El feminismo llega al Día de la Mujer absolutamente dividido entre quienes, mujeres y hombres, siguen teniendo como objetivo final la consecución de la igualdad real y quienes pretenden, a través de doctrinas absurdas y altamente peligrosas, plantear reivindicaciones desde el feminismo que nada tienen que ver con él.
La fragmentación de la revolución de las mujeres por la igualdad real no es nada nuevo. El feminismo ya venía dividido. Sin embargo, se trataba de reflexiones diferenciales que se basaban en matices raciales, religiosos o de clase pero que no olvidaban que el objetivo final de la lucha era la consecución de la igualdad real de género.
El problema está en que la actual ministra de Igualdad, demostrando una ignorancia al intentar colocar como piedra angular de su Ministerio una teoría absolutamente misógina: la teoría queer. Esto ha provocado una guerra en el feminismo en el peor momento posible, sobre todo cuando los defensores del mantenimiento del patriarcado llevan un año entero criminalizando al movimiento de las mujeres por la igualdad real, algo que da pie, por ejemplo, a que haya una banquera que se declare feminista porque cree en la igualdad de oportunidades y porque es bueno para el negocio.
La teoría queer parte de una base en la que roba elementos del feminismo para defender esa añagaza que es la autodeterminación de género. Por un lado, se oculta un mensaje absolutamente misógino cuando cuestiona la heterosexualidad obligatoria, algo que ya en el año 1980 fue planteado por uno de los referentes del feminismo, Adrienne Rich.
Además, el planteamiento queer, para defender sus postulados, se basa en un cuestionamiento de la ciencia, al señalarse aspectos como que la teoría queer intenta dar voz a las identidades de género que han sido calladas por el androcentrismo, la homofobia, el racismo y el clasismo de la ciencia. Estos planteamientos hacen comprender el intento de Irene Montero y su equipo de deshacerse de la medicina en su borrador de la Ley Trans. Para defender esta aberración echan mano del término patologización para ver ese desprecio a todo lo científico para imponer sus postulados, como hacía la Inquisición en la Edad Media.
La teoría queer defendida por el actual Ministerio de Igualdad, y que pretender imponer, ignora los avances previos del feminismo y expolia planteamientos de referentes como Angela Davis o Adrienne Rich. Sin embargo, lo preocupante es que lo que se pretende realmente es colocar con una pátina de buenismo sobre lo que de verdad representan: una idea patriarcal identitaria. Las feministas, desde que lleva Irene Montero al frente de su ministerio, han denunciado en diferentes foros que el objetivo es borrar a las mujeres, y lo han hecho en los dos proyectos estrella del Ministerio de Igualdad: la Ley de Libertad Sexual y la Ley Trans.
Estos dos proyectos demuestran los verdaderos objetivos de la teoría queer, todo ello, eso sí, envuelto en un discurso antifeminista camuflado en una cháchara que pretende dar la idea de transgresión y revolución. Tal y como hemos denunciado en estas páginas, las políticas que quiere imponer el actual Ministerio de Igualdad, intentando colarlo desde el feminismo, lo que realmente pretende es destruirlo porque pone en cuestión la esencia principal de la revolución de las mujeres por la igualdad real, además de colocar en una situación de peligro extremo la lucha contra la violencia de género y, en ocasiones, defiende la pornografía o la prostitución sin hacer una diferenciación entre los distintos tipos de este fenómeno.
Una de las fundadoras de la teoría queer, Judith Butler, afirma en sus escritos que el hecho de ser mujer o ser niña es solo un acto performativo. Es verdaderamente sorprendente que se pretenda utilizar al feminismo cuando afirma que, a partir de la repetición de las conductas adjudicadas a cada sexo, el género se inscribe en el cuerpo. Esta autora borra de un plumazo todos los logros del feminismo porque afirma la única salida a las trampas del género está en ser queer. Niega, además, la existencia de la revolución feminista al defender la abolición del género y no su multiplicación. La teoría queer niega la opresión histórica de las mujeres por el sistema patriarcal puesto que plantea un silogismo muy peligroso: si parece opresivo “ser mujer”, la solución está en cambiar de rol y, de este modo, se abandona de la opresión del género originada por tu sexo, por haber nacido mujer, porque se transmuta hacia el rol varón y, de este modo, se pasa de oprimida a opresor. Ni David Copperfield lograría algo así.
El problema de las políticas del actual Ministerio de Igualdad es que parten de planteamientos reaccionarios que tienen consecuencias nefastas para las mujeres que, en teoría, afirman defender. La teoría queer trata de destruir al sujeto mujer y afirma abiertamente que «Al destruir el binarismo se extingue coyunturalmente a la mujer como sujeto».
Si uno lee atentamente los manuales y las proclamas, se da cuenta de que la teoría queer esconde, en realidad un idealismo conservador, liberal, misógino y antifeminista. Y esto, como buen Caballo de Troya, se hace a través de una mujer que se declara abiertamente feminista.
Por todas estas razones, el 8M-2021 se presenta, situado en un escenario de pandemia, como el día en que el feminismo va perdiendo la batalla contra la teoría queer defendida por Irene Montero y su equipo. Lo que antes era una lucha interna, puesto que las queer han pretendido infiltrarse dentro del movimiento feminista para, desde ahí y aprovechando una revolución en alza, colocar sus proclamas y sus medidas absolutamente contrarias a la defensa de los derechos de la mujer, todo ello a través de trampas dialécticas y de manipulación de los dictados de referentes del feminismo como, por ejemplo, Angela Davis.
El mayor error cometido por Pedro Sánchez fue colocar el Ministerio de Igualdad dentro de la negociación con Unidas Podemos, porque esas políticas jamás debieron caer en manos de quien defiende una teoría enemiga del feminismo y que comparte con la derecha y los ultras el objetivo de eliminar los avances de las mujeres a la hora de lograr la igualdad real. Estas son las consecuencias de dejar en manos de quienes no tienen ideología, pero sí muchas ideas, decisiones que son tan importantes y con tanta repercusión como las relacionadas con las políticas de género.
Tiempo hay de ceses, tiempo hay de reclamar dimisiones. Hoy es el día en que las mujeres y los hombres deben reivindicar la igualdad real de género y no patrañas como las defendidas por la teoría queer, por el Ministerio de Igualdad y por Irene Montero.