La gestación subrogada ha ganado popularidad como una alternativa para muchas parejas y, resulta necesario analizar las implicaciones y riesgos que este método conlleva. Un reciente estudio presentado en la 40.ª Reunión Anual de la ESHRE en Ámsterdam arroja luz sobre los peligros a los que se enfrentan las mujeres gestantes, conocidas también como madres sustitutas o vientres de alquiler. Las investigaciones revelan que estas mujeres experimentan un riesgo significativamente mayor de morbilidad materna grave y complicaciones durante el embarazo en comparación con aquellas que conciben de manera natural o mediante fertilización in vitro (FIV).
Aumento de riesgos de salud en madres gestantes
La investigación, liderada por Marina Ivanova y María Vélez de la Queen's University en Kingston, Canadá, se basó en el análisis de casi un millón de nacimientos en Ontario entre 2012 y 2021. Los resultados son contundentes: las madres gestantes enfrentan una tasa de morbilidad materna grave del 7,1%, en comparación con el 2,4% en concepciones sin asistencia y el 4,6% en concepciones por FIV. Las complicaciones más comunes incluyen hemorragias posparto y trastornos hipertensivos, con tasas de 13,9% y 13,9% respectivamente entre las gestantes sustitutas.
Estos datos son alarmantes y sugieren que, pese a la selección cuidadosa de las portadoras gestacionales basada en características favorables para un embarazo saludable, la realidad demuestra que estas mujeres están expuestas a riesgos de salud considerables. Ivanova señala que los mecanismos detrás de estos riesgos podrían incluir diferencias en la salud inicial de las gestantes, la atención prenatal recibida y el impacto fisiológico y psicológico de llevar un embarazo para otra persona.
El cuerpo de la mujer como objeto de negocio
Además de los riesgos médicos, la gestación subrogada plantea serias cuestiones éticas y sociales. Al convertir el cuerpo de la mujer en un objeto de negocio, se corre el riesgo de mercantilizar la maternidad y explotar a las mujeres más vulnerables. La posibilidad de que las mujeres de menores recursos económicos se vean forzadas a alquilar sus vientres por necesidad financiera es una realidad preocupante que no puede ser ignorada. Este fenómeno no solo reduce la gestación a una transacción comercial, sino que también perpetúa desigualdades sociales y de género.
La doctora María Vélez subraya que, aunque algunas publicaciones sugieren una selección rigurosa de las portadoras gestacionales, el estudio no reflejó consistentemente esta idea. Esta investigación cuestiona la narrativa de que la gestación subrogada es un proceso seguro y controlado, exponiendo la vulnerabilidad de las mujeres involucradas, especialmente aquellas de menores recursos económicos.
Impacto socioeconómico y morbilidad materna
Otro aspecto importante revelado por el estudio es la relación entre el nivel socioeconómico de las gestantes sustitutas y la morbilidad materna. Las madres gestantes son menos propensas a pertenecer a grupos de ingresos más altos, un factor asociado con tasas más elevadas de morbilidad materna grave. A pesar de ajustar los resultados por características sociodemográficas, los riesgos persisten, lo que indica que otros factores, posiblemente relacionados con la propia naturaleza de la gestación subrogada, están en juego.
La gestación subrogada plantea no solo cuestiones médicas, sino también éticas y legales. La explotación potencial de mujeres vulnerables y las implicaciones de salud a largo plazo deben ser objeto de un debate profundo y riguroso. La FAPE (Federación de Asociaciones de Periodistas de España) insta al Gobierno a trasponer la normativa europea en sus máximos, asegurando un consenso general que incluya a todos los actores relevantes.
En un momento en que la tecnología y las opciones reproductivas avanzan, es esencial que las decisiones se basen en evidencia científica y un compromiso ético con la protección de las mujeres.
La gestación subrogada, aunque presenta una solución para muchas parejas, trae consigo riesgos considerables para la salud de las madres gestantes, que no pueden ser ignorados. Es necesario un marco legal y social que priorice la salud y el bienestar de todas las partes involucradas, garantizando que la búsqueda de un hijo no se convierta en una fuente de sufrimiento y explotación para las mujeres más vulnerables.