Dos candidatos a la Presidencia del Gobierno –Pedro Sánchez y Núñez Feijóo– se presentan hoy ante el rey, un hecho inédito en nuestra democracia. El candidato socialista es quien más posibilidades tiene de formar un nuevo Consejo de Ministros, mientras que el popular parece haberse enfrascado en una especie de teatrillo, ya que no dispone de los apoyos para lograr los 176 escaños que dan la mayoría suficiente. La papeleta que se le plantea a Felipe VI es importante. Nuestra Constitución establece claramente que el monarca arbitra y modera el funcionamiento de nuestras instituciones, es decir, cumple un papel meramente representativo, pero de ninguna manera tiene potestad o prerrogativas para resolver conflictos políticos como el que se plantea tras el 23J.
La Carta Magna fue pensada para mantener un equilibrio constante entre dos partidos mayoritarios, pero ese escenario bipartidista ya no se da, puesto que han aparecido nuevas fuerzas emergentes, en este caso Sumar y Vox. ¿Qué debe hacer el rey ante esta tesitura? La historia de España nos dice que cada vez que el monarca se metió en política, decantándose por un partido determinado, el país se vio sometido a grandes convulsiones. Ocurrió por ejemplo durante la dictadura de Primo de Rivera. Cuando la monarquía abrió la puerta al militarismo ultraderechista abrió también la caja de los truenos.
Felipe VI no toma partido por ningún candidato
Hoy, el rey es perfectamente consciente de cuál es su papel. En los últimos días el PP le está presionando para que encargue la formación de Gobierno a la lista más votada (con el apoyo de un partido neofranquista como Vox). Feijóo sabe que ese camino solo conduce a una investidura fallida o fake, ya que le falta un puñado de votos para alcanzar los ansiados 176 escaños en primera ronda o más síes que noes en la segunda. Pero el gallego parece dispuesto a dar ese paso que, por otra parte, a Sánchez le favorece. El presidente en funciones trata de ganar tiempo para cerrar un posible acuerdo con Junts que le daría la llave de Moncloa. Pero esas negociaciones están todavía muy verdes. Carles Puigdemont le exige una amnistía general para los presos del procés, referéndum de autodeterminación y comisiones de investigación por los atentados de Barcelona y Cambrils y el espionaje a los líderes soberanistas.
Sánchez y Puigdemont podrían reunirse el próximo 12 de septiembre en el Parlamento Europeo. Esa cita servirá para sondear si es posible un acuerdo. Mientras tanto, Felipe VI se mantendrá a la expectativa, tal como establece la Constitución. Si los Borbones han conservado la jefatura del Estado en los últimos 40 años de democracia ha sido precisamente porque han cumplido escrupulosamente con su papel simbólico o representantivo. La Casa Real no tomará partido por ningún candidato.
A la búsqueda de escaños
Hoy, Felipe VI cierra la ronda de consultas. Tras los encuentros con los líderes de UPN, Coalición Canaria (CC), PNV y Sumar –en orden de menor a mayor representación–, llega el turno de Santiago Abascal, Sánchez y Feijóo. El líder popular se presenta en Zarzuela con un escaso bagaje. Fue el ganador de las elecciones del 23 de julio, es cierto, pero a día de hoy posee solo 172 votos atados (PP, Vox, UPN y CC). Además, la decisión del PP de no ceder a Vox sus votos para entrar en la Mesa del Congreso ha enfriado la relación entre los dos partidos de las derechas españolas y el apoyo de la formación que preside Santiago Abascal para una hipotética investidura de Feijóo podría estar ahora en el aire. En realidad, bien mirado, Feijóo no cuenta con 172 escaños, sino con los 136 obtenidos en las urnas por el PP.
Pedro Sánchez, por su parte, se reivindica como el único capaz de sumar los apoyos necesarios, tras conseguir la semana pasada armar una mayoría suficiente para hacerse con la Presidencia del Congreso. Entonces, aglutinó en un mismo bloque 178 votos correspondientes al PSOE, Sumar, ERC, Junts, EH Bildu, PNV y BNG; si bien a día de hoy tan solo cuenta con 152 síes de las dos formaciones que conforman el Ejecutivo. Así las cosas, el rey puede optar por dejar que Feijóo cumpla con su trámite de investidura fallida y posteriormente encargar a Sánchez la formación de Gobierno. Para todo este trámite de consultas y proposición de nuevo presidente del Gobierno, no hay un plazo establecido en la Constitución, así que el monarca cuenta con un margen de tiempo suficiente, al igual que el candidato, que puede ir cerrando sus acuerdos con otras fuerzas políticas.