Esta tarde se inicia un juicio en París del que estará pendiente, no sólo los franceses, sino toda la Europa democrática. La lideresa de Agrupación Nacional, Marine Le Pen, se sentará en el banquillo, junto a otros miembros de su partido, acusados de malversación de más de 3 millones de euros de fondos públicos.
En concreto, las acusaciones se focalizan en una serie de falsos asistentes del Parlamento Europeo que sirvieron como herramienta para desviar fondos a la actividad del partido neofascista en Francia y no para las funciones de la Unión Europea.
La investigación sostiene que se habrían malversado más de 3 millones de euros en el periodo comprendido entre 2004 y 2016. Estos asistentes se centraron, presuntamente, en los asuntos del partido en Francia, en lugar de cumplir funciones en lo concerniente a la UE, como especificaban sus contratos.
La financiación de los partidos ultraderechistas europeos es uno de los puntos en los que la Justicia está focalizándose porque no es normal que cuenten con tantos recursos económicos cuando no disponen de representación suficiente para ello.
En España, por ejemplo, está demostrada la financiación recibida por Vox desde Irán. Ahora se ha descubierto como el líder ultra Luis «Alvise» Pérez recibió 100.000 euros en efectivo por parte de un empresario de las criptomonedas que está siendo investigado por la Audiencia Nacional por estafa piramidal.
En Estados Unidos, por ejemplo, la financiación de las campañas es diferente. La candidatura supremacista y basada en el Proyecto 2025 de Donald Trump recibe millones de dólares de millonarios vinculado a los sectores de la construcción y del petróleo. No se trata de una cuestión política, sino que esas donaciones son partidas de inversión que compran las futuras políticas que Trump pretende cumplir si vuelve a la Casa Blanca. Ya lo hizo en 2016 con las políticas fiscales que han hecho ganar a los millonarios más de 6 billones de dólares por el recorte salvaje de impuestos.