Este domingo se celebran las elecciones federales en Alemania y la primera potencia europea marca el camino para el resto de las naciones del continente sobre lo que hay que hacer para frenar el crecimiento de la extrema derecha.
Los sondeos que se están publicando en estos días previos a que los ciudadanos germanos acudan a las urnas son claros y casi unánimes. Ganará el centro derecha de la Christlich Demokratische Union Deutschlands (CDU) con una media del 30% de los votos. A continuación, los neonazis de Alternative für Deutschland (AfD) obtendrían un 20% de los votos. Por el contrario, los socialdemócratas de Sozialdemokratische Partei Deutschlands (SPD), sufre un tremendo revés, al lograr sólo un 15% de los votos.
En consecuencia, todo queda preparado para que en Alemania se vuelva a repetir una gran coalición entre los partidos tradicionales como único modo de frenar el ascenso de la ultraderecha que, además, cuenta con el apoyo incondicional del gobierno de los Estados Unidos. No hay más que ver las muestras de sintonía entre los neonazis de AfD y miembros de la administración Trump como Elon Musk y JD Vance. Supremacistas blancos apoyando a neonazis. Eso es normal.
Lo que no es normal es que en un país como Alemania, acomplejado aún por su pasado hitleriano, la ultraderecha haya crecido en los últimos años como lo está haciendo. Para entender la situación hay que irse a la evolución de AfD desde el año 2013. En aquellos comicios, los neonazis comenzaron a «asomar la patita» y, a pesar de no obtener ningún escaño en el Bundestag, ya consiguieron reunir más de 2 millones de votos (4,70%). En 2017 lograron cerca de 6 millones de votos (12,64%). En 2021 se rebajó el apoyo ciudadano hasta 5,3 millones (10,34%). Sin embargo, el despegue se produjo en las elecciones al Parlamento Europeo de 2024, en la que se colocaron como segunda fuerza política con 6,3 millones de votos (15,9%) superando a los socialdemócratas. Esto hizo que las alarmas se encendieran definitivamente. Ahora mismo, según los sondeos, en apenas 7 meses los ultras se han colocado en el ámbito del 20%.
La situación de Alemania es sencilla: una nueva «Gran Coalición» entre la CDU y el SPD, como llevan haciendo desde hace décadas y con unos resultados evidentes tanto a nivel de gestión y de defensa de los valores democráticos. Evidentemente, con sus errores y sus confrontaciones, pero, a día de hoy, es la única solución para frenar a los neonazis.
Esta receta es absolutamente extrapolable al resto de países de la UE. No hacerlo, tiene como consecuencia que los bárbaros lleguen a los gobiernos, como ha sucedido en Italia. En Francia ya parece que se están empezando a dar cuenta de la situación ante el crecimiento del apoyo al partido de Marine Le Pen. En España, Pedro Sánchez debería ofrecer esa posibilidad al Partido Popular para, de este modo, tener estabilidad parlamentaria y basar la legislatura en aplicar las profundas reformas que el país precisa y que están paralizados por la debilidad del Ejecutivo.