El peligro del terrorismo químico es un foco de atención tras la detención en Viena, Austria, de un grupo de adolescentes supuestamente vinculados al ISIS, o Daesh, al parecer en posesión de sustancias químicas, antes de un concierto de la cantante Taylor Swift, que las autoridades austriacas decidieron suspender. En ese contexto, el Consejo de Seguridad de la ONU se ha reunido para debatir la amenaza que supone el ISIS como agrupación terrorista.
“La amenaza del terrorismo químico es real”, ha afirmado Niki Esse de Lang, coordinadora regional antiterrorista de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) para el Sureste Asiático y el Pacífico. “Para contrarrestarla, necesitamos una respuesta sólida e integrada de todos los actores relevantes”.
Indonesia está poniendo a prueba su capacidad de respuesta a este tipo de amenazas mediante simulacros, que reúnen a representantes de organismos gubernamentales y del sector privado.Hasta ahora, se han llevado a cabo dos en Semarang en los últimos meses, organizados conjuntamente por la UNODC y la Agencia Nacional de Lucha contra el Terrorismo de Indonesia, con el apoyo de la Brigada Móvil de la Policía Nacional.
Desde 2011, al menos ocho incidentes de terrorismo químico han tenido lugar en Indonesia, y grupos terroristas que operan a nivel internacional, incluido el ISIS, han utilizado armas químicas en Iraq y en Siria. En 1995, el compuesto químico tóxico sarín fue utilizado en el metro de Tokio, Japón, por miembros del movimiento Aum Shinrikyo, matando a 15 personas en el acto e hiriendo a más de mil.
Los mismos productos químicos utilizados en industrias legítimas, como la minería, la agricultura o la industria farmacéutica, también pueden ser utilizados por terroristas. El cloro, por ejemplo, utilizado habitualmente en las instalaciones de tratamiento de aguas, puede producir un arma química.
Esta compleja amenaza requiere una estrecha cooperación entre los gobiernos y el sector privado a escala nacional, regional e internacional.
Simulacros contra el terrorismo químico
En un día aparentemente normal en Semarang, Indonesia, algunos pasajeros del tren han empezado a sentir náuseas. Otros cercanos dicen que no pueden respirar. Cinco se han desmayado. Uno no responde. A los pocos minutos, un coche en miniatura pasa silbando junto a ellos, seguido de un grupo de personas ataviadas con trajes naranjas de astronauta. Buscan bombas. Así es un ejercicio de simulación de ataque terrorista químico.
Fuera del tren de Semarang, han llegado más personas con equipos de protección durante la sesión de formación. La escena es ajetreada. Algunos delimitan una zona de control, otros montan estaciones de descontaminación y otro grupo proporciona ayuda médica. Unos pocos abren sus portátiles y equipos para medir el aire y las superficies potencialmente contaminadas, mientras un equipo dibuja perímetros en el suelo de color rojo, amarillo y verde, según los niveles de contaminación detectados.
Un coche en miniatura con un sensor y una cámara circula por todas partes, tomando muestras y ayudando a los expertos situados fuera del perímetro a determinar los niveles de toxicidad. Cerca de allí, un equipo vestido con trajes amarillos es rociado por sus colegas antes de desprenderse con cuidado de la gruesa ropa protectora.
Los actores en escena pertenecen a diferentes unidades y organismos: policía, ejército, lucha antiterrorista, desactivación de explosivos, medicina forense, servicios médicos, bomberos y seguridad de infraestructuras públicas.
“Esta formación es necesaria debido a la amenaza de este tipo de terrorismo”, declaró Edi Suranta Sinulingga, comandante de la Unidad Química, Biológica, Radiológica y Nuclear de la Policía Nacional de Indonesia. “Cada vez se dan más casos en Indonesia, por lo que todas las partes interesadas, no sólo las fuerzas de seguridad, deben prepararse para anticiparse a este tipo de actos terroristas”.
Cada ministerio, institución u organismo tiene diferentes procedimientos o formas de responder. “Una respuesta muy coordinada a un atentado tan complejo requiere una fuerte colaboración interinstitucional”, afirma Niels den Hollander, experto en prevención del terrorismo de la UNODC, reiterando: “Una sola entidad no puede hacerlo”.