El PP se ha quedado prácticamente solo, una vez más, en su defensa de la corrupción. Todas las fuerzas políticas han votado a favor de la creación de una comisión de investigación sobre el caso Kitchen, el escándalo de espionaje que salpica al Ministerio del Interior en la época de Jorge Fernández Díaz. Sólo Foro Asturias ha apoyado la intención de los populares de echar tierra encima del asunto y ni siquiera Vox, que se ha abstenido finalmente, ha tenido el cuajo de ponerse de lado de Pablo Casado. Incluso Unión del Pueblo Navarro (UPN), socio electoral del PP, y Ciudadanos, muleta en tantos gobiernos autonómicos, han apoyado la comisión.
Por tanto, el trámite parlamentario ha sido aprobado y el siguiente paso será empezar a citar a comparecientes, testigos y víctimas, es decir, todos los personajes de este macabro affaire de cloacas del Estado que es la Operación Kitchen, todos los actores que irán desfilando por la tribuna de la comisión para dar cuenta de las grabaciones del comisario Villarejo, de las “facturas chungas”, de los micrófonos de “la pequeñita” Soraya, de las trapacerías del “Barbas” (o también el “Asturiano”), de las listas de espera para trincar sobres “en crudo” y de todas las burradas que llevaron a cabo los agentes de la Policía Patriótica en los años de Mariano Rajoy. Todo apunta a que los trabajos durarán al menos tres meses, pero la medida se antojaba necesaria e imprescindible para poner luz y taquígrafos a este turbio episodio que ha degradado la democracia española hasta límites imposibles de digerir.
Las comisiones parlamentarias suelen servir para bien poco, aunque en este caso debería contribuir a aclarar quién es el señor X de esta inmensa trama de espionaje y corrupción. De las declaraciones de los personajes de esta historia se desprende que Mariano Rajoy al menos estaba informado de que un grupo de policías, enrolados en un “grupo parapolicial” como vulgares sicarios, fueron contratados para que llevaran a cabo seguimientos y escuchas telefónicas al tesorero Bárcenas con el fin de sustraerle información sobre las cuentas del partido y el caso Gürtel. Lo que está en juego, en última instancia, es determinar si el Gobierno del PP organizó una trama para impedir que la Justicia conociera la verdad sobre los conocidos como “papeles de Bárcenas”. O como ha dicho el diputado socialista Felipe Sicilia: “El PP montó una trama corrupta para localizar y destruir cualquier prueba que comprometiera” a su partido, una operación que, según lamenta, “sirvió para pudieran destruir información importante” sobre este caso y otros. ¿Puede haber algo más abyecto en democracia que eso?
El PP ha traspasado ya todos los límites de la decencia política, ha infringido todos los delitos del Código Penal y ha llegado a un estadio de degradación moral difícilmente imaginable. Lo que se esperaba esta mañana del PP es que diera un paso adelante y demostrara que aún le queda algo de dignidad, que votara sí a la comisión, haciendo buenas las declaraciones de Pablo Casado, que en los últimos días se ha mostrado partidario de la regeneración de su partido y de que la Justicia llegue hasta el fondo y hasta sus últimas consecuencias. Pero ni por esas. El Partido Popular se ha cerrado en banda, enrocándose vilmente, y lejos de demostrar que sigue siendo un partido político y no una banda criminal ha echado el cerrojo, de manera infame, al conocimiento de los hechos. De una forma o de otra, las derechas siempre dicen “no” a la verdad y terminan situándose de lado de la mentira. Es lo que ha pasado estos días, por ejemplo, con la Ley de Memoria Histórica anunciada por el Gobierno. También en este caso los populares han dicho “no” la posibilidad de que los familiares de los represaliados en la Guerra Civil y el franquismo puedan recuperar los restos de sus seres queridos, en una clara demostración de que el PP está siempre, y por sistema, en contra de la verdad. “Por más que les pese y por más que griten, montaron la Kitchen para tapar diez años de corrupción generalizada e institucionalizada y el lodazal en el que habían convertido la calle Génova”, asegura Sicilia.
En la misma línea, el portavoz de Unidas Podemos, Pablo Echenique, ha afirmado que la Kitchen no es un asunto de “manzanas podridas” ni algo que ocurrió cuando el actual líder del PP, Pablo Casado, era “un mero diputado por Ávila”, sino que todo apunta a que su antecesor, Mariano Rajoy, y la ex secretaria general, María Dolores de Cospedal, tenían conocimiento de la misma porque era “una política de partido”, informa Europa Press. Por eso la formación morada llamará a declarar a Mariano Rajoy y a Pablo Casado para que den las explicaciones oportunas. Interesante la aportación de Echenique, que ha invocado el artículo 22.2 de la Constitución, donde se establece que “las asociaciones que persigan fines o utilicen medios tipificados como delitos son ilegales”. La ilegalización del PP y su posterior refundación es la única solución que le queda al principal partido de la oposición para romper con el pasado.
Sin embargo, en Génova 13 siguen instalados en la táctica de la avestruz. “¿Pero qué broma es esta?”, se preguntaba la popular Ana Vázquez nada más subir a la tribuna. La portavoz de Interior del PP ha acusado a los partidos del Gobierno “más miserable” de pretender “aniquilar” a la oposición investigando a un Consejo de Ministros de “hace nueve años”, mientras impiden que las Cortes abran una comisión parlamentaria sobre la “funesta” gestión de la pandemia por parte “de Pedro Sánchez”. Acto seguido ha sacado a relucir la corrupción del PSOE, los ERES, la “financiación irregular” de Podemos y hasta el caso Roldán, que estalló en los años 90 del siglo pasado. “El PP no les va a permitir lecciones de honradez ni de moralidad porque ustedes carecen de ellas”, sentenció Vázquez. La diputada denuncia que las conclusiones de la comisión “ya están escritas” y recrimina a sus promotores que no hablen por miedo del excomisario José Manuel Villarejo, del que ha dicho fue “creado por el PSOE en la etapa de Felipe González”.
A favor de la comisión se han manifestado Bildu, el PNV y el BNG. Gabriel Rufián, una vez más, ha dejado la frase para la historia: “Que ustedes creen que su país es su cortijo se sabe hace años”. En cuanto a Vox, Macarena Olona ha pedido que caiga “todo el peso de la ley” sobre los responsables de Kitchen pero al final se ha abstenido. Así es el show ultraderechista. Una incoherencia tras otra.