Javier Milei es un ultra. Eso no es noticia, sus palabras, sus intervenciones públicas y sus actos como presidente de Argentina demuestran el fracaso absoluto de esa tendencia ultraderechista de corte ultraliberal que pretende arrasar con toda la construcción diplomática nacida tras la II Guerra Mundial.
En su discurso en la Asamblea General de Naciones Unidas, Milei arremetió duramente contra la misma institución en la que estaba interviniendo, insultando a todos los jefes de Estado y primeros ministros allí presentes. Evidentemente, el presidente argentino basó su discurso en los cimientos antiglobalistas del populismo de extrema derecha.
Milei acusó a Naciones Unidas de querer «imponer una agenda ideológica global», en clara referencia a uno de los enemigos de la extrema derecha mundial: la Agenda 2030, que fue calificada por el argentino de «programa de gobierno supranacional de corte socialista».
Es decir, tanto Milei como el antiglobalismo mundial, están en contra de una serie de objetivos que tienen como fin último la reducción de la pobreza, la seguridad alimentaria, sostenibilidad energética, seguridad ciudadana y la acción climática.
Para el antiglobalismo ultraderechista estos objetivos son la consecuencia de una conspiración contra los estados y los ciudadanos. Nadie duda de que la globalización no es perfecta y tiene sus fallas, pero de ahí a lo que reclaman esos movimientos de extrema derecha de volver a cerrar fronteras, además de un retroceso es algo imposible de llevar a efecto.
Para Milei, Naciones Unidas se ha transformado en un «leviatán de múltiples tentáculos que pretende decidir no solo qué debe hacer cada Estado-nación, sino también cómo deben vivir todos los ciudadanos del mundo» y que busca «imponer un modelo de gobierno supranacional de burócratas internacionales».
Para atacar a la Agenda 2030, el presidente ultra argentino afirmó que «aunque bienintencionada en sus metas, no es otra cosa que un programa de gobierno supranacional que atenta contra la soberanía de los Estados-nación y violenta el derecho a la vida, la libertad y la propiedad de las personas. Es una agenda que pretende solucionar la pobreza, la desigualdad, y la discriminación, con legislación que las profundiza. La historia del mundo demuestra que la única manera de garantizar la prosperidad, es limitando el poder del monarca, garantizando la igualdad ante la ley; y defendiendo el derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad de los individuos». Es decir, Milei apoya su discurso en los parámetros del Proyecto 2025 de la Heritage Foundation, el alma mater de la ultraderecha mundial.
Y, por supuesto, Milei hizo una apelación a ese concepto de libertad prostituido que llena las bocas de los ultras… y que tan graves consecuencias está teniendo para los ciudadanos a los que han conseguido engañar para alcanzar el poder.
«Todavía estamos a tiempo de apartarnos de este rumbo. Quiero ser claro con algo para que no haya malas interpretaciones: la Argentina, que está viviendo un profundo proceso de cambio en la actualidad, ha decidido abrazar las ideas de la libertad. Esas ideas que dicen que todos los ciudadanos nacemos libres e iguales ante la ley, que tenemos derechos inalienables otorgados por el creador, entre los que se encuentran el derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad. A partir de este día, sepan que la República Argentina va a abandonar la posición de neutralidad histórica que nos caracterizó, y va a estar a la vanguardia de la lucha en defensa de la libertad», amenazó Milei.
Mientras otros países latinoamericanos que apuestan y defienden abiertamente por el multilateralismo están consiguiendo rebajar los niveles de pobreza o reducir los índices de criminalidad, con un consiguiente crecimiento económico, la libertad prostituida que proclama Milei tiene como consecuencias que la pobreza se dispare o que, tal y como se ha visto históricamente, la creación de burbujas especulativas que terminan en quiebras y crisis globales. Finalmente, los beneficiarios de esas políticas serán los mismos que obtienen ganancias de lo que Milei critica.