«Estamos en la primera parte de esta revolución de la infraestructura», afirmó en Bloomberg Larry Fink cuando BlackRock anunció la adquisición de Global Infrastructure Partners. Este entusiasmo por la inversión en infraestructura privada (no cotizada) fue reiterado más tarde en la carta anual del CEO de BlackRock a los inversores, donde explicó cómo la ve como un pilar clave de la transición energética. Con los activos de infraestructura privada gestionados globalmente alcanzando el billón de dólares en 2023, esta categoría de inversión ha estado cada vez en el punto de mira.
¿Cómo encaja el crecimiento de este tipo de inversión en una trayectoria creíble para limitar el calentamiento global a 1,5 °C? Un análisis de Reclaim Finance de las políticas de combustibles fósiles de cinco de las empresas de infraestructura privada más grandes del mundo muestra que todas ellas carecen incluso de las salvaguardas climáticas más básicas.
La infraestructura privada es un tipo de inversión privada en activos que no están disponibles en los mercados públicos, incluidas instalaciones, servicios y equipos en una amplia gama de sectores, como la energía, los servicios públicos, las telecomunicaciones, el transporte y la gestión del agua y los residuos. Históricamente, ha sido un área de inversión de nicho. Pero en 2023, según el proveedor de datos Preqin, los activos de infraestructura global bajo gestión superaron el billón de dólares, un aumento de seis veces desde 2008.
Los fondos de infraestructura privados tienen 296.000 millones de dólares en reservas de efectivo no gastadas que esperan ser invertidas (lo que se conoce como “energía seca”). Además, los inversores institucionales, como los fondos de pensiones, planean aumentar sus compromisos con los fondos de infraestructura privados en más de 600.000 millones de dólares para 2027, según el Boston Consulting Group. Se espera que una proporción significativa de este dinero se destine al sector energético. De hecho, el sector de «energía y medio ambiente» ya está atrayendo la mayor cantidad de operaciones de infraestructura privada (45% del valor total de las operaciones entre 2018 y 2023), más que el de «transporte y logística» y el de «infraestructura digital» (20% cada uno).
Inexistencia de políticas sobre combustibles fósiles
Como el sector energético es un importante destino de la inversión privada en infraestructura, es muy importante garantizar que esos recursos no se utilicen para apoyar actividades que no se ajusten a un escenario creíble de 1,5 °C.
El análisis de Reclaim Finance se focaliza en las políticas de combustibles fósiles de cinco de las mayores empresas de inversión privada en infraestructura (Macquarie Asset Management, Global Infrastructure Partners, Stonepeak, IFM Investors e I Squared Capital) frente al análisis del IPCC de que cualquier nuevo proyecto de combustibles fósiles pondrá en peligro nuestras posibilidades de limitar el calentamiento a 1,5 °C, que se refleja en el escenario de emisiones netas cero para 2050 de la Agencia Internacional de la Energía.
El documento, al que Diario16+ ha tenido acceso, revela que ninguna de estas empresas de infraestructura privada, que en conjunto han recaudado más de 250.000 millones de dólares en capital para infraestructura en los últimos tres años, tiene políticas sectoriales en marcha para garantizar que no se realicen inversiones en la expansión del sector de los combustibles fósiles. En otras palabras, no imponen restricciones a las empresas que desarrollan nuevas infraestructuras de carbón o de exploración y producción de petróleo. Esto contrasta marcadamente con los inversores del mercado público, que han adoptado cada vez más este tipo de políticas.
También se descubre que las cinco empresas de infraestructuras privadas mencionan, en distintos grados, sus esfuerzos por colaborar con las empresas contaminantes de su cartera, pero ninguna de ellas tiene una estrategia creíble que sugiera que tienen intención de alentar a las empresas de combustibles fósiles de sus carteras a que se dediquen a otras actividades. En resumen, estas empresas siguen teniendo la capacidad de invertir en empresas de combustibles fósiles, y a menudo se convierten en sus propietarios únicos o mayoritarios, y cuando lo hacen, no es para apoyar una reorientación hacia soluciones climáticas.
Un riesgo latente
El historial de las empresas de infraestructura privadas hace que esta falta de políticas sobre combustibles fósiles sea aún más grave. Las cinco empresas de infraestructura privadas analizadas son propietarias o copropietarias de, al menos, 45 empresas que operan en el sector de los combustibles fósiles, según datos de Private Equity Energy Tracker. Son particularmente activas en la infraestructura intermedia, a menudo asociada con el fracking y criticada por sus impactos ambientales y en los derechos humanos.
Sin políticas que fijen límites claros a los combustibles fósiles, existe un alto riesgo de que las empresas privadas de infraestructura sigan invirtiendo en infraestructura que supere el presupuesto global de carbono restante, lo que hará imposible evitar los peores impactos del cambio climático.
En consecuencia, los grandes inversores han encontrado un nicho de acumular aún más riqueza que pone en riesgo a la propia humanidad. El dinero habla… y manda.