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Un mundo en cambio

16 de Febrero de 2019
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espiral, transformación, cambio
Vivimos un tiempo de cambio, pero también un tiempo de transformación socioeconómica profunda, de modelos de convivencia y de relación que cada día más están configurando nuevos estratos sociales y económicos. Unos, configurados por quienes por su conocimiento, posicionamiento y relaciones optan a la conquista de las oportunidades en la denominada cuarta revolución industrial y otros, por el contrario que sufren este hecho, o mejor dicho este momento de cambio, en donde la robotización del sistema laboral, los nuevos nichos de negocio o las oportunidades empresariales se fijan en torno a los requisitos de poder visualizarlas y optar a ellas, algo imposible en un mundo en donde la igualdad de oportunidades se ha difuminado, el desconcierto por el futuro personal y profesional de las clases obreras y medias se ha hecho paso y el miedo ha empezado a funcionar en ese nuevo virus de la ansiedad, el stress y el desosiego ante un mundo que no frena y unos cambios que no van a dejar a nadie indiferente.Así, hoy, me preocupa la visión de un mundo separado entre el poder económico de quien aprovechando las oportunidades de cambio triunfa y quienes sin capacidad de acceder a dichas vías de desarrollo personal y profesional se les resigna a un modelo quebrado de bienestar y de salarios bajos. No por menos, toda revolución y conflicto humano parte en gran medida de la falta de generosidad y de solidaridad de los sistemas que son incapaces de atenuar estas situaciones. Fruto de ello, es la aparición de movimientos radicales y populistas que hoy recurren el mundo captando ese descontento de esas nuevas mayorías que poco a poco se abren paso.Por ello, tal vez, exista una responsabilidad importante que descansa no sólo en las instituciones y gobiernos o en la política, sino también en la esfera privada de quienes triunfando por sus capacidades, conocimientos y posición deben hoy más nunca ayudar a quienes más allá del optimismo de un mundo mejor y de oportunidad sólo ven la negatividad de un mundo en cambio que poco a poco los expulsa del sistema de bienestar y del progreso que antaño se construyó tras el período de guerras que azotaron el mundoY este hecho, no debe partir por una concepción humanitaria ni de solidaridad pura, sino de la propia necesidad de entender que un mundo no equilibrado, que una sociedad sin oportunidades y construida desde la incertidumbre sólo sirve como caldo de cultivo al conflicto y la revolución entre clases.En definitiva, construir el siglo XXI es ser capaces de fijar un proceso de transformación social , económica y productiva con una visión global , esa desde donde se construyen proyectos comunes y de colaboración público privada , hoy imprescindibles para afrontar los retos y desafíos que tenemos por delante.
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