En la más reciente sesión del Congreso, Alberto Núñez Feijóo, líder del Partido Popular, protagonizó uno de los episodios más controvertidos de su carrera política. En lugar de centrarse en el tema central del debate, la inmigración, el líder del PP optó por volver al ya gastado tema de la banda terrorista ETA, una organización que dejó de existir oficialmente hace más de una década. Este enfoque revela no solo una preocupante falta de conexión con los problemas reales que enfrenta España hoy, sino también una manipulación del dolor de las víctimas de ETA para obtener réditos políticos.
La estrategia del miedo y la nostalgia
Desde hace años, el Partido Popular ha hecho uso de la memoria de las víctimas de ETA como un baluarte moral, una especie de recurso emocional al que recurrir cuando las circunstancias políticas no les son favorables. Feijóo no es una excepción en esta estrategia. En un pleno convocado por su propio grupo parlamentario para tratar la cuestión migratoria, el líder del PP ignoró por completo el tema en cuestión y dedicó su intervención a atacar al presidente Pedro Sánchez por su supuesta connivencia con Bildu, el partido heredero de la izquierda abertzale.
Con su discurso, Feijóo buscaba recuperar un terreno que siente que el PP ha perdido, tanto en su relación con las víctimas del terrorismo como en su capacidad para erigirse como el partido de la "dignidad española". Sin embargo, la realidad es que su intervención fue vista por muchos como un intento desesperado de desviar la atención de problemas mucho más acuciantes, como la crisis migratoria y las políticas sociales que necesita el país.
Un uso cuestionable de las víctimas
El momento más polémico de la sesión se produjo cuando Feijóo decidió enfrentarse directamente a la presidenta del Congreso, Francina Armengol, quien le pidió que se ciñera al tema de la inmigración, que era el motivo por el que se había convocado el pleno. En lugar de seguir las directrices del debate, el líder del PP optó por justificar su desvío alegando que tenía "derecho a hablar de la dignidad de los españoles asesinados por ETA". Esta frase, aplaudida fervientemente por su bancada, es un claro ejemplo de cómo Feijóo instrumentaliza el dolor de las víctimas para su propio beneficio.
El uso reiterado del terrorismo como argumento político no solo es innecesario, sino que roza lo insensible. Las víctimas de ETA no son una herramienta para ser utilizada en el hemiciclo cada vez que el PP se ve en dificultades. Los españoles, incluidas las propias víctimas, han pedido en numerosas ocasiones que se pase página y que la política se centre en los retos actuales del país. Sin embargo, el PP parece empeñado en utilizar este recurso como una forma de avivar el miedo y la nostalgia por un pasado oscuro.
La falta de propuestas claras
Lo más grave de la intervención de Feijóo no fue solo su falta de respeto por el tema a debatir, sino su evidente incapacidad para ofrecer soluciones claras a los problemas de España. En un momento en que el país se enfrenta a desafíos como la inmigración, la crisis económica y la cohesión social, el líder del PP prefirió desviar la atención hacia temas que, aunque importantes en su momento, ya no son el foco de las preocupaciones de la ciudadanía.
Feijóo acusó al presidente del Gobierno de "indignidad" por sus acuerdos con EH Bildu, vinculando de manera implícita la política migratoria de Sánchez con el terrorismo de ETA, una conexión absurda que busca confundir y manipular a la opinión pública. En lugar de aprovechar la oportunidad para presentar propuestas constructivas sobre inmigración, un tema que él mismo había solicitado debatir, el líder del PP optó por la confrontación y el ataque personal.
Un discurso anclado en el pasado
La insistencia de Feijóo en recurrir a ETA y sus víctimas es sintomática de un partido que parece no saber cómo abordar los desafíos del siglo XXI. Mientras otros líderes políticos intentan lidiar con cuestiones como la digitalización, el cambio climático o la cohesión territorial, Feijóo parece estar atrapado en un bucle discursivo que no tiene cabida en el presente.
Esta obsesión con ETA y Bildu revela una estrategia política basada en la polarización y el miedo, una táctica que ya no resuena con la misma fuerza en la sociedad española. La realidad es que ETA dejó de ser una amenaza hace más de una década, y aunque su legado de dolor sigue presente, los ciudadanos esperan que sus líderes políticos se centren en los problemas actuales del país.
El coste político de la manipulación
El uso del terrorismo como herramienta política tiene un límite, y Feijóo está empezando a darse cuenta de ello. A medida que el PP sigue explotando este tema, corre el riesgo de alienar a una parte considerable de la ciudadanía que ve en estas tácticas un signo de debilidad y falta de visión de futuro. Los votantes ya no quieren un líder que mire al pasado, sino alguien capaz de ofrecer soluciones para los problemas del presente y del futuro.
Es preocupante que, en un momento tan crucial para España, el principal partido de la oposición no sea capaz de articular un discurso coherente sobre los grandes retos que enfrenta el país. En lugar de hablar sobre cómo gestionar la inmigración de manera eficaz, cómo mejorar la calidad de vida de los ciudadanos o cómo abordar la desigualdad, Feijóo opta por reavivar fantasmas del pasado.
Una política sin rumbo
El enfrentamiento de Feijóo con Armengol en el Congreso no fue solo una muestra de su falta de respeto por las normas parlamentarias, sino también un reflejo de la falta de rumbo de su liderazgo. El uso continuo de ETA y sus víctimas como arma política es una estrategia desgastada y peligrosa, que no solo muestra la falta de ideas del PP, sino también su incapacidad para conectar con los problemas reales de los ciudadanos.
Feijóo debería dejar de mirar al pasado y centrarse en ofrecer soluciones para el presente. Los españoles merecen algo más que un líder que utiliza el dolor de las víctimas para su propio beneficio. Merecen un liderazgo que enfrente los problemas actuales con valentía, visión y propuestas claras.