03 de Octubre de 2016
Actualizado el 02 de julio de 2024
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Toda la semana pasada y, sobre todo, el fin de semana hemos asistido, entre la incredulidad y el espanto, al espectáculo dantesco que han dado los socialistas. Nadie, ni los que estaban en el meollo de la cuestión, ni los sesudos analistas políticos, ni los tertulianos dedicados a estos menesteres en exclusiva daban crédito. Pero ni quienes fuimos críticos con Sánchez podemos estar de acuerdo en el método empleado contra él, rastrero y vil, como poco. Tampoco con la forma de reconducir, por Sánchez y los suyos, el extraño comité intentando una votación con las urnas escondidas tras una mampara. Bochornoso.El Partido Socialista ha tenido Comités y Congresos complicados, conflictivos, se dice intentando minimizar el desastre, y es cierto, pero esto ha sido de mucha más envergadura. Los militantes, pero también quienes han sido votantes fieles tantos años y aún seguían confiando en ese Partido han de sentirse profundamente apesadumbrados, desorientados, desalentados, algunos, incluso, los que creyeron en la dignidad de la izquierda, tristes. ¡Menuda dosis de realidad!Esto no se cose así como así. El verbo, que se ha hecho célebre, lo conjugó la que se puso al frente del desgarro y ha estado metida hasta el fondo en el asunto cosiendo, eso sí de cualquier manera, el frente común contra Sánchez. Pero Susana no se ha dado cuenta de que ahora no se sabe coser, menos aún zurcir. Porque éste es un roto de dimensiones considerables, que requiere un buen zurcido. Y quien ha mandado a hacer el ridículo a esa subalterna, - la que acudió a Ferraz al grito de “ El poder lo tengo yo”, que sonaba “el Partido soy yo” pero con un acento muy diferente al que debió de utilizar el Rey Sol, que ese sí sabía de absolutismo- en lugar de mandarla a un curso acelerado de costura, mal puede estar al frente de nada.¿Cómo se cose esto, Susana? ¿Lo sabes tú? Aquí se necesita a los viejos artesanos de la costura. Los que cogían un agujero en el codo por el que podía pasar un puño cerrado y con una infinita paciencia, mano firme y muy buena vista iban pasando la aguja despacio haciendo una trama de hilos y uniéndolos con delicadeza, nunca una puntada más larga que la otra, hasta dejar invisible el agujero. Algo de mucha precisión. Una cosa difícil hoy porque cuando algo se rompe se suele tirar o, como mucho, se le mete encima del roto un trozo de tela pegado a golpe de calor con una plancha.Vi, entre las muchas imágenes que circularon el sábado, una de Eduardo Madina y José Borrell en la que, un poco desde lo alto, se les veía, a través de una reja, hablando y paseando en el patio interior de la sede de Ferraz el día de Autos. Por un momento se me antojó el patio de una prisión, ellos dos allí encerrados sin poder dar más de media docena de pasos. Pensé luego que si Madina, cuyo discurso era alentador hace un tiempo, se arrima a Borrel en lugar de a Susana, igual podría empezarse a mover algo y el socialismo no se iría al garete. Pero, de momento, no se ven trazas de nada. Borrell ha sido de lo poco digno que ha habido estos días. En su sitio, independiente y libre, sin avasallar, sin ser vasallo. Madina ha empezado dando tumbos, ojalá este acercamiento entre rejas le haga dar un giro en la dirección adecuada.La cuestión es que no dejen que Susana Diaz les dé clases de costura: ha dado muestras ya de que no sabe coser, mucho menos zurcir con la delicadeza que exige la situación.
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