Al PSOE no lo conocerá ni la madre que lo parió

25 de Mayo de 2017
Actualizado el 02 de julio de 2024
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Pedro Sánchez PSOE
Después de que 74.223 militantes socialistas hayan colocado a la cola del partido a la candidata Susana Díaz, que solo ha vencido en el granero del PSOE por excelencia, Andalucía, el nuevo partido que el nuevo secretario general, Pedro Sánchez, tiene por delante tomará como referencia y parafraseará sin duda aquella mención histórica de otro dirigente de los libros de texto: al PSOE no lo conocerá ni la madre que lo parió. Alfonso Guerra, el rebelde de Suresnes en 1974 que según Sánchez votaría hoy su “sí es sí” sin dudarlo “si tuviera 35 años menos” dejó para el recuerdo una declaración de intenciones que después durante 13 años el otro rebelde sevillano de Suresnes, Felipe González, se encargó de aplicar a su modo con más o menos fortuna.Felipe González, Alfonso Guerra, José Luis Rodríguez Zapatero, José Blanco, José Bono, Javier Lambán, Emiliano García-Page, Javier Fernández, Guillermo Fernández Vara y Ximo Puig como principales estandartes del poderoso aparato socialista han escrito posiblemente la última página de un partido anclado en unas estructuras orgánicas anquilosadas, herrumbrosas y que la militancia ha dado por finiquitadas a las primeras de cambio en cuanto le han otorgado la palabra sin concesiones ni cortapisas, en libertad.El ejemplar ejercicio democrático interno que ha hecho brotar la punta de un nuevo PSOE es una oportunidad de oro para un nuevo equipo que se dio por muerto en aquel bochornoso comité federal del 1 de octubre pasado, y que lejos de ello ha resucitado con la fuerza que da las heridas mal cicatrizadas.El resucitado secretario general debe recomponer no solo la unidad en el seno de la formación sino también levantar las alfombras y abrir las ventanas de una casa con 138 años de historia y algún que otro lastre de funcionamiento y operatividad que debe limarse o incluso eliminarse de cuajo sin contemplaciones. Todo ello si lo que se pretende es seguir mirando a la izquierda y asentarse como lo que es aún en la actualidad a duras penas: el principal partido progresista de referencia en el país, pese a la lucha denodada de los principales poderes fácticos –Ibex35, los más poderosos grupos de comunicación, etc.– por imponer las tesis de la candidatura oficialista con artes más o menos arteras.De aquel ‘sorpasso’ evitado en junio de 2016 nunca habló la candidata Susana Díaz y su contundente equipo en cuanto a los ‘logros’ de su secretario general y sí de las dos derrotas electorales consecutivas cosechadas en unos meses de extrema interinidad política del país.Sánchez tiene en su mano una oportunidad histórica, no solo para recomponer la unidad de una formación aún con enorme poderío en el panorama político español pese al desgaste sufrido tras el viraje dado a las políticas socioeconómicas del PSOE por el ex presidente José Luis Rodríguez Zapatero en aquella aciaga sesión parlamentaria del 12 de mayo de 2010.También tiene Sánchez en su mano hacer del PSOE otra cosa que un partido que mira antes a su pasado ‘glorioso’ que a su presente o su futuro. Porque no solo hablando de ganar se ganan los retos. Buena muestra de ello es la atención con que se ha mirado todo este proceso de primarias durante los últimos meses, no ya solo en España sino también en Europa, donde la socialdemocracia no atraviesa precisamente sus mejores momentos. La derrotada Susana Díaz ‘olvidó’ nombrar al ganador de las primarias tras asumir su inapelable descalabro.La mayoría absoluta cosechada por Pedro Sánchez en estas primarias históricas del PSOE dejan un partido exhausto, roto, sí, casi en dos, aunque con un mensaje inapelable desde abajo, desde los 188.000 afiliados que piden a su dirección que haga del partido otra cosa bien distinta a lo que ha sido hasta ahora. La militancia ha llevado en volandas al defenestrado ex secretario general a una nueva oportunidad histórica aún mucho más contundente que la lograda en las primarias de 2014, porque aquel triunfo fue prestado con derecho a devolución por la siempre determinante imposición del PSOE de Andalucía. Ahora este PSOE, el del granero socialista por excelencia, se ha quedado solo, aislado en torno a una candidata que jugó a todo o nada y perdió. Un verbo que sigue sin saber conjugar pero que ya debe ir asumiendo en primera persona con todas sus letras. Porque no solo a nivel estatal sino incluso en Andalucía, el único territorio donde su candidatura se ha impuesto, ha logrado menos votos de militantes que avales. Y este dato ya habla por sí solo.
Pedro Sánchez rasca un tercio de los votos de la militancia andaluza a la ‘ganadora’ Susana Díaz
El caso andaluz ha servido de ejemplo perfecto de lo que han significado estas decisivas primarias. Uno de cada cuatro militantes del PSOE está en Andalucía. Susana Díaz ha logrado el triunfo en su tierra pero ha tenido que pasar la vergüenza de tener menos votantes que avales. Hasta 1.439 militantes que le dieron a la presidenta andaluza su firma en la carrera de primarias ha votado a otro candidato. En cambio, Pedro Sánchez ha incrementado en 3.770 la diferencia entre avales y votos a su favor, e incluso prácticamente un tercio de los 39.759 militantes andaluces que votaron este domingo se decantaron por la candidatura del nuevo secretario general. Susana Díaz ya sabe lo que significa ganar en su tierra perdiendo. Nunca una victoria supo tanto a derrota en el sur.En el resto de las baronías gobernadas por el PSOE en minoría con apoyos puntuales de otros partidos de izquierdas como Podemos o Izquierda Unida la situación se antoja sumamente complicada, después del denodado apoyo aportado por sus líderes al unísono a la principal derrotada de las primarias.
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