El futuro de Susana Díaz pasa por el pasado del PSOE

25 de Marzo de 2017
Actualizado el 02 de julio de 2024
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Susana Díaz sale o entra
Susana Díaz, la presidenta de Andalucía, de los socialistas andaluces y candidata a serlo de todos los socialistas españoles, no solo ha resucitado los mítines de autobuses gratis y bocadillo. También logrará escenificar este domingo en el madrileño pabellón de Ifema ante unos 4.000 entregados seguidores la reconciliación del PSOE del pasado, el de Felipe González y Alfonso Guerra o el de Alfredo Pérez Rubalcaba y Carme Chacón, entre otros.El socialismo andaluz previo a ella, el de Manuel Chaves y José Antonio Griñán, no ha creído la dirigente socialista conveniente sentarlo en primera fila en el mitin que este domingo servirá para presentar su candidatura oficial a las primarias socialistas de mayo. Su imputación en el caso de los ERE, que enjuicia una década de ayudas presuntamente fraudulentas a cargo de las arcas públicas de la Junta de Andalucía, así lo impiden. Pese a todo, su cercanía a ambos ex presidentes queda fuera de toda duda, y sus encuentros privados en la sede de la Presidencia de la Junta así lo atestiguan.Ahora, en un gesto que pretende transmitir poderío y afán de unificar un partido totalmente fracturado en la actualidad, la baronesa socialista no ha querido dejar pasar la oportunidad de sentar en la primera bancada de un Ifema repleto a rebosar de incondicionales a los dos rostros más emblemáticos del PSOE más histórico, el de Felipe González y Alfonso Guerra, dos formas de entender el socialismo totalmente antagónicas que este domingo unen sus fuerzas para que el aparato del partido siga imponiendo sus criterios por encima del empuje imparable que están mostrando las bases en torno a la candidatura del ex secretario general Pedro Sánchez.
González y Guerra sólo aparcan sus diferencias históricas cuando el partido está llamado a gestas más o menos heroicas
Felipe González y Alfonso Guerra solo acuden a contados mítines juntos. El protagonismo desmedido de ambas figuras históricas del socialismo español así lo desaconsejan, amén de la considerable diferencia ideológica que existe entre ambos, una certeza que se ha mantenido constante con el paso de los tiempos.Cuando en octubre de 2011 el fracasado candidato socialista a la presidencia del Gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba, los volvió a unir sobre el escenario de un mitin, en Dos Hermanas (precisamente en el mismo sitio donde comenzó Pedro Sánchez su segundo asalto a Ferraz), habían pasado otros cinco años desde que protagonizaron el cierre de campaña en las generales de 1996, las que definitivamente dieron el relevo en el poder al PP de José María Aznar. Con estos datos de hemeroteca se demuestra que González y Guerra sólo aparcan sus diferencias notorias e históricas cuando el partido está llamado a gestas más o menos heroicas. Es lo que les ha pedido ahora la propia Susana Díaz, un empujón de aúpa ante ingente tarea que tiene por delante. Felipe González y el presidente de la gestora, Javier Fernández, en un mitin.Por descontado se daba que Díaz estaría arropada en este día tan anunciado por los barones territoriales, aquellos que más la han conminado a que diera el paso adelante después de lo sucedido en el bochornoso e histórico Comité Federal del 1 de octubre, el mismo que terminó con la dimisión del último secretario general y la creación de una gestora interina, que cumple ahora seis meses al frente de un PSOE roto y fracturado como nunca lo ha estado.La candidatura de Díaz representa la fuerza del aparato de un partido que no quiere “podemizarse”, en palabras del presidente de la gestora interina, también llamado cariñosamente “tito Javier” por la propia Susana Díaz. Desde que el asturiano Javier Fernández asumió la tarea de “coser” este PSOE roto no ha ocultado en ningún momento que su trabajo iría encaminado a hacer un determinado tipo de traje socialista, nada que se pareciera a un PSOE virado a la izquierda que se pudiera confundir con sus abominados “podemitas”.En ese trabajo denodado ha tenido un papel estelar el número dos de la propia baronesa andaluza en el Parlamento autonómico y portavoz de la gestora. Mario Jiménez –otrora enfrentado a la propia lideresa de los socialistas andaluces por asumir el poder en Andalucía que dejaría libre el encausado judicialmente Griñán– ha venido ejecutando con obediencia ejemplar la hoja de ruta marcada pero no escrita de que el PSOE debía hacerse un partido “ganador”. A día de hoy, nadie en el partido, ni susanistas, ni sanchistas ni patxitas, saben decir qué significa esto que con tanta frecuencia enarbola la candidata andaluza, y que este domingo volverá a repetir hasta la saciedad en su bautismo de fuego. Porque Díaz se lo juega todo a doble o nada, así lo ven los dos ex presidentes del Gobierno y algunos más ex secretarios generales que se sentarán a aplaudirla en la primera fila del pabellón Ifema.Todos ellos, por acción u omisión, fueron actores principales en la planificación y ejecución del bochornoso Comité Federal del 1 de octubre pasado, una fecha que queda para la historia del socialismo español. Díaz ha dado el paso adelante como le pedían incontables dirigentes, pero no entra sobre el escenario como le hubiera gustado a priori hace seis meses. Llega a la disputa de la secretaría general con uno de sus adversarios crecido ante la adversidad y respaldado por una militancia que no olvidará aquella abstención que ha posibilitado que un gobierno de derechas siga al frente de este país.Después de este acto de presentación, en el que ha querido transmitir la idea de que el PSOE del pasado entierra las disputas internas del pasado, Díaz quiere caminar sola entre unas aguas cada vez más turbulentas. Sus supuestas llamadas a la unidad en un partido que se cose para el futuro con cuchillos de momento no tienen eco entre los seguidores del líder derrotado y derrocado.La realidad consumada a día de hoy es esta: Susana Díaz ha escenificado la reconciliación del PSOE del pasado, pero en el del futuro sigue siendo ella una de las protagonistas principales que incendiaron el escenario de la unidad, entre otros muchos actores de todos los bandos ahora participantes en esta película con tintes de thriller llamada PSOE.
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