Una madre a la que le han quitado la custodia de su hijo denuncia la “inhumanidad” del punto de encuentro de Bilbao

14 de Agosto de 2018
Actualizado el 02 de julio de 2024
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Karen Gutiérrez creía que no podía tocar de nuevo el infierno pero la vida le acaba de demostrar que se puede volver a tan indeseado lugar. Y es que sin haberse recuperado aún de la resolución judicial de la Audiencia de Bizkaia que le ha quitado la custodia de su hijo Joel de cinco años para dársela al padre del pequeño -quien además de haber sido denunciado por maltrato no se ha encargado del menor desde su nacimiento-, ahora está sobrepasada por el dolor y las lágrimas tras la primera visita que ha tenido de 90 minutos junto a su hijo en el punto de encuentro.Desde el pasado 26 de julio, cuando “el padre se llevó a Joel a rastras del Juzgado, llorando y gritando”, Karen no sabía nada del niño, tal como cuenta rota de dolor. “No me dejaban hablar con él y no he podido verle hasta este domingo 12 de agosto”, relata a Diario16. Cuando la madre ha llegado al punto de encuentro se ha encontrado con “la abogada del padre, el padre, su hermana y alguien grabando en la puerta”. Una situación que describe como una “desfachatez aberrante”.Preguntarle a Karen por un adjetivo para definir este encuentro de 90 minutos -vigilado en todo momento por una persona del punto de encuentro- es no encontrar la palabra adecuada. “Estaba deseando verle, me he alegrado de poder abrazarle, besarle… pero Joel no está bien, está demacrado, más delgado, pálido, con ojeras”. Es más, la mujer, que no tira la toalla, define el estado de su hijo como de total sometimiento. “Mi hijo está sumiso y sin fuerzas. Casi no tiene fuerzas ni para hablar. Tiene los ojos tristes y no sonríe. Cuando me ha visto se ha echado a llorar, le temblaba la barbilla, me ha dicho que quiere venir a vivir a casa conmigo, que quiere verme, que vaya a buscarle para traerle a casa, ha sido desgarrador”, comenta muy triste.Además Joel le ha comentado a su madre que no había desayunado. “Le he llevado juguetes, fotos, audios de la familia… pero ha llorado y no quería verlos. Supongo que le hacen daño los recuerdos. Yo inmediatamente los he guardado. Le he llevado un huevo con un regalo sorpresa dentro y me ha dicho que lo traiga a casa, pero que no lo abra, que ya lo abrirá él cuando venga”, añade Karen. Además, durante todo el encuentro el pequeño no paraba de preguntar a su madre cuándo iba a volver a casa. “Me decía que quería venir a su casa, que vaya a buscarle, que quiere verme todos los días. Esto es inhumano”, recalca.  Una insistencia que no ha gustado a las trabajadoras del punto de encuentro. “Por las palabras de mi hijo han querido cortarme la visita. Me han sacado de la habitación, porque el niño estaba diciendo todo el rato que quería venir a casa; yo les he dicho que he ido a ver a mi hijo y que nadie me lo iba a impedir y he vuelto a entrar para estar con Joel. El niño me preguntaba que cuándo voy a ir a buscarle, ha sido muy doloroso”, describe Karen.¿Cómo estaba Joel?No ha querido jugar, hemos pintado un poco pero cada dos por tres preguntaba lo mismo, cuándo voy a ir a buscarle, que quiere venir a casa... Le he preguntado si ha ido al parque, a la piscina o la playa y me ha dicho que no. También le he preguntado si quiere que el próximo domingo le traiga algo y me ha dicho que una camiseta, un pantalón y unos zapatos y me ha dicho textualmente: Por favor mamá, tráeme una sudadera y una chamarra que tengo frío y no tengo. Oír esto ha sido dolorosísimo. Cuando ha llegado la hora de irse me ha dado un beso y un abrazo y me ha dicho: ¡Ven a buscarme mañana! Se ha ido llorando sin volver la cabeza.¿Qué ha sucedido después?Tras sacar al niño, las trabajadoras del punto de encuentro me han venido a verter más amenazas. ¡Que no le digas esto al niño! ¡Que no le digas lo otro! ¡Que cuando te pregunte cuándo va a ir a vivir contigo no le contestes nada! ¡Que cambiara de tema!… ¡Esto es alucinante! He salido yo, pero el niño todavía estaba dentro del punto de encuentro con el padre y la hermana del padre. Algo que por cierto no entiendo. ¿Por qué le dejan entrar a ella?Resulta que el padre ha llamado a la Ertzaintza porque mis padres, mi hermano y mis tíos estaban fuera para ver de lejos al niño y han venido hasta los antidisturbios, es vergonzoso todo esto. No han dejado a mi madre acercarse a su nieto a darle un beso porque el padre no lo ha permitido. ¿Pero si no hay ninguna orden de alejamiento? Esto ya está sobrepasando todos los límites. ¡Es vergonzoso! El padre y su hermana han metido a Joel llorando y temblándole la barbilla en un taxi que no tenía silla para llevar al niño y se han ido.El punto de encuentro de Bilbao denunciadoKaren se pasó todo el día del domingo llorando desconsolada, sintiéndose impotente. “He visto muy mal a mi hijo. Va a tener secuelas para toda la vida y quienes se suponen tienen que cuidar por el bien superior de un niño que es su felicidad no hacen nada por él”, relata. Por eso, a primera hora de hoy lunes, no ha dudado en llamar al punto de encuentro para preguntar si van a reflejar la gravedad del estado de su hijo en el informe y comunicarlo de inmediato al juzgado. La respuesta de Mercedes Arreondo, una de las personas al cargo del caso de su hijo - junto a Teresa Fernández y Araitz Arrieta, presentes en las visitas-, no ha podido ser más fría, dolorosa y humillante para ella. “No pensamos mandar ningún informe al juzgado. Lo que se vio ayer en la visita no es urgente de comunicar… Lo que vieron las compañeras, que no me han dejado ninguna nota así lo pone de manifiesto... No se observa que el niño corre riesgo. No vamos a hacer nada”, responde Mercedes Arreondo de forma impasible y la más parca en palabras.Arreondo, que tal como puede oírse en la grabación ni siquiera sabe que el niño le había dicho a su madre que le trajese ropa y zapatos porque tenía frio, considera que no hace falta comunicar a nadie esta penosa situación. ¿Qué el niño te pidió ropa?, le responde a Karen para momentos después seguir impasible ante la llamada desesperada de la madre. “¿Vais a esperar a que se muera el niño y le pase algo para hacer algo?” La respuesta de Arreondo es la de la callada. Reacción de inhumanidad, según Karen, ante la que la mujer le comunica que la denunciará a ella y a sus dos compañeras donde haga falta por su “falta de profesionalidad y su frialdad”. “La falta de información en vuestros informes es la que ha provocado que mi hijo esté como está”, le dice en la llamada telefónica de cerca de siete minutos que mantiene con ella. “Es inadmisible que su pasividad, su frialdad provoque tanto dolor en mi hijo. ¿No se supone que tendrían que cuidar de él al máximo? ¿Es esta su manera de demostrarlo?”, se pregunta Karen.Mientras, la madre solo piensa en dos cosas. En contar los días y las noches que quedan para que llegue el próximo domingo y poder abrazar a su hijo, y en la tortura psicológica por la que está pasando su pequeño. Y mientras todo esto sucede le surgen otras preguntas: “¿Quién va a devolverle a mi hijo la infancia robada? ¿Va a hacer algo el Ayuntamiento de Bilbao responsable no solo de este punto de encuentro sino también de cuidar a un menor que sufre como se merece y necesita y no hace nada? ¿Es Bizgarri la empresa encargada de gestionar este punto de encuentro consciente de este proceder? ¿Los Juzgados harán algo ante mis denuncias? ¿Qué harán los tres jueces que dictaron la sentencia en la que me quitaban la patria potestad y se la daban a un padre que nunca se hizo cargo de su hijo y cuya defensa ha sido la de parapetarse en el Síndrome de Alienación Parental, una defensa que ninguna organización científica, como la OMS o la Asociación Americana de Psiquiatría, reconocen como causante de nada y que en España el Consejo General del Poder judicial recomienda no aceptarlo como argumento en una sentencia? ¿Cómo es posible que en los puntos de encuentro se vivan estas situaciones?”. Karen espera ya todas las respuestas. “Pero si hay alguien que no puede esperar ni un segundo más es mi hijo Joel”, finaliza. 
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