Personas de todo el mundo, las víctimas del sistema creado por las élites desde la crisis de 2008, ven en Donald Trump una especie de salvador, el hombre que desde el poder va a destruir el actual sistema. Trump se siente a gusto en ese papel, pero, en realidad, es sólo un disfraz porque él mismo es parte de ese cenáculo del poder económico y empresarial.
Las consecuencias de sus hechos cuando fue presidente demuestran que es lo contrario a la imagen que proyecta. Ni rebelde, ni revolucionario, sino un estafador que está engañando a cientos de millones de personas en todo el mundo, personas que son víctimas de un sistema injusto y cruel.
Hay que partir de la base de que para poder romper el actual sistema hay que destruir todas las legislaciones que protegen a los multimillonarios y a las grandes corporaciones, es decir, eliminar la impunidad con la que cuentan a la hora de perpetrar abusos a las diferentes ciudadanías. Donald Trump, cuando fue presidente, hizo lo contrario: los ricos se beneficiaron de manera extraordinaria de su estrategia política y de sus políticas económicas. Las consecuencias han sido nefastas para el pueblo de los Estados Unidos.
Las cifras son demoledoras y revelan que ese papel de rebelde y antisistema es un fraude, una de las mayores estafas humanas de la historia.
Donald Trump regaló el 83% de sus rebajas de impuestos al 1% más rico que ya lograron beneficiarse del 21% de los recortes fiscales al año y medio desde que Trump fue presidente en 2018.
Las familias trabajadoras apenas se beneficiaron de los recortes de impuestos corporativos y de impuestos de Trump, con una diferencia de 51.000 a 1.
Por otro lado, Trump incrementó los impuestos a 92 millones de familias de clase media para pagar exenciones fiscales para los ricos y las grandes empresas.
Los recortes de impuestos a los ricos tuvieron como consecuencia un incremento de primas de atención médica y dejó a 13 millones de familias sin cobertura médica. Con ese dinero pagó las exenciones fiscales que beneficiaron principalmente a los ricos y las grandes corporaciones.
Las leyes de Trump derogaron una parte clave de la Ley de Atención Médica Asequible: el requisito de que las personas tengan cobertura médica si no podían pagarla. Eso ahorró 314.000 millones de dólares que fueron utilizados para financiar lo que ricos y grandes empresas dejaron de pagar. Esa medida del «rebelde Trump» provocó que cerca de 20 millones de personas se quedara cada año sin seguro médico e incrementos de más del 10% en las primas de los seguros médicos.
Las rebajas y exenciones fiscales de Trump fueron permanentes para las grandes corporaciones, mientras el de las familias de clase media y trabajadora era temporal.
Donald Trump provocó que Estados Unidos estuviera a punto del default. La mayor economía del mundo se acercó peligrosamente a la quiebra porque los recortes fiscales de Trump a ricos y grandes empresas le supusieron una merma de ingresos de 2,2 billones de dólares que se añadieron a la deuda nacional, poniendo en peligro servicios críticos.
Las leyes de Trump fueron redactadas de tal modo que dejaron varios trucos presupuestarios y lagunas legales que opacaron el verdadero coste de esas medidas favorables al establishment que él dice combatir. Las clases medias y trabajadoras vieron cómo se ponía en peligro aún más la financiación de la Seguridad Social, la sanidad, la educación pública y los servicios sociales.
El falso rebelde dio prioridad en sus leyes a los contribuyentes más ricos sobre las familias trabajadoras con niños. La ley redujo la tasa impositiva individual máxima del 39,6% al 37%, otorgando más rebajas de impuestos a los 518.000 hogares más ricos.
También dio prioridad a los propietarios de grandes empresas y a los promotores inmobiliarios. Es decir, se benefició a él mismo. El recorte fiscal neto para esta categoría fue de 265.000 millones de dólares gracias a una nueva deducción del 20% por los ingresos empresariales transferidos combinada con un endurecimiento de las normas sobre pérdidas. Más del 80% de este recorte de impuestos fue al 5% más rico en 2019.
Aunque Trump defiende la eliminación de la deslocalización de empresas y mantiene un discurso contra la migración de cualquier tipo, sus leyes destruyeron cientos de miles de empleos estadounidenses al fomentar la subcontratación y el traslado de beneficios fuera de los Estados Unidos.
Las leyes de Trump crearon un sistema tributario territorial que eximía de impuestos estadounidenses a una gran parte de los beneficios en el extranjero de las grandes multinacionales. Mientras tanto, las pequeñas y medianas empresas interiores vieron cómo se mantenían los impuestos sobre los beneficios en los Estados Unidos. Es decir, que las medidas de Trump dieron a las multinacionales estadounidenses aún más incentivos fiscales para subcontratar empleos y trasladar inversiones al extranjero.
Por otro lado, Trump regaló una rebaja fiscal de 400.000 millones de dólares a los evasores de impuestos en el extranjero. Las grandes corporaciones estadounidenses tienen más de 3 billones de dólares en beneficios escondidos en el extranjero. En lugar de obligarlos a pagar lo que deben, como se hace con las familias de clase media y trabajadora, las leyes de Trump les cobró cobrará sólo 339.000 millones de dólares, con un descuento de 400.000 millones. Por ejemplo, Apple se ahorró 40.000 millones de dólares y Microsoft 25.000 millones de dólares.
Los datos demuestran que Donald Trump es pernicioso para la calidad de vida de las clases medias y trabajadoras, mientras que es un buen paladín para defender los privilegios del establishment.