manera directa en el gasto de los hogares y en el transporte de mercancías.
Los alimentos aportan un respiro
En contraste, los alimentos no elaborados han contribuido a moderar la inflación, restando medio punto a la tasa general. Dentro de este grupo, destaca el caso del aceite de oliva, que ha reducido su precio un 50% desde el máximo alcanzado en abril de 2024. Esta caída está directamente relacionada con el retroceso de los precios en origen, que ya han vuelto a niveles de 2022, antes de la última gran sequía.
La moderación de los alimentos frescos y la bajada del aceite de oliva están ayudando a aliviar parcialmente el impacto de la inflación sobre la cesta de la compra, aunque la subida de la energía y el transporte mantiene la presión sobre el índice general.
La inflación subyacente, estable
Por su parte, la inflación subyacente —que excluye la energía y los alimentos no elaborados, y refleja mejor la evolución de los precios estructurales— se mantuvo prácticamente estable en el 2,3% interanual, apenas una décima por encima de junio. Este dato confirma que las tensiones inflacionistas se concentran en los componentes más volátiles y no en el conjunto de la economía.
Un panorama mixto para la economía
El repunte del IPC general llega en un momento de elevada actividad económica por el turismo y el consumo veraniego, pero también de incertidumbre sobre la evolución de los mercados energéticos en la segunda mitad del año. El Gobierno y el Banco de España vigilan de cerca la situación, ya que una prolongación del encarecimiento energético podría frenar la tendencia de moderación de precios que se observaba desde finales de 2023.