Cuando un país se siente impune actúa sin control. Eso es lo que sucede con Israel. En el último año el Estado hebreo ha perpetrado múltiples violaciones del derecho internacional, de las leyes de la guerra y ha cometido abominables delitos de lesa humanidad. Sin embargo, la comunidad internacional no ha actuado contra Israel del mismo modo que sí lo ha hecho en otros casos no muy lejanos.
La invasión ilegal de la Federación Rusa a Ucrania tuvo como consecuencia inmediata la imposición de sanciones contra el país y contra importantes ciudadanos rusos. Israel está haciendo lo mismo, sin respuesta en ningún ámbito.
No hay más que lanzar una mirada al pasado para entender que esa impunidad de la que goza un Estado genocida, por obra y gracia de sus aliados (Estados Unidos y la Unión Europea), tiene gravísimas consecuencias. Sucedió en los años previos a la II Guerra Mundial con la Alemania de Adolf Hitler, quien se fue anexionando territorios sin que la comunidad internacional hiciera nada. Ahora es Israel quien ataca militarmente a estados soberanos sin que medie provocación o casus belli.
La última acción ha sido el ataque contra el barrio de Mezzeh, en Damasco. Según la agencia de noticias SANA, «una agresión israelí tuvo como objetivo un edificio residencial en el barrio de Mezzeh, en Damasco, y hay información preliminar sobre la presencia de heridos».
No es la primera vez que Israel ataca Siria. Más allá de la anexión ilegal de los Altos del Golán, el Estado hebreo ha realizado operaciones como el bombardeo contra el complejo diplomático iraní en el que fue asesinado un alto oficial de la Guardia Revolucionaria o el supuesto ataque a una base militar rusa la semana pasada, hecho que no ha sido confirmado ni desmentido.
Ahora atacan a un barrio residencial habitado por civiles. Esa constante provocación por parte de Israel no tiene más objetivo que la expansión del conflicto de Oriente Medio y la inclusión de otros actores que globalizarían aún más la guerra. Atacar a Siria es hacerlo a Rusia y por más que el país tenga un conflicto abierto con Ucrania, Vladimir Putin siempre ha demostrado que es fiel a sus alianzas con el régimen de Bashar al-Ásad.
Benjamin Netanyahu está desatado, lo mismo que sus ministros sionistas fanáticos y las consecuencias pueden ser muy graves. Pero Israel, como creen que la Torah es un libro histórico (aunque más del 90% de su contenido es mentira o no está confirmado históricamente), tienen la conciencia de que son el pueblo elegido de Dios y que eso les da la impunidad para masacrar a quien haga falta y les da legitimidad para practicar el genocidio más cruel.