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Tierra Mojada

Francisco Silvera
Francisco Silverahttp://www.quenosenada.blogspot.com.es
Escritor y profesor, licenciado en Filosofía por la Universidad de Sevilla y Doctor por la Universidad de Valladolid. He sido gestor cultural, lógicamente frustrado, y soy profesor funcionario de Enseñanza Secundaria, de Filosofía, hasta donde lo permitan los gobiernos actuales.
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análisis

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Paseo por lo que fue un hermoso pinar, queda algo pero lo que no se ha talado permanece carbonizado, triunfa el mal, con el ser humano por medio el bien es un recurso privado, no dudo que exista porque lo conozco, mas fuera de nuestras molleras el mal es la forma de comunicación habitual… Pero la Belleza está (¿es?) en todas partes.

Paro a mirar, me parece hermoso el contraste del verde en la tierra con el negro de los árboles que se elevan a lo Theotocópuli, como agua y fuego, la tierra y el aire; ha llovido y se eleva desde la turba mojada un olor dulce, fresco, limpio, como un extracto de la vida que reconforta porque nos trae la memoria de la Naturaleza de la que somos parte y a la que volveremos y hemos vuelto ya tantas veces, la arboleda parece un animal y ese aroma es la exhalación de su calor vital, como la templadez de todo cachorro.

Existen palabras reconocidas por la Real Academia Española para denominar ese olor característico pero son feas y aparatosas hasta el extremo de no tener un uso popular, siendo muy forzado el culto por su artificiosidad. El poeta granadino Antonio Carvajal, reconocido por la Crítica Andaluza con el Premio Elio Antonio de Nebrija recientemente y recién incorporado a la colección de Letras Hispánicas de la editorial Cátedra, estuvo reinando sobre esta cuestión para satisfacer la curiosidad de un poeta amigo, Francisco Domene, que le inquirió; anduvo dándole vueltas y su celo gongorino le llevó al “Mientras por competir con tu cabello”, soneto que se cierra con el endecasílabo milagroso: “en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada”; curioso impertinente, se planteó si la palabra “humo” en ese verso debía ser leída como la mezcla visible de gases producida por la combustión o fermentación de una sustancia o si, como parece indicar la gradación, es un cultismo latino proveniente de “Humus”, que es tierra, suelo o mantillo… ese “en humo” sería parte de la descomposición del cuerpo asimilándose a la Naturaleza… y ocurrió el milagro: ¿Por qué no llamar al olor de la tierra mojada “Humuvia”?

Consultas, comentarios, confidencias, necesidades y un amor por la lengua hispana exacerbado han determinado que se pudiera hacer llegar a las esferas académicas una evidencia de uso de la palabra para que fuera una alternativa en el Diccionario de la Lengua Española ese aroma rico y vital, como la propia lengua. Por puro gusto se pidió a un puñado de autores que hicieran algún texto de creación literaria para darle un hábitat adecuado y por tanto nacimiento y bautizo, pero no quedó ahí: con plena consciencia se ha pensado en proporcionarle de manera cabal y formal una tradición literaria explícita, consciente y constructiva: el propio Domene, Santiago Aguaded y Dionisio Pérez Venegas encargaron y recopilaron un centón de autores y textos que ha salido publicado en una hermosa antología, divertida, viva y literaria, titulada Humuvia en la Editorial Alhulia y que ya está a la venta para el lector descubridor y la pesquisidora lectora, de paso se puede, por cierto, conocer a este grupo variado de amistades unidas por el Arte que comparten algo tan humano como la atracción por la Belleza, y eso es, frente a tanta estulticia: el Bien.

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