El presidente de Lituania, Gitanas Nausėda, ha presentado este jueves el nombre de la socialdemócrata Inga Ruginienė ante el Parlamento como candidata para asumir el cargo de primera ministra, en medio de una profunda crisis política desatada por el escándalo de corrupción que forzó la dimisión de Gintautas Paluckas hace apenas dos semanas. Lituania tenía un gobierno en funciones desde entonces.
La propuesta de Ruginienė, hasta ahora ministra de Asuntos Sociales y líder sindical, llega tras la renuncia del anterior jefe de Gobierno y de todo su gabinete, una dimisión automática según la Constitución, después de que la prensa y la justicia destaparan presuntos vínculos familiares y empresariales en el uso irregular de fondos europeos y otras prácticas de dudosa legalidad que están siendo investigadas.
Las protestas en las calles se produjeron semanas antes para exigir responsabilidades y mayor transparencia, aumentando la presión para que el presidente actuara.
Ruginienė, de 44 años, es vista como un perfil renovador dentro de la familia socialdemócrata, que gobierna en coalición. Su nominación debe aún ser aprobada por el Seimas (el Parlamento), que deberá decidir sobre la formación de un nuevo gabinete y su programa en las próximas semanas. Se espera que la líder mantenga la línea europeísta y de firme apoyo a Ucrania, así como el compromiso con la Seguridad y la OTAN, en medio de las tensiones regionales por las maniobras militares rusas y la inquietud social.
La nueva representante del partido socialista ha optado por otro enfoque frente a la anterior cúpula, buscando reparar el daño reputacional y distanciarse del polémico ex primer ministro, cuya salida ha sido calificada de inevitable ante la magnitud del escándalo y la exigencia ciudadana.
El futuro Gobierno deberá negociar su composición y alianzas, pues la coalición actual está fracturada. Los socios de los socialdemócratas han expresado dudas sobre mantener alianzas con partidos de tendencia populista o con historial de declaraciones antisemitas.
La elección de Ruginienė, de ser confirmada, se espera para poder marchar una nueva etapa de regeneración política en Lituania, bajo la vigilancia de una sociedad que exige transparencia, ética y firmeza democrática en sus instituciones.