Vox confunde el mapa de Ávila con el de Segovia en una campaña publicitaria

23 de Junio de 2020
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El pasado sábado, Vox-Ávila publicaba un tuit en el quela formación ultraderechista anunciaba, con su habitual grandilocuencia patrioterade opereta, el inicio de una “campaña en defensa del patrimonio cultural y la difusiónde la historia” de aquella hermosa tierra castellana. En realidad, la campañano aclara cuál es el poderoso enemigo invisible que amenaza la riquezahistórico-artística de los abulenses, pero ese no es el principal misterio delasunto, sino tratar de averiguar por qué los responsables de comunicación deVox, en un error monumental, nunca mejor dicho, emplearon un mapa de laprovincia de Segovia para ilustrarsu campaña sobre Ávila.

Es conocida la sana y ancestralrivalidad que existe entre los habitantes de ambas provincias, de modo que el despropósitogeográfico de Vox-Ávila −cuyo mensaje estuvo publicado en Twitter durante casiun día−, ha llevado a no pocos paisanos abulenses a sentirse defraudados y traicionadospor un partido que supuestamente dice defender las esencias y las raícesculturales de la España vaciada. Mal puede preservar un partido político losintereses de una provincia o región cuando ni siquiera es capaz de situarla enel mapa. A los ultras de Abascal se les llena la boca de patrias, las grandes ylas chicas, y cuando se les pide que pongan el dedo en el atlas se confunden,se pierden, no saben dónde están.

Vox es un partido negacionista porinfluencia yanqui, qué duda cabe, pero negarle el mapa a las gentes de Ávila yendosarles el de Segovia es llevar el manual “trumpista” demasiado lejos. Elhabitual delirio patriótico que padece Vox y que le induce a alterar gravementela realidad de la historia y de los hechos, creando mundos alternativos deficción, se está agravando por momentos, y el problema ya no es que pretendanhacer creer a los españoles que están viviendo en la chavista Venezuela, con Caracas como capital en lugar de Madrid, sino que ahora se trata de darles el cambiazo a los pobresabulenses y adjudicarles el mapa segoviano con el que no tienen nada que ver. Elintento de los señores de  Vox porrevisionarlo y adulterarlo todo −la geografía, la política, la historia, la ciencia,la guerra civil, el franquismo−, se está convirtiendo en un juego peligroso, ysi hoy son capaces de intercambiar el mapa de dos provincias españolas, contotal impunidad, mañana pueden convertir a los vascos en andaluces y a loscatalanes en madrileños, lográndose por fin la “España unitaria” con la quesueña Santi Abascal.

Cualquier engendro puede salir de las cabezas de los ideólogos de Vox que proyectan su nueva idea de España, desde atribuir el chuletón de Ávila y la sopa castellana como platos típicos de Canarias hasta adjudicar las yemas de Santa Teresa como un gran postre valenciano. Las técnicas de desinformación, engaño, bulo, retórica manipuladora y neolengua que suelen emplear los propagandistas goebelsianos del partido verde están llegando demasiado lejos, hasta sumir a los españoles en un mítico y mágico mundo de confusión para que no sepan quiénes son ni dónde viven. En su intento por trastocar la España geográfica y su pasado, los falsos historiadores de Vox pretenden hacernos creer que la guerra civil fue, no la consecuencia de un cruento golpe de Estado, sino un ataque de los rojos bolcheviques contra el que Franco reaccionó para defender el país. O que Hernán Cortés llevó la paz, la hermandad y el amor libre a las Américas, como un jipi pacifista del siglo XVI.

Minutos después de la chapuza deVox-Ávila, el mensaje fue convenientemente borrado para evitar el bochorno y ensu lugar apareció una disculpa: “Ante las críticas ocasionadas por nuestrapublicación en la que utilizábamos por error un sello de Correos con el mapa de Segovia y no de Ávila, desde Vox-Ávilaqueremos pedir sinceras disculpas a todos aquellos que os hayáis sentidoofendidos por nuestro error”. Pero el disparate no iba a quedar ahí. A alguien,sin duda con mala intención, se le ocurrió endosarle el despropósito a Adriana Lastra, la portavoz socialistaen el Congreso de los Diputados. “Me encanta visitar Ávila”, rezaba un mensajesobre una foto del Acueducto de Segoviaen una cuenta falsa a su nombre. La portavozde Pedro Sánchez tuvo que aguantaruna cascada de insultos e improperios de gente que la acusaba injustamente deinculta, de modo que la diputada asturiana tuvo que salir a explicar que estabasiendo víctima de una intensa campaña de desprestigio: “Unas horas sin entraren Twitter y me veo como trending topic por un fake promovido por la extrema derecha.No, el tuit no es mío, es un fake (…)Ya empiezo a acostumbrarme a los ataques de esta gentuza, y eso me preocupa. Mepreocupa normalizar los ataques selectivos que sufrimos”, se lamentó ladiputada socialista.

Pero ya era demasiado tarde. Elejército de millones de bots de Abascalhabía consumado una de sus habituales cacerías tuiteras y le habían colgado ala portavoz socialista el cartel de ágrafa indocumentada que no sabe de nada. Enrealidad, el error geográfico había partido de Vox-Ávila, un lugar donde por lovisto también han aterrizado los políticos paracaidistas de otras regiones deEspaña que se jactan de pelear por aquella sufrida tierra castellana acosadapor la despoblación y la miseria pero que a la hora de la verdad no conocen niel mapa de la provincia que con tanto patriotismo dicen defender.

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