En las sombrías calles de Gaza, donde la guerra ha borrado las líneas entre el hogar y el campo de batalla, los niños se encuentran atrapados en un ciclo interminable de desesperación y ruina. Esta es la cruda realidad que James Elder, portavoz de UNICEF, reveló tras su reciente misión en la asediada Franja de Gaza, donde los escombros y las cicatrices de la guerra se han convertido en una vista común.
Elder, con dos décadas de experiencia en zonas de crisis bajo su cinturón, confiesa que la devastación en Gaza es inigualable en su memoria. Desde hambrunas hasta inundaciones, ha sido testigo de múltiples tragedias humanitarias, pero nada se compara con el desastre que ha presenciado en Gaza. La infancia, en particular, se enfrenta a un panorama desolador, marcado por la violencia y el miedo constante.
Durante una breve pausa en los combates, Elder y su equipo viajaron desde Rafah hasta la ciudad de Gaza, un trayecto de apenas 35 kilómetros que se sintió como una travesía interminable a través de un paisaje de guerra. En cada esquina, los edificios devastados y las calles llenas de escombros narraban la historia de una ciudad sitiada.
Una imagen particularmente desgarradora se quedó grabada en la mente de Elder: un hombre mayor emergiendo de entre las ruinas de un edificio recién bombardeado. Con dolor, reveló que 30 miembros de su familia habían perecido en la explosión. Esta tragedia personal es un microcosmos del sufrimiento generalizado en Gaza, donde cada familia ha sido marcada por la pérdida.
El impacto de la guerra en la vida cotidiana es palpable. Elder describe escenas surrealistas de normalidad distorsionada: un sofá solitario en un edificio sin paredes, un cuadro colgando en la única pared que quedó en pie. En particular, relata el descubrimiento de una habitación infantil, sorprendentemente intacta entre la destrucción, como un cruel recordatorio de la vida que una vez fue.
La situación humanitaria en Gaza es crítica. La necesidad de suministros básicos –agua, alimentos, medicinas– es abrumadora. A pesar de los esfuerzos de UNICEF y otras organizaciones, la ayuda es insuficiente para cubrir las necesidades crecientes. Los hospitales, desbordados y en caos, luchan por atender a los heridos, mientras que los servicios básicos, como la recolección de basura, han colapsado.
La visita a Jabaliya, al norte de la Franja de Gaza, reveló un panorama igualmente sombrío. Montones de basura y hospitales en estado de emergencia evidenciaron el colapso de los servicios esenciales. En el Centro de Operaciones Conjuntas, donde trabajadores de la ONU planean misiones futuras, el ambiente era de pesadumbre. Las familias palestinas necesitan desesperadamente más de todo, pero sobre todo, seguridad y paz.
Elder subraya la urgencia de un alto el fuego humanitario. Sin él, advierte, la vida de los niños de Gaza sigue en riesgo, amenazada por las bombas, las enfermedades y la falta de recursos básicos. El conflicto ha convertido a Gaza en un lugar donde la infancia se ve acosada por todos lados, sin un refugio seguro a la vista.
La misión de Elder en Gaza pone de manifiesto una verdad ineludible: los niños de Gaza han soportado demasiado. Es imperativo un alto el fuego humanitario y la paz, no solo por la supervivencia de estos niños, sino por su derecho a un futuro mejor.