Emiliano García Page, el heredero pragmático de Manuel Valls

04 de Junio de 2019
Actualizado el 02 de julio de 2024
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García Page
El socialismo sufre una herida cada vez que los líderes del PSOE se escoran hacia el centro derecha o se confunden claramente de hacia dónde ir. Hay un sector de los socialistas que da la sensación de que no aprenden de los errores del pasado y que no analizan con claridad las causas del derrumbe de la socialdemocracia europea. Casualmente esto se da en los territorios donde aún tienen influencia los viejos líderes de la Transición, aquellos que, por estar durante años ocupando puestos de poder, han olvidado las esencias del verdadero socialismo democrático y se han colocado en un lugar tan centrado que en demasiadas ocasiones se escoran hacia los planteamientos ideológicos de la derecha. Unas veces es Susana Díaz, otra Javier Lambán y hoy le ha tocado a Emiliano García Page.El presidente de Castilla-La Mancha, en una entrevista en Radio Nacional de España, ha dado una verdadera lección de lo que es el socialismo pragmático, de ese invento infernal de Manuel Valls que ha tenido para la socialdemocracia unos efectos aún más negativos que la Tercera Vía de Tony Blair. García Page ha advertido de que formar un gobierno gracias al apoyo de Podemos sería un error porque tendría un efecto negativo: «el drama no es pactar o no con Podemos, es que Podemos no suma votos con el PSOE, y lo que es peor, suma algunos vetos».La pregunta que surge ante esta reflexión, que perfectamente podría haber realizado Valls, es la siguiente: ¿hay que asustarse ante los vetos de la derecha y de los ultras? Es sorprendente cómo un dirigente del PSOE puede preferir un pacto con Ciudadanos antes de con su aliado natural. Se puede estar más o menos de acuerdo con Podemos o con Iglesias, pero si Sánchez alcanzara un pacto de gobierno con Rivera sería el fin del socialismo en España. Habría otra cosa, pero socialismo no.  Por eso es absolutamente indefendible el pragmatismo de García Page cuando, afirma en La Razón que «no queda más remedio» que pactar con Rivera.Afortunadamente, en este país los votantes aún respetan los valores ideológicos que representan unas siglas. La propia noche electoral del 28 de abril la militancia socialista dio una lección de cordura y dignidad cuando le gritó a Pedro Sánchez que «con Rivera no, con Rivera no». ¿Se opone Page a lo que gritaron los militantes y votantes del PSOE? Parece ser que sí, sobre todo por sus afirmaciones en una entrevista publicada por La Razón, en la que, entre otras cosas afirmaba que «Yo nunca he considerado a Ciudadanos la derecha con la que les mezclan otros, quienes se han empeñado en decir permanentemente que son la derecha de Colón». ¿Cómo que Ciudadanos no es derecha, señor García Page?Los experimentos de coaliciones entre socialdemócratas/socialistas y partidos de centro derecha siempre se saldan con un debilitamiento de los progresistas y con un reforzamiento de los conservadores. Esto ocurre por un hecho que estos dirigentes olvidan: el electorado de izquierdas siempre verá como una traición llegar a acuerdos con el adversario político natural porque, al final, los planteamientos conservadores/liberales siempre se imponen a las políticas sociales que debería defender alguien que lidera un proyecto que lleva el apellido de «progresista».García Page y todos los líderes del PSOE que prefieren pactar con Ciudadanos antes que con Podemos olvidan que estamos en un país en el que la derecha siempre gobierna para los suyos, para las élites. Un gobierno apoyado por los de Rivera en vez de por los de Iglesias terminaría con la imposición de la línea dura de las medidas económicas liberales y con los planteamientos joseantonianos en referencia a los problemas territoriales. No hay más que recordar los puntos pactados entre Sánchez y Rivera en el «pacto del Abrazo» y nos daremos cuenta de que quien cedió más fue el PSOE y Ciudadanos sólo lo hizo en puntos que no chocaban con sus bases ideológicas o con los intereses de sus patrocinadores del IBEX.El presidente de Castilla-La Mancha olvida, además, que la mayoría absoluta que ha logrado en estas últimas elecciones autonómicas es fruto de las políticas sociales aprobadas por el gobierno de Sánchez y no por una gestión en la que se anteponen aspectos tradicionales defendidos por los partidos conservadores. Esas medidas sociales aprobadas por el Ejecutivo Central son fruto, precisamente, de los acuerdos a los que se llegó con Podemos y no con Ciudadanos que, por ejemplo, se opuso a proyectos clave para la vida de la ciudadanía como la nueva Ley Hipotecaria o la subida del Salario Mínimo que fue muy criticada por Albert Rivera.Podemos habrá cometido errores como, por ejemplo, cuando incluyó en la «casta» a ciertos dirigentes socialistas que estaban muy apegados a quienes dan lecciones de socialismo desde los consejos de administración de las empresas del IBEX. Esto es algo que no han perdonado estos «barones» y por esa razón, y por su pragmatismo ideológico, no han ocultado jamás su preferencia a pactar con quien fuera antes que con los de Pablo Iglesias. Lo vimos tras la rebelión del Comité Federal del 1 de octubre de 2016 cuando se entregó gratis el gobierno a Mariano Rajoy y el PSOE no hizo ningún tipo de oposición cuando tuvo la posibilidad de implantar medidas sociales que desgastaran a la derecha de Rajoy y Rivera. Lo hemos visto con la aplicación del artículo 155 en Cataluña. Esto son cosas que el votante progresista no entiende porque no hay ningún tipo de identidad entre el socialismo y lo que representa Albert Rivera.Al contrario, el camino adoptado por el gobierno de Pedro Sánchez va por la ruta de potenciar las conquistas sociales que provocó el 15M, movimiento del que nació Podemos, conquistas que se consiguen desde un socialismo real y no desde el pragmatismo que, al fin y al cabo, no es otra cosa que la concesión de una patente de corso a la priorización de los intereses de las élites frente a las necesidades reales de la ciudadanía.Afirma García Page que un pacto PSOE-Ciudadanos evitaría que los de Rivera se echaran en manos de Vox. Sin embargo, olvida el presidente de Castilla-La Mancha que, por ejemplo, en lo territorial Rivera y Abascal piensan igual y desean utilizar la Constitución como arma para tomar Cataluña y convertirla en un nuevo Ulster. ¿Qué subyace en un discurso tan dañino para su propio partido, señor García Page? ¿Tan prioritaria es la aplicación del artículo 155 de la Constitución en Cataluña? ¿Eso es lo que apoya García Page? ¿Eso es lo que quiere para el PSOE? ¿Entenderá la militancia socialista un giro de este tipo?Esta teoría del pacto es errónea y demuestra una visión estratégica muy limitada por quienes defienden desde el PSOE el pragmatismo político. Un acuerdo entre Sánchez y Rivera lo que provocará será el debilitamiento del propio Partido Socialista y la potenciación del eje PP-Vox, además de la resurrección de un Podemos que rebajaría inevitablemente sus niveles de dogmatismo al identificarse con las mismas exigencias reales de una sociedad progresista. El militante y el votante socialista jamás entendería que se desoyera su exigencia de la noche electoral y sería la última traición que aceptaría el pueblo del PSOE.Si se produjera nuevamente el «Pacto del Abrazo» un 20% de los votantes de Ciudadanos podrían aceptar al PSOE, pero el 80% restante reforzaría los apoyos de la derecha que anteriormente estaba introducida en el PP. Esto demuestra cómo el discurso de Page siempre perjudicaría al Partido Socialista.Lo natural es que desde el PSOE se apoye lo que pidieron la militancia y los votantes el día 28 de abril: «con Rivera no, con Rivera no», porque un Partido Socialista escorado a la derecha provocará, precisamente, un nuevo trasvase de votos socialistas al partido de Iglesias o a la abstención, lo que tendrá una consecuencia clara: se reforzará a Rivera y se dejará huérfana a la gente que espera de lo socialistas una profundización de las reformas sociales aplicadas en el último año, unas medidas que son el verdadero freno a la ultra derecha.En ningún momento García Page introduce aspectos que son fundamentales para cualquier socialista: la igualdad real, la diversidad, el feminismo o la ruptura del Estado con la Iglesia Católica de Rouco Varela que es contraria a las políticas que revierten en una mejor comprensión del mensaje pastoral de concordia de la Teología de la Liberación que es un modo de entender el catolicismo más cercano a los valores del socialismo verdadero. En ningún momento el presidente de Castilla-La Mancha utiliza el lenguaje de género, lo cual, es un modo de rechazar lo que significa la igualdad real en la sociedad. En ningún momento menciona lo que implican las medidas sociales para potenciar el respeto a la diversidad en todos sus ámbitos, pero, sobre todo, en el acogimiento de los náufragos que no eligen puerto. Todo el discurso de García Page, al obviar en todo momento la aplicación de políticas sociales basadas en la lucha por la igualdad real en todos los ámbitos, por el respeto a la diversidad o por la revolución feminista, no hace otra cosa que ir en contra del trabajo que sus compañeros y compañeras del gobierno están haciendo en la actualidad. Más o menos lo mismo que le ocurrió a Zapatero cuando en la primera legislatura logró implementar leyes fundamentales para el desarrollo social y humano de este país y en la segunda se dejó arrastrar por ese pragmatismo que ahora defienden aquellos dirigentes, barones y baronesas, que están más cercanos al PSOE de las puertas giratorias que al de la justicia social.El pragmatismo en política puede ser positivo si quien gobierna es un conservador. Si es un progresista ese pragmatismo se convierte en traición y la ciudadanía no lo perdonará jamás porque, desde luego, con socialistas como Emiliano García Page no hacen falta Riveras.
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